miércoles, noviembre 30

 
Cada...
El post:
Cada gesto un verso, cada sonrisa un poema y cada mirada un ramillete de besos lanzados al viento. Ha aprendido a leer las rayas de los ojos y me dice que hay caras que no tienen palabras, y que me ve como experimentando la sensación de navegar en un mar de ansiedad que a veces se confunde con la tristeza.
Cada vez me cuesta más renunciar a ella, tan cerca. Cada vez más, se derrumba esa especie de muro invisible que nos separa en el espacio y el tiempo. Hoy hemos intercambiado roces de manos con caras, para compartir el frio de la calle.
Cómo explicarle que vive en mí, y que cuando me da tanta vida, también me la quita.
Y que cada noche me despierta el dolor de su ausencia, su hueco en el alma.
Me horroriza que un día cambie el amor por un trocito de odio, no podría ser yo sin ella; y lo sabe.
Por eso siempre sonrio cuando me habla de sus amantes.
Me he enamorado unas diez veces mientras comía. Y luego dicen los médicos que es por la sal que sube la tensión.
El coco ha comido:
Un pétalo de violeta. AL dente.
El coco oía:
ANABEL LEE (Radio Futura)
Hace muchos muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mi.
Éramos sólo dos niños mas tan grande nuestro amor
que los ángeles del cielo nos cogieron envidia
pues no eran tan felices, ni siquiera la mitad
como todo el mundo sabe, en aquel reino junto al mar.
Por eso un viento partió de una oscura nube aquella noche
para helar el corazón de la hermosa Annabel lee
luego vino a llevarsela su noble parentela
para enterrarla en un sepulcro en aquel reino junto al mar.
No luce la luna sin traermela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.
Nuestro amor era más fuerte que el amor de los mayores
que saben más como dicen de las cosas de la vida
ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar
separaran jamas mi alma del alma de Annabel Lee.
No luce la luna sin traermela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.
En aquel sepulcro junto al mar
en su tumba junto al mar ruidoso.
Hace muchos muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mi.

lunes, noviembre 28

 
Mi ángel.
El post de hoy:
Miguel tiene síndrome de down. Limpia aseos y siempre sonrie cuando me mira, hasta la fecha pensaba que era por mi ilustre cara de payaso; pero hoy, mientras intentaba darme un agua fría queriendo despertar de una vez, he descubierto la realidad y el porqué:
- "Chaval, lo malo de estar así de calvo es que empiezas lavándote la cara y, como no sabes dónde parar, te acabas dando en la espalda"
Y se ha descojonado vivo.
Entre toallitas de papel, le he dicho:
- "Tio, españa se está perdiendo un gran humorista, deberías estar en el club de la comedia... o en el parlamento"
Ha incrementado un tanto el tono del descojone, se ha encogido de hombros, me ha hecho una pedorreta con la lengua y se ha ido.
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Hoy, el Coco ha comido:
Después de encontrar en una esquina del wc algo de la dignidad que perdí anoche, he decidido llamar a mi gemela y a mi ángel de la guarda. La primera estaba en la ducha, y qué lástima que ninguno de los dos tuviéramos video-teléfono. La segunda, tenía la voz de quien le duele el alma; me ha dicho que estaba muy liada, que no podía, pero se ha dejado convencer y hemos quedado para comer juntos.
Ha venido con ojos tristes y expresión seria, pero sin perder esa gran sonrisa que ilumina todo a su paso.
Hoy había que hacer girar la rueda de la caja fuerte con el oído pegado al corazón:
un ¿qué te pasa hoy, mi amor? a la derecha,
dos copas de vino a la izquierda,
tres roces inesperados a la derecha,
cuatro miradas traviesas a la izquierda,
y una crema de verduras aderezada con pizcas de melancolía y pellizcos de sal muera:
click.
No puede dormir bien, dice que los sueños le muerden los pies, que necesita mimos y alejarse en busca de calma; que ha decidido tomarse un kit-kat, irse a vivir muy lejos; lejos de todo, de sus amigos, de mí.
No es la primera vez que mis importancias desaparecen; gracias a ello he aprendido a ir siempre a mi bola y a no depender del amor ni de los besos. No me preocupa qué pueda ser de mí, pero me jode que nos distanciemos; que no encuentra uno ángeles de la guarda en el interior de los botes de colacao.
Pero no he dicho nada porque me ha parecido que lo que necesitaba era que la escucharan; sólo he abierto algo más los ojos saltones, arqueado las cejas y movido, de vez en cuando, las orejas, para responder cuando me preguntaba.
Nos hemos enredado en los detalles al ir desgranando historias de otras vidas y otros tiempos. Hemos hablado sobre el amor verdadero, como si de verdad supieramos qué es eso; como si alguien lo hubiera visto y publicado en internet si tiene plumas, si ladra, si es de llamativo color verde loro, o aburrido blanco y negro pingüino.
El reloj nos ha mentido y hemos tenido que salir pitando, aún agarrados a la taza de café, porque los ángeles también tienen citas ineludibles y me ha confesado que esta vez no podía llegar tarde.
Antes de despedirnos, se ha reido de mi pinta, de mi forma de vestir, y me ha preguntado si creía que, a mi edad y con mi trabajo, esas eran formas de ir.
Bromeaba, y como me encanta verla reir y está como un queso, le he dicho que no pensaba cambiar de guardaropa porque lo dijera un ángel, que los que no tienen sexo ya bastante tienen con lo que tienen. Ha sonreido, me ha enseñado un trocito de culo y se ha ido.
Y ahora que estoy aquí, metido en este post, y que no sé si la volveré a ver, lo único que espero es que tenga más suerte que la que yo he tenido y que encuentre la felicidad de verdad, la del amor y los sueños; y no esa que se puede comprar con dinero.
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Mientras, el Coco oía:

Artista: Pastora
Album: La Vida Moderna
Canción: Planetes marins

Aigüa avall baixava una rosa
Cel amunt volava un ocell
I la flor besava una onada
Que d'una abraçada la deixà sense arrels.
Entre núvols l'ocell la mirava
Quèien els pètals, nua la flor
Tot piulant volia salvar-la
Però les espines punxàven el vòl
ELS AMORS QUE NO OBLIDARÉ
SÓN AQUELLS QUE NO VAIG TENIR
SI POGUÉS, NOMÉS, SOMMIAR
QUE UNA ONA EM POGUÉS ESTIMAR.
Era el mar més gran que recordo
Un planeta de peixos i sal
I la flor per més que estudiava
La seva bellesa no aprenia a nedar.
ELS AMORS QUE NO OBLIDARÉ
SÓN AQUELLS QUE VAIG TENIR
SI POGUÉS, NOMÉS, SOMMIAR
QUE UNA ONA EM POGUÉS SEGRESTAR

sábado, noviembre 26

 
Vale, yo tampoco lo entiendo
Tengo 41 años, no creo en dios y estoy convencido de que, si hay extraterrestres, no les interesará aterrizar nunca en este planeta; siempre que sean una forma de vida inteligente, claro está. Sé que no existen los fantasmas, los espíritus me la traen floja y me aburren las películas de miedo. No entiendo de parapsicología, de brujería, ni de ciencias ocultas; me resbalan. El edificio donde vivo, venía de serie con un sistema de alarma-contra-intrusos conectado las 24 horas del día a una centralita de seguridad.
Entonces, puede alguien decirme:
¿porqué coño no puedo irme a dormir sin mirar antes debajo de la cama?

viernes, noviembre 25

 
Una preguntita...
El primer día que tu niño, con nueve añitos, te mira fijamente a los ojos y pregunta "¿oye rullé, tú sabes follar? te quedas un poco como de pasta de boniato, como a cuadros escoceses y algo más petrificado que la estatua de mármol de un lagarto cataléptico en el invierno-de-roncesvalles.
Primero piensas en contestar: "bueno, es que hace tanto tiempo que no follo que no sé yo si me voy a acordar..."; pero, al momento, agitas la cabeza y lo descartas. Luego, ves una especie de túnel y una luz al final con la imagen de tu padre que se acerca, convertido en el super-mega-pedagogo que en circunstancias como estas acostumbraba a decir "calla y come, y que no te oiga tu madre o cobrarás"; y le devuelves a tu niño la mirada y decides que lo que pasa es que no debe saber qué está diciendo, que esto es como cuando tenía doce meses y gritaba:"¡¡¡¡coño!!!!".
Piensas que has de ser prudente y tantear el terreno antes de responder.
Y empiezas a balbucear dando rodeos, intentando hacer símiles con la naturaleza y utilizando metáforas que estén a su nivel con la esperanza de encontrar alguna pista sobre qué es lo que sabe.
Hasta que descubres que el pobre chaval te está mirando con esa expresión de estar, por fín, completamente seguro de que tiene ante sí la prueba viviente de que el hombre desciende del mono ("y-mira-que-resulta-que-es-mi-padre") y, con resignación dice:
- mira papá, si eso de la abeja y la flor ya lo he dado en naturales, lo que yo querría que me explicaras es por dónde hay que meterla, porque esta tarde, una chica en el autobús le contaba a su amiga que ella sólo dejaba que se la metieran por el culo porque así no se quedaba embarazada. Y a mí se me hace raro, porque eso ha de doler ...
Y entonces, justo antes de convertirte de nuevo en la versión sopicaldo-estarlux-de-champiñones de tí mismo, ante la evidencia de que tu hijo sabe más que tú, respondes:
- qué suerte tienes cariño, porque mira que yo llevo años subiendo al autobús y sólo se me arriman tios feos hablando de futbol.

miércoles, noviembre 23

 
despiste
Para variar, esta mañana he perdido el alma. Rebuscando entre los cajones de la mesilla de noche he encontrado una cosa que, si la agitas durante treinta segundos, ilumina las noches... ¿será mi polla?

martes, noviembre 22

 
Si hoy es 22...
Blanca, desnuda, tibia, dulce y con aire inocente; siempre me recibe con sonrisa monalisa y ojos de duende. Como en el primer encuentro, mi cuerpo se inclina en reverencia sobre su piel y contemplo la tez del universo que deseo: todo lo que yo nunca seré.
Se estremece, inquieta, impaciente; mientras me desnudo despacio, complaciente, como un stripper profesional al compás de los versos, al ritmo de una respiración incitante y sensual. La primera prenda es siempre la que más cuesta: la camisa de la vergüenza. Lentamente mis dedos van soltando los botones del pantalón, y tras ellos mi inconsciencia.
Velando el encuentro, un cha-cha-cha de rosas acompaña el ondular de los cuerpos, cada gesto de la espalda, cada roce de las manos, cada acunar de dedos. Sólo el encaje de la ropa interior se interpone entre nuestros sexos; me ondulo sobre ella alzando la cabeza, como queriendo aspirar un trago de vida que nos ayude a detener el tiempo, que nos dé alas para volar a ras del suelo. Me hace una seña, acaricia la comisura de su boca con la lengua; quiere más.
Deslizo los dedos a cada lado de la cintura y siento como mi desenfreno, disfrazado de tanga con sabor a fresa, resbala hasta los tobillos descubriendo un palpitar de ansiedad, un arriete de amor. El éxtasis ha cobrado vida y lucha por morir de deseo, por penetrar donde sólo los elegidos han estado, por transportarse a otros mundos, sueña con hundirse en una noche de lluvia y sol.
Jugamos a mirarnos a los ojos sin tocarnos; sintiendo el calor, respirando, viviendo a expensas de un aliento extraño. A esta distancia la imaginación se eleva como una cometa mecida por la brisa del orgasmo que ya se siente cerca. Todo está a punto, ya no queremos jugar.
La mano, vacilante al principio, toma con delicadeza el instrumento; el placer anuda una venda de seda sobre los ojos y humedece con brisa de mar los labios que, expectantes, se abrazan a su extremo como la corona dorada se aferraría a su rey, dibujando círculos concéntricos. La lengua se desliza por toda su extensión, saboreándola. El ánsia abre paso a la imaginación y los sueños más prohibidos quieren tomar forma. La respiración se descubre inquieta, traviesa, entrecortada, prohibida, sorda.
Las caricias de dedos fundidos en pluma dibujan versos en su piel con forma de tirabuzón. De izquierda a derecha. De arriba a abajo. Tan pronto alcanzan el pie, vuelven a subir rápidamente, ávidos de deseo; volviendo sobre los propios pasos, pidiendo más, andando de nuevo por los trazos, eyaculando trocitos de corazón. Deteniéndose y deleitándose a medio camino entre el día y la noche. Entre las piernas y el amor. Entre el estremecimiento y el gemido.
Con cada roce un suspiro; con cada nueva idea, un sollozo; con cada embestida, un grito ahogado.
Así, frente a la hoguera, las horas parecen segundos; y las noches se construyen a base de instantes que será imposible olvidar.
Y al final le doy la vuelta, me mira; sonrie y susurra: "disfruta amor". Y los besos pintan de carmín su nuca, las caricias forman un mar en su espalda, y las olas de espuma blanca bailan al compás de sus caderas.
Y llegado el éxtasis, los dedos sin tinta disfrazados de pluma de pelícano, recorren de nuevo cada rastro de caricia, cada renglón escrito, cada surco que la lengua no dejó de visitar; hasta topar de nuevo con esa mirada de duende que un día abrió los brazos y te invitó a amar.
Y cuando relees el post, escrito de tu puño y letra sobre la que fue una blanca, desnuda, tibia y dulce cuartilla, haces ver que enciendes el último cigarrillo de la noche y piensas que sólo por recordar merece la pena vivir.
Y si hay quien dice que escribir posts con pluma y papel, no es un sustitutivo del sexo, es que es adicto al chocolate.
Feliz 31 cumpleaños, Laceci.

lunes, noviembre 21

 
La lluvia...
El silencio rompe la noche. Acabo de comprar entradas para el concierto de los Eagles, ¿estaré vivo por entonces? No sé; pero estoy como una chota, eso está claro.
Ayer, la lluvia siguía golpeando los cristales, agitando miles de diminutas aldabas, como si reclamaran la atención desde la ventana.
Las gotas juegan a las carreras, todas quieren morir las primeras; ninguna se atreve a vivir lo suficiente como para sufrir el horror de la soledad. Zigzaguean, caen, vuelan, entrecruzan los caminos, sueñan; desaparecen; como el ave fénix, como las lágrimas que renacen de sus cenizas para volver a correr por nuestras vidas; como ríos en las mejillas.
Esta mañana me he cruzado con una pareja joven. Él, con un traje que le venía grande y una sonrisa careta; ella, con el corazón escayolado y una mueca siesa. Fingirán quererse, se casarán, tendrán niños, se pondrán los cuernos, velarán sus noches de invierno, llorarán su desdicha y morirán. Como las gotas de lluvia quizás los dos deseen ser el primero y ahorrarse un bocado más de sufrimiento.
Nos empeñamos en enamoramos de las persona, sin darnos cuenta de que lo que realmente nos atrae es su circunstancia. Pero con el tiempo esta cambia, igual que lo hace la nuestra. Y como las gotas que corren por el cristal, a veces se cruzan los caminos, aunque nos cueste aceptar que deben volver a separarse.Es ley de vida.
Y un día descubrimos que nuestras circunstancias ya no nos gustan, no nos atraen, que ya no nos queremos, pero seguimos atados a las personas; y, como las gotas de lluvia, golpeamos los cristales de las ventanas con luz, con la esperanza de que alguien, desvelado, contemple nuestra carrera desesperada hacia la muerte y le dé por escribir tonterías sobre la vida, el amor, la lluvia y un concierto carroza que si no se acaba antes el mundo, será en Mayo del 2006. Que alguien me escupa y me devuelva al mundo, por favor.

viernes, noviembre 18

 
A veces me parece que el amor es un objeto magnético y nosotros somos clips de oficina. Una mano invisible nos acerca el enorme imán y nuestros cuerpos se pegan a él, se llenan de su magnetismo; luego, unos se atraen y se funden para siempre; mientras que otros se difunden, se repelen y se lanzan lejos, contra el extremo opuesto del mundo, movidos por una furiosa fuerza.

jueves, noviembre 17

 
Un sueño
Hoy he jugado
a no esquivar las miradas,
los miedos, los abrazos.
A no evitar las preguntas,
aún sabiendo que encontraría respuestas.
A dibujar besos y lazos.
Hoy he jugado a mirar a la luna,
y me ha encantado.
Era una noche como esta,
de un Noviembre cualquiera;
fria, impredecible, excitante, oscura;
me tropecé con un beso en un bar
y acabé abrazándome a la luna.
Ella, inmaculada, preciosa, esbelta,
dibujaba sonrisas
con pintura de dedo;
lustraba de versos imponentes
el mármol de las mesas.
Levitaba fotografías de lagartijas
a media altura, en las paredes.
Y sí, adornó un pedazo de mi alma.
Llenó de eternidad un instante fugaz de mi vida.
De luz, de rayos de sol.
Y como todas las estrellas que huyen,
clavó sus pupilas en mis ojos,
lanzó besos de palabras a distancia
y escapó de mí en una fria noche de Noviembre.
Yo seguiré pidiéndole que me lleve a donde quiera que vaya,
aunque sea a los más recónditos parajes de África.
Y sé que, desde hoy, la echaré de menos.
Cada vez más.

martes, noviembre 15

 
El miércoles...
Sé que cuando cruce las puertas del aeropuerto ya habrá oscurecido. Los arcos forman un viejo tunel que hace las veces de parking, sin luz, donde se cobijarán recuerdos, alientos sin desvanecer y vahos repletos de deseo, cigarros ansiosos, prisas y risas. Al fondo, una leve rampa áspera y húmeda, como cabe esperar en esta época del año.
Dentro de mí también será dura la cuesta.
Los recuerdos de las tazas de té en el hosco bar del puente aéreo, de los cafés en aquel entrañable y excéntrico local de ópera, y de las interminables e incombustibles noches de farra, pelearán por ocupar un lugar en mi mirada perdida. Las ventanillas se convertirán en espejo, en pantalla de cinematógrafo, y me veré más viejo.
Pensaré en aquellos días llenos de tí.
¿Dónde estarás ahora?, ¿quien velará tus sueños?, ¿quien ahuecará tu almohada y te contará cuentos? ¿quien dibujará con pintura de dedo una mueca en tu sonrisa?
Serán estos días los primeros sin ti.
En la intemperie, al llegar al hotel, reinará un frio silencio, roto por la sombra de algún coche; mis anfitriones serán las baldosas rojizas, las barandas de hierro y los balcones repletos de latas con hortensias coronadas por bolsas de basura.
De repente, al descubrirme ante el cielo abierto, se rasgará el velo de la noche y se detendrá el pulso. ¡Me sentiré tan cerca de tí!. Y me engañaré pensando que, en cualquier instante, podrías abrazarte a mi espalda y susurrar aquello de: "¿me quieres? ¿aún?" ... Y una voz contestará: "aún no... todavía". Una voz, que no es la mia, porque yo nunca supe entenderlo.


lunes, noviembre 14

 
Lo que hace el aburrimiento: un holocausto aéreo...




Y el día que aprenda cómo cambiar la fecha de la cámara digital me van a dar el premio Nobel...

domingo, noviembre 13

 
Hay días...
El sol llora y lo salpica todo con lágrimas de azucar y sal. Rebotan contra los tejados, sobre los toldos de los bares de mi ciudad; contra los paraguas y los chubasqueros azul marino; y las aceras se encharcan de domingo y soledad; de farolas ciegas, muertas; y de cartones sin dueño que se acumulan en los portales pidiendo caridad.
Tengo una gotera en el techo, he puesto un cacharro debajo que poco a poco se llena de añoranza; cada nueva gota crea ondas que corren por la superficie y se estrellan en la orilla de lo que imagino como una diminuta playa; se columpian en ellas los recuerdos y se convierten en espejos de tu cara, de tu luz, de tu claridad, de mi ansiedad.
Hay días tristes, y otros que que se rien de mí. El de hoy es algo así como si llevara tu sonrisa pintada en el alma y la viera reflejada en cada rincón, en cada gota, en cada nube gris.
Hay días que uno se siente como un cienpiés surcando el océano en un barquito de papel.

viernes, noviembre 11

 
La próxima semana me concederé un par de días de turismo educativo.
Me voy a Madrid, a perderme en el Simo. Me marea el puente aéreo, el trajín del metro y los hoteles con floripondias; pero me encanta la ciudad del oso y el madroño, el café de la ópera, su gente y sus noches vestidas de luz, los coches aparcados en triple fila y los retrovisores de los taxis bizqueando al mira-que-te-rozo.
Por fín solo, aunque cuando paseo descubriendo sitios y personas nuevas, me siento muy cerca de mis ataduras blogueras, y eso tiene mucho morbo. Quizás, sin saberlo, me roce con alguna de ellas.

miércoles, noviembre 9

 
anclado. Solo. Duermo. Vivo.
Vivo a merced de mi ignorancia.
Anclado.
Solo entre dos inviernos, el de la melancolia y el de las horas muertas.
Solo entre dos abismos, el del pasado imperfecto y el del futuro imperativo que vaticina el tic-tac de un reloj sin péndulo.
Solo entre dos infiernos, el de mi ansiedad y el de tu pasión.
Solo entre dos rumores, el de la ciudad que duerme y el de un corazón que palpita cada vez más lento.
Duermo con la ventana abierta y la luz encendida, para que los fantasmas siesos y los miedos férreos me tomen por loco y no me echen de menos.
Los mosquitos se están cebando, algún precio hay que pagar para no dormir asustado.
El adolescente que un día fui está siempre aquí, muy dentro de mí. Intocable aunque cerca. Inalcanzable, si bien a mi lado.
A veces una idea, una fotografía, un olor o una canción lo hacen salir, mágicamente; y como la mano de Aladino revivía al genio al frotar la lámpara maravillosa, sacan lustre a mi alma y lo hacen reaparecer ante mis propios ojos. Sólo ellos lo consiguen. Pero el chico ya no me habla, ni me escucha, no queremos entendernos, igual que le pasaba con mi padre. Será un mal endémico o la típica barrera-tragedia generacional. Sé que, sin previo aviso, desaparecerá, se irá de casa, tal vez para siempre. Como yo decidí un día hacer.
Vivo a merced de mi ignorancia, de lo que nunca he sabido de mí mismo.
Qué diferente sería la vida si no te ocultara permanentemente en quien te convertirás mañana, ni la indecencia terrible que disfrazará de chiste malo tu circunstancia.
Vivo anclado, a merced de mi ignorancia.

martes, noviembre 8

 
hoy he conocido a mi verdadero yo. Parecía un poco mayor, triste, cansado, aburrido, como de vuelta de todo y algo decepcionado al descubrir que, aunque los polvos duren más tiempo y calen mucho más hondo, a los 40 se folla igual que a los 18: poco. Así que he decidido quedarme con mi falso yo, que tiene un gran parecido con el otro, pero ha aprendido a vivir con ello, a disimular que le importa y a sonreir a los desconocidos, aunque no le apetezca, sólo para que le devuelvan el gesto.

lunes, noviembre 7

 
Por fin...
Nunca me han gustado los hospitales; entre sus paredes, se eterniza la sensación de vivir en la paradoja de entrar perfectamente sano, y salir completamente enfermo. El olor provoca nauseas, las batas blancas dan dolor de cabeza; y el trato impersonal que a veces se respira, dispara la tensión. Así que, esta mañana, me ha jodido no encontrar una buena excusa para no ir a extraerme sangre para el chequeo anual.
Cuando uno se encuentra honrrando el nombre de la sala de espera sumergido en el pus-plis-chas-chis-plum del "meat is murder" de los smiths, descubre tres cosas: la primera, lo bonito que es estar callado. La segunda, que hay quien no aprecia la belleza y se empeñan en contarte porqué son más que tú; si a tí te han operado de apendicitis: a ellos tres veces, y sin anestesia; si a tí te han quitado la muela del juicio: a ellos les han arrancado hasta la de oro que llevaban en la gargantilla. Y la tercera, que en las salas de espera no hay que quitarse los auriculares ni aunque aparezca Montserrat Caballé cantando con Freddy Mercury (bueno, si te pasa eso, mejor te vuelves a medicar).
Cuando oyes tu nombre por megafonía, piensas que quizás sea la última oportunidad de seguir siendo tú mismo, y entran unas ganas locas de salir corriendo, aún a riesgo de caer en el ridículo más espantoso. Pero al final se impone la razón, y por no tener que volver otro día disfrazado con el casco de Lord Vader de Nepomuk, acabas haciendo de tripas corazón y las piernas andan solas, como si conocieran el camino a la sala de análisis.
Siempre llamo a la puerta esperando que la abra el Doctor Lecter en persona.
- Toc-toc.
- Adelante.
No era Annibal el canibal; era Angelina Jolie disfrazada de enfermera.
- Sientate aquí, por favor, y relájate, que esto es un momento...
- (¿"esto es un momento"?).
Me he subido a la única camilla de la habitación, con los pies colgando; tic-tac, tic-tac, se balanceaban, adelante-atrás, adelante-atrás. Observándola mientras iba de aquí para allá; he aprovechado para contar los lamparones del techo; (¿cómo habrán llegado hasta ahí esas manchas de sangre... ¿y el moco?...¿y la lefa?...¿y el plafón?...); mientras tanto, Lara croft siguía preparando los instrumentos de tortura y miraba de reojo el vaivén de mis piernas. Sonrisa.
- No estés nervioso, no te dolerá, será un momento.
- (espero que no te llames Ramona, corazón).
Sonrio.
Se sienta en la camilla, a mi izquierda, coloca mi antebrazo sobre sus piernas y desliza suavemente una tira de goma a la altura del biceps. La anuda. Se detiene, observa con curiosidad, se quita un guante de latex, suelta el nudo y acaricia las venas. Humedece el índice en alcohol con gesto firme y lo desliza por la parte interior del codo, como dibujando ochos. Vuelve a tensar la goma y la anuda, esta vez con fuerza. Se coloca de nuevo el guante de latex. Absorta, se inclina sobre el brazo; a través del hueco que queda entre sus pechos y el sujetador, su ombligo baila la danza de los siete velos, sin música. A mí me va a dar algo. Su cabellera, que recoge en una trenza negra, lisa y brillante, huele a melocotón. Siento el calor de su cuerpo y puedo respirar su aliento. Mastica un chicle de fresa. Satisfecha, como quien acaba de encontrar un tesoro, exclama "¡ya la tengo!". Me acaricia con un algodón empapado en alcohol. Extrae una aguja de su envoltorio y, lentamente, la introduce a través de mi piel. Tira levemente de la hipodérmica, y su interior se tiñe de rojo. Se detiene, me mira a los ojos, sonrie. Desata la goma y acaba de llenar la jeringuilla.
- ¿A que no ha sido nada?
- (...¿¿Nada?? ...mira que a mí me ha parecido un orgasmo...)
- Tomaré ese silencio como un cumplido.
- Es un cumplido (...tiene mérito encontrar sangre en las venas cuando está toda en la entrepierna...) ... ¿me visto ya?... ¿o quieres repetir?
- Vístete, ya tengo suficiente...
- (...¿mono-orgásmica?...).
Sonrisa.
- Hasta otra.
Suspiro + sonrisa (¿=suspirisa?).
- Adeu.
Me he enamorado. Vayapordios, otra vez. ¿Y ahora qué? Porque cuando uno se enamora de la dependienta de una librería puede llenar la casa de post-its y clips de colores, pero esto parece un poco más complicado.

sábado, noviembre 5

 
Una suerte.
Es una suerte poder contemplar, tras los cristales, la noche de una ciudad que ya no existe, árboles que duermen, almas que no pasean y corazones que ahora palpitan lentos. Los rojos brillantes de las luces de freno se mezclan con la oscuridad en un coctel que sabe a acera, a humedad y frio, a humo, a anuncio de neón que parpadea, a soledad y a cerveza. Y qué suerte encontrarme contigo, aquí, ahora, convertida en calle, en acera, en árboles, en luces que se mezclan y en almas y corazones que duermen. Qué suerte volver a verte, a pesar de que dure sólo un instante. Una suerte, aunque sé que volveré a perderte, y luego, me dará el bajón de siempre.

 
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups.
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups.
- Oye Rullé, ¿te había dicho que salgo con una chica desde hace tres meses?
- Sólo unas trescientas veces en la última hora. Sale a una media de 5 por minuto. Y eso que estás comiendo. Debes ser la única persona en el mundo capaz de utilizar la laringe y la faringe al mismo tiempo...y que no es faquir profesional, ni estrella del porno...
- ...¿pero tú te crees que haces gracia, nen?...
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups.
- Y qué tal? Por lo que cuentas parece buena persona.
- slurpl, sisi, slurp-crunchs, sí que lo es...
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups.
- ¿Trabaja?
- Sí, da clases en la universidad...
- Vaya, ¿y de qué?
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups.
- De zoofília.
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups....crunch-crunch-grum-grum-glup-glups.
...Lo miro cerrando un ojo y rascándome la oreja...
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups....crunch-crunch-grum-grum-glup-glups.
- Oye, Ramón, ¿no habrás querido decir que da clases de "zoología"?
- Si, eso, es lo que he dicho, ¿no?
- Hombrepordios ... come y calla, comeycalla, que cuando se te distrae la neurona ...
Crunch-crunch-grum-grum-glups-glups.

viernes, noviembre 4

 
Paseaba por el bosque cuando he oido unas risas a lo lejos. Siguiendo el sonido intermitente de carcajadas etéreas, amortiguadas por la brisa y diluidas en el aturdimiento que imprime a los sentidos el sol de la mañana, me he abierto paso entre el follaje. Más allá del camino, me he topado con una amantis religiosa enorme que holgazaneaba a la sombra de un pino. Por no parecer sieso, he sonreido, saludado, y comentando lo bien que sienta airearse un ratito para ayudar al cuerpo a hacerse uno con el desayuno. Antes de que terminara de hablar, me ha empezado a mirar pestañeando intensamente, como queriendo seducirme. He intentado escabullirme, pero me ha atrapado con su par de tremendas y verdes tenazas, en una especie de abrazo de amor, y me ha besado. Su pico ha hecho ventosa y ahora no podemos separarnos. Llevo todo el día morreándome con una amantis religiosa, y todo por no saber estar callado.
Me preocupan, sobre todo, dos cosas: primero, cómo explicar esto en la oficina; y segundo, que ahora mismo no sé qué debo hacer; si intento despegarme, igual se enfada; y si le sigo el rollo, es capaz de excitarse y querer acabar lo que hemos empezado. Y a mi edad, eso de andar sin cabeza se me antoja un poco complicado.

miércoles, noviembre 2

 
Hoy he comido con mi ángel de la guarda. Es mujer; resulta que los seres espirituales, no sólo tienen sexo, sino que además saben mucho del tema y suelen dar consejos. Me gusta ir con ella por la calle porque todo el mundo nos mira; sobre todo a ella, que está como un queso. Como sabe que voy bastante salido me ha hecho un par de sugerencias para que intente mejorar mi vida sexual, pero no sé si le voy a hacer mucho caso, porque me han parecido complicadas y que las dos me ocuparían un tiempo y dinero que no tengo. Creo que lo más práctico será que siga masturbándome; es menos excitante que follar, pero más rápido, y luego no tengo que enviarme flores ni regalarme vestidos.
Parecía un poco triste. Me ha dicho que no era melancolía, que sólo estaba cansada. Hemos hecho un juego de palabras tonto, concluyendo que estaba cansada de estar triste, o triste de estar cansada, y nos hemos echado unas risas. Luego hemos tomado un café en un ciber y ha aprovechado para abrir un blog en lacoctelera; pero tenía demasiado sueño para ponerse a escribir ningún post, así que lo ha dejado vacío, sólo con el título. La he acompañado a casa y me ha dicho que iba a intentar dormir sabiendo que yo estaría a salvo en el trabajo.
Empiezo a sospechar que esto que me pasa últimamente es porque mi ángel de la guarda se pasa el día durmiendo o dandome consejos que sabe que me superan.

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