miércoles, enero 30

 
Dos días.
Llevo dos días intentando coserme tus recuerdos en el dobladillo del pantalón, para llevarlos siempre encima, pero sin que molesten. Dos días besándome en los labios por si me dejaban, de nuevo, un sabor diferente en la boca. Algo que suavice lo amargo y rancio. Dos días pegando la nariz a la ventana de ese bar, para ver si alguien ocupaba la mesa que nos acarició los codos al charlar. Dos días dando vueltas en la cama sin ninguna dirección, ni propósito, ni enmienda. Soñando con los dedos que retocaban tus medias, ajustaban tus ligas, ondulaban tu flequillo y acariciaban mi culo, haciendo equilibrios en el filo de la sábana. Dos días oliéndote en cada soplo de aliento que doblaba las esquinas. Dos días viéndote en cada sombra que se cruzaba en mi camino. En cada azote de los flash del Joy Slava. Dos días, e insiste el mundo en proclamar tu ausencia. Sólo dos días. Y yo ya tantos, sin saberlo, prolongando la agonia.


jueves, enero 24

 
Mi blog es mi único amigo.
Bueno, no es cierto. Es que me gusta exagerar. La verdad es que tenía en la cabeza otros muchos post, como por ejemplo: "Me debo estar muriendo, porque siento algo rígido entre las piernas". Pero casi que mejor lo dejamos para otro día.

lunes, enero 21

 
Perdiendo el miedo.
Hay veces en que te sientes solo, aunque estés rodeado de un montón de gente. Es como si te vieras inmerso en una gran fiesta. En una discoteca donde todo el mundo te mirara sin tocarte. Como si tuvieras derecho a bailar y a insinuarte, pero no a abrazar a nadie ni a rozarle. Y no pudieras charlar, sin gritar estupideces al oído. Es como hacerte viejo. Que poco a poco, la opacidad de la rutina, y el estruendo del ruido de cada día, te va taladrando por dentro. Y el alcohol va tejiendo un túpido velo, a modo de mortaja, que te aisla de ti. De la realidad. De la luz. De la vida. Y así pierdes el miedo a sonreir a la camarera, a opinar, o a entrar en un retrete mixto. Pierdes el miedo a vivir o a morir. Incluso el miedo a volar, a reir o a soñar. A empezar las casas por el tejado. Poco a poco, con la edad, como en una noche de discoteca, lo vas perdiendo todo. Por suerte, también el miedo a percibir tu propia existencia.



jueves, enero 17

 
Pesadilla
hace días que tengo una pesadilla recurrente. Duermo mal y despierto en una ciudad donde la gente sonrie por fuera pero está triste por dentro. Las hamburguesas saben a ensalada y la ensalada a patatas fritas. No puedes salir a pasear, porque todo queda demasiado lejos. Nadie me entiende cuando hago gracias. Las chicas tienen cuerpo de barbie, melena de barbie, cerebro de barbie y falda plisada a juego. Los policias llevan bigote a la Village People y mascan chicle al hablar. Los pobres arrastran su vida ordenada en bolsas de basura, hacinadas en carros de supermercado. Los dependientes te desean siempre que tengas un buen día, aunque te envien a la mierda con la mirada. Y las calles, en lugar de nombres, tienen números, como los presos. Suerte que sólo es una pesadilla, que si no.



martes, enero 15

 
Alejándome.
A veces me da miedo despertar. Porque no quiero vivir un día más en que se amontone ropa sucia en los rincones y libros por leer en la mesilla de noche. Trabajo en el email. Y amigos en el corazón. Porque sé que a la luz del día, me sentiré de nuevo lejos de todo lo que importa. Lejos de mi ropa sucia, de mis libros, de mis amigos. De mí. Es como si contemplara la vida a través de unos prismáticos puestos al revés. Y cada vez que me acercara a mirar, me viera alejarme más y más de todo lo que quiero. De mi vida. Alejándome de ti. Alejándome de mí.


sábado, enero 12

 
eternidad
De pequeño me asustaba pensar que si nos portábamos bien, después de la muerte nos esperaba una vida eterna. Me imaginaba en mitad de la nada durante siglos sin tener con qué jugar. Y me angustiaba hasta tal punto que llegué a pensar que en realidad, lejos de ser un premio, se trataba de un castigo refinado y cruel. Comparado con eso, arder en el infierno parecia una bendición. Algo que pasaba rapidito.
Por suerte, ahora ya no me asusta vivir eternamente. Sólo me deprime. Más que nada porque si una vida sin sexo ya se hace un poco cuesta arriba, pues no te digo si encima eres eterno y etéreo. Que resulta que no tienes cuerpo y no te puedes ni tocar. En fín. Que alguien me pase el Prozac. O una lata de gasolina y un mechero. Gracias.



martes, enero 8

 
No es tan complicado realizarse.
Plantar un árbol.
Tener un hijo.
Escribir un blog.

(Por fortuna, el listillo que inventó la lista, olvidó que lo que hay que hacer para realizarse, es follar cada día)

sábado, enero 5

 
Hace días que intento escribir algo coherente sin conseguirlo. Siempre lo acabo borrando. Creo que la vida facil de las vacaciones me ha podido. Resulta tan sencillo abandonarse. Recluirse entre cuatro paredes. Acurrucarse con una manta en el sofá y ver una temporda completa de friends. Qué complicado es esto de ser humano. Aunque peor sería ser lombriz, que para reproducirse han de partirse por la mitad. Y es que no me acabo de imaginar entrando en una ferretería para dirigirme al de la bata azul: "perdone, ¿tiene usted un serrucho?... es que me voy a follar".

miércoles, enero 2

 
Purple rain (propósitos para el año que empieza).
Estaba escribiendo mi lista de buenos propósitos para este nuevo año. Las listas de buenos propósitos son un compromiso contigo mismo. Y los compromisos con uno mismo son increíblemente faciles de romper. Porque sabes que, si no los cumples, no te vas a partir la cara. Ni a llevarte ante los tribunales. Te das dos palmaditas en el hombro y te dices: "venga, el año que viene". Es como la lluvia en el pelo, que jode cuando moja, pero luego te la sacudes y ya está. Yo, este año, me he propuesto seguir un régimen estricto para dejar de ser yo mismo. Quiero ser otra persona. Ni mejor ni peor: simplemente cualquiera menos yo. En fín, a ver si este propósito se me da un poquito mejor que el de intentar no tocarme cada día.


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