jueves, diciembre 27

 
Orgía
Bueno, ya que este año tampoco he podido formar parte del orgasmo global, me he apuntado a correr con más de 5,000 7,000 personas (animales o cosas). Supongo que esto es lo más cerca que nunca estaré de participar en una orgia. En fín, qué nervios, y tal.

lunes, diciembre 24

 
Feliz Navidad.
Dicen que cada vez que en la tierra un niño sonrie, su ángel de la guarda gana dos alas en el cielo.
Si yo fuera un niño, vuestras alas serían la envídia del firmamento.

miércoles, diciembre 19

 
Querido Ministro de Economia.
Querido Sr. Solbes,

no sé si lo habrá intentado usted alguna vez, pero resulta que morderse la lengua duele, e incluso a veces envenena. Así que, por si acaso, como usted, yo no lo voy a intentar.
Veamos, los noticiones del día son que, para combatir la inflación, los españoles debemos comer conejo y mentalizarnos (de una vez por todas) de que un euro equivale a 160 pesetas, y no a 100.
Cuánta razón tiene usted. Es que estamos todos tontos del culo.
Pero hay una cosa que me tiene un poco preocupado: por mucho que intento comer conejo, no hay manera. Y mire que me encanta, soy de los que pueden pasarse horas comiendo un conejo. Pero aunque resulta que llevo meses sin probarlo, le aseguro que yo, las pocas veces que lo he comido, he sentido una inflación tremenda. Entre las piernas. Así que no acabo de comprender su argumento. Disculpe usted mi ignorancia.
Por otro lado, en lo que se refiere a la paridad euro-peseta. Hay algo que me ronda. Imaginemos: si en el año 2002, un euro equivalía a 166.386 pts, y supongamos (es un suponiendo) que los precios hayan subido a un ritmo anual de un 8%. Resultaría que un euro de hoy en día, tendría una paridad de: 166.386*(1-0.08)^6 = 100.88 pts. Coño, un euro a cien pesetas, menuda casualidad. Si es que el populacho está completamente idiota, hombrepordioscoñoya.
Un cordial salido,
Coco.



lunes, diciembre 17

 
Mudanza
La semana pasada una amiga rompió con su marido y me dijo que se iba de casa. Me pidió que la ayudara a mudarse. Así que hemos pasado estos últimos días juntos, desmontando y montando muebles, mirando por la ventana y comiendo pizzas. Al principio hablábamos muy poco, estábamos los dos concentrados en lo mucho que quedaba por hacer. Pero me alegraba encontrarme con ella en los pasillos, o recogiendo libros. A mi amiga le encanta leer. Al ir pasando el tiempo y ver que su nueva casa iba adquiriendo forma, nos hemos ido tomando las cosas con más calma. Empezado de nuevo a charlar. El último día parecía que estuviera rota por dentro. Extenuada. Yo hubiera querido acunarla hasta ver cómo dormia, pero sólo le dí un abrazo y un beso. Me ha dado la sensación de que cuanto más cerca estamos los dos, más se convierte en una desconocida para mí. Como si de repente nos hubieramos convertido en marido y mujer. Y me he asustado. Porque me ha dado la impresión de que sin querer le hemos dado la vuelta a todo lo que sentimos. Como una vez que iba volando cruzando el Atlántico y de repente, a causa de unas turbulencias, el avión cayó en picado durante unos segundos. La vida de todos los pasajeros, en ese momento, se interrumpió por culpa del vacío que sentíamos bajo nuestros pies. Cuando pasó, intentamos seguir charlando con nuestro compañero de asiento, pero ya nada era igual.

martes, diciembre 11

 
A veces
A veces me pregunto
si algún día podré borrar
tus huellas de mi cuerpo.
Tu sonrisa de mi boca.
Y apagar esa especie
de permanente reflejo de tu luz,
que me impide conciliar el sueño
y aferrarme plácidamente
a la tenebrosa opacidad que me rodea.
A las tinieblas que yacen,
como cortinas lánguidas,
en las cuatro esquinas de mi cuarto.
Esas que me invaden y ahogan
cuando me sumerjo
en cada una de las sombras
que habitan mi cama.
Noche tras noche.
Y me pregunto si algún día podré arrancarte de mis entrañas,
como un curandero extirpa un tumor,
con sus propias manos.
Y apagar definitivamente el fuego,
color luz de luna,
que el rastro de tus labios
dejó lacrado en mi piel.


Es lo que tiene llevar 63 86 días sin follar. Que te pones romántico.

domingo, diciembre 9

 
Mitología moderna.
Entre la prestigiosa comunidad científica, se comenta actualmente que podrían existir infinidad de universos paralelos, quizás conectados entre sí por invisibles puertas de energía negra o por enigmáticos agujeros de gusano. La pregunta es: ¿porqué quedarán todos ellos tan alejados del centro? Incluso diría que da un poco de miedo mezclar el concepto "agujero de gusano" con la palabra "cercanias" de RENFE. Pero eso será tema de otro post. En este, hablaremos del Antegurnio. El Antegurnio es un ave mitológica con alas de seda, blusa de cachemir y cabeza de zarigüeya con chistera, que cada verano migra a un universo paralelo diferente, con la esperanza de que no hayan subido los precios de los restaurantes y los camareros sean amables. El Antegurnio entona un característico canto de cortejo, en época de apareamiento, que recuerda mucho a una canción de Jose Luis Perales, pero sin llegar a provocar vómitos. Se dice de quien ha visto un Antegurnio sobrevolar su casa, que al día siguiente hallará en su jardín una inmensa fortuna, o una motosierra le partirá en dos. Se cuenta que una vez, el sumo pontífice en persona ofreció al mismísimo Dios, en ofrenda, un Antegurnio, pero que en realidad lo que Dios necesitaba era un traje de pata de gallo, así que lo devolvió a gastos pagados. Cuando el Antegurnio regresó de su encuentro con Dios, declaró: el tipo es un pelín omnipotente y además, como a todo dios, le huelen los pies.

viernes, diciembre 7

 
Ni bien ni mal.
Hay días, como hoy, en que me siento vacío. Ni bien ni mal. Tan solo es como si tuviera un gran hueco en el interior que fuera imposible llenar. Como si yo mismo fuera un enorme queso de grouyere. Y el aire viciado, que ha dejado dentro de mí el pasado, fuera lentamente devorando mis entrañas. Fermentado. Vacío. Ni bien ni mal. Supongo que es por eso que hoy me siento fatal.



miércoles, diciembre 5

 
Quizás
Quizás sea porque hay canciones que, a fuerza de oirlas, se acaban convirtiendo en la banda sonora de tu vida. Quizás sea porque por mucho que intento apretar nunca abarco. Quizás sea que sólo estoy triste. Que engordo sin comer. Quizás sea que he leido entre lineas que quieres que te ayude y no sé cómo hacerlo. Quizás sea porque la vida es una mala puta. Quizás sea todo culpa mia. O quizás no, pero a estas horas, estoy tan cansado que no puedo pararme a pensar. Ni sé dejar de llorar. Ni me quedan fuerzas para poner la mente en blanco y dejarme convencer. No sé. Quizás mañana me arrope y duerma. Pero esta noche no. Hoy toca caer. Desnudo, insomne, hambriento, sediento de ti. Solo. Incluso. Desolado.



lunes, diciembre 3

 
Retrovisor.
A veces, en el retrovisor interior de un coche se proyectan películas. Mudas. En blanco y negro, pero sin subtítulos ni música. Películas con actores estupendos, que son capaces de transmitir sentimientos tan solo con muecas y gestos. Historias dramáticas, con golpes en el salpicadero y niños llorando en el asiento trasero. Comedias, con sonrisas idiota. Eróticas, con amantes que se comen a besos en cada frenazo. Y luego están los que siempre te joden el final haciendo sonar el claxon un segundo antes de que el semáforo se ponga en verde. En fin. Películas.



This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]