lunes, junio 30

 
He tenido un fin de semana bastante extraño. Triste, pero al mismo tiempo alegre. Me sentía absorto en el día a día, pero no podía dejar de pensar en ti. En lo que estarías haciendo. A veces parecía la noche de reyes, imaginaba encontrarte al día siguiente, envuelta en papel de charol. A veces era como estar aferrado al borde de un abismo, sin esperanza y sintiendome desfallecer. Supongo que en ocasiones espero (más allá de lo esperable) que una sonrisa tuya ilumine mi camino. Y arranque de mis entrañas esta especie de fuego abrasador que vuelve todo mi mundo del revés, como si fuera un calcetín.
Sobre dar un paseo contigo, mejor hablamos en otro post.



jueves, junio 26

 
Hoy una rubia bombón me ha preguntado si la semana que viene puedo ir a su casa. Quiere que le arregle noséqué en la terraza. También me ha propuesto ir luego a dar un paseo por la playa y comernos una paella. Y iba yo tan concentrado a su lado, escuchándola atentamente mientras decidía si cuando vaya a su casa debería llevar los alicates y el taladro-percutor, o los preservativos y las ingles depiladas, que no he visto la puerta de cristal que se abría automáticamente y me he estampado de morros contra ella. Dios, qué ostión. Yo creo que aún se está riendo. En fín, supongo que si Roger Rabbit no se hacía las ingles, yo tampoco lo voy a necesitar.

domingo, junio 22

 
Paseo.
Hace tiempo que sueño un paseo contigo. Empieza en tu boca. Nuestros labios se miran, se miden, se respiran, se ponen, se superponen, se tocan. Nuestras lenguas se rozan levemente, casi furtivamente, y poco a poco se detienen la una contra la otra. Se abrazan como si quisieran ser una sola. Y me embriaga el perfume de tu cuello. Me aferro a él con los labios, manteniendo a un milímetro de tu cuerpo todo mi ser. Ejerzo una leve presión con los dientes y con la lengua, rastreando cada centímetro de tu piel, como si quisiera retener para siempre su forma, su color, su olor, su textura, su calor. Como si fuera capaz de arrancarte con la boca todas las penas que la vida se ha entretenido a clavar en tu piel. Tu axila se amolda a la perfección a mi imperfecta mejilla. Te revuelves impaciente. Mi pierna está entre las tuyas. Mis pezones han dejado de mimarse con los tuyos, es mi boca la que ahora los lame y los besa. Y la tuya grita susurros ahogados. Mi lengua persigue las gotas de sudor que resbalan en dirección a tu ombligo. Desea hundirse en ti, saborearte, sentir tu humedad cálida. Tierna. Vibrar cada vez que te estremeces en uno de sus besos. En una de sus caricias. Quiere abrirte, labio contra labio. Penetrarte. Beberte. Vivirte.
Hace tiempo que sueño un paseo contigo, empieza en tu boca. Y acaba justo en su cielo. En tu cara, y en mi cruz.



jueves, junio 19

 
Esta mañana me he levantado y tenía unas tetas enormes. Qué digo enormes: inmensas. Ya sé que soy propenso a retener líquidos, sin entrar en detalles sobre qué tipo de líquidos, pero me han parecido una verdadera exageración. El caso es que he salido a la calle y nadie me miraba a la cara. Vale, ya sé que no es novedad, normalmente nadie me mira a la cara, pero es que hoy no apartaban los ojos de mis tetas. Y en el curro todos encontraban una excusa para abrazarme. Ponían una cara de gilipollas que pa qué. Y la verdad es que le he empezado a coger gustillo a lo de llevar tetas. Y a agacharme de repente para ver como todos doblaban el cuello y se ponían de puntillas. Qué idiotas son a veces los hombres. Venderían a su madre por dos tetas. En fín. Que hoy me he sentido querido, especial, como si fuera mi cumpleaños. Y ha estado tan bien, que espero que me feliciteis. Por mis dos nuevas tetas, y por mi cumpleaños. Y aprovecho la ocasión para recordaros que soy un rencoroso de mierda, y como alguien no me felicite, el día de mi funeral no pienso levantarme a saludarlo. Que nadie diga luego que no he avisado.

miércoles, junio 18

 
Sobre la crisis y la inflación.
Estoy preocupadísimo con las últimas noticias económicas que indican que en todo el mundo se ha disparado la inflación, y con ella, la crisis. Y la verdad es que el tema me tiene desde hace unos días con el corazón en vilo, porque desde que a los 35 pillé la crisis de los 40, no la he soltado, y siento una especie de constante inflación en la entrepierna que es un sinvivir. Y sólo pensar en que la cosa puede ir a peor, me pone los pelos de punta. ¿Me estallará sin previo aviso? En fin, por si las moscas, será cuestión de sustituir la mortadela del desayuno por el bromuro, a ver si conseguimos mitigar la fiebre inflacionista y paliar la crisis de los 40. O ya puestos, la de los 50, que la tengo a la vuelta de la esquina.



domingo, junio 15

 
Hoy me ha dado por ordenar el trastero y, como siempre, al abrir la primera caja de cartón, he olvidado a qué había bajado. Estaba llena de cartas, de juguetes, de fotos, de flores secas y de libros viejos. De recuerdos felices, que siempre son los que más entristecen. Me he sentado en la escalera y me he pasado todo el sábado observándolos, oliéndolos, reviviéndolos, abrazándolos, leyéndolos. Hoy no he comido mucho. Ni he ordenado el trastero. Pero sí trozos de mi vida. De mi pasado. He pensado en ti. Y creo que me ha sentado bien.



jueves, junio 12

 
Hoy quería escribir un post sobre sexo. Pero no el típico donde siempre me quejo de lo poco que follo. Había pensado en algo que fuera casi pornográfico. Pero por más que le he estado dando vueltas al tarro, no se me ocurre nada que sea original. Vamos, que he dedicado tanto tiempo a los preliminares, que ahora que ha llegado el momento de la verdad, no sé que poner. Joder, creo que estoy perdiendo práctica, o me estoy haciendo viejo. O las dos cosas a la vez. Y esto sí que me parece una verdadera obscenidad.

sábado, junio 7

 
A veces, los fines de semana, me siento como un submarinista, escuchando mi propia respiración, inmerso en una especie de pecera repleta de conversaciones banales que no me van ni me vienen. Y me veo a mí mismo como si estuviera sentado en el rincón de un salón, en una gran fiesta, encerrado en mis cosas mientras todos van de aquí para allá bailando la conga.
En cambio, entre lunes y viernes, supongo que el frenesí y el sin vivir del contrareloj que me abduce a diario, no me dan tiempo a pararme a pensar en mí. Esta especie de obsesión por hacer mil cosas a la vez me ayuda a sobrevivirme, es casi una bendición.
Por fortuna, mi madre nunca escuchó a aquel pediatra que insistía en que yo era, o bien hiperactivo, o bien autista. Decía que no lo tenía del todo claro, pero lo que sí sabía seguro es que yo era un caso clínico y se me tendría que medicar.



miércoles, junio 4

 
Friki.
Hoy me he levantado con un comportamiento fuera de lo habitual y cuando iba camino del curro sentía en el estómago una sensación extraña, como de estar perdiendo el tiempo en cosas mundanas. También me asaltaba un interés casi obsesivo por hablar klingon a la perfección. Y eso a pesar de que chapurreo el romulano, y de haber dedicado incontables horas de insomnio a la lectura y comprensión de la filosofía comercial ferengi. Lo que se me da peor es la modelización de cerebros positrónicos y la construcción de reactores de anti-materia basados en trilitio, pero lo suplo con creces recitando de memoria las aventuras radiofónicas de Artemio Espada Clark. Total, que creo que soy un friki. Pero no un friki normal, soy un friki de cojones. Vamos, tan freaki, que si alguien me sacude el polvo de la camiseta, le grito indignado que es un ignorante y que no intente cambiar lo que no comprende.
Y así, haciendo recuento de lo que ha sido mi primer día friki, me saben muy mal cuatro cosas: primera, que cuando se celebró el día del orgullo freaki yo era un tio de lo más normal, y para una vez que pegaba con mi entorno, voy y llego con retraso, en fín. Lo segundo que me sabe fatal es que, en mi condición de introvertido a quien le cuesta relacionarse con personas ajenas a su afición, tiendo a encasillar a la gente según me dicte el estómago, y muchas veces, como hoy, me equivoco. Pero de lleno. Lo tercero, es que como soy un friki, hoy sólo me he enamorado una vez. Eso sí, hasta la médula. Es que es un sol: guapísima, morenaza, inteligente, sarcástica y divertida. En fín, que me he enamorado hasta la médula. Me repito, sí. Y es que creo que sólo había experimentado una sensación parecida, algo así como una especie de éxtasis místico, cuando el capitán James T Kirk resucitó en el séptimo largometraje. Y lo cuarto que me sabe muy mal, es que con las prisas no he pensado en preguntarle si ella era más de la Federación, del Dominio, o del colectivo Borg. Pero mañana la llamo sin falta. Eso sí, si me suelta que ella es del colectivo Borg, le digo que cortamos. Faltaría más.



martes, junio 3

 
Frenesí
En fín, es que hay que ver. Tanto quejarme de mi jefe y resulta que la conferencia ha sido todo un éxito. Y en parte gracias a sus consejos. Porque, en cuanto he salido de casa, me he empezado a imaginar a todos los bombones que se han cruzado en mi camino completamente desnudas. Y después de unas paraditas estratégicas, por prescripción facultativa, en varios servicios públicos, he llegado a la universidad más relajado que la blusa de un hippie. Aunque la verdad es que también me ha dado un bajón de calcio. Vamos, que como tenga que dar dos conferencias más, o me inyecto puleva directamente en vena, o acabo con una osteoporosis de caballo. Si es que, ya cantaba mi abuela que esta vida, más que amor, es frenesí.



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