jueves, mayo 31

 
Funeral.
Por la presente, lamento comunicar que he fallecido de cintura para abajo. La mitad superior de mi cuerpo se ha llevado un disgusto tal, que ha pasado toda la noche en vela, llorando como una magdalena y sollozando. Que si qué iba a ser de ella; que no somos nadie; que toda una vida luchando tan unidas para acabar así. Me ha dado una pena. He intentado consolarla, pero sin mi parte inferior no podía razonar bien; era como si me faltara algo y no encontraba argumentos con que alentarla y calmar su aflición. Total, que voy a tener que vestirme de luto para ir al entierro de mi mitad inferior, y no sé dónde ponerme el pantalón. Ni los zapatos. Menudo plan.

martes, mayo 29

 
Ray-ban
Creo que con la edad, las cosas dejan de parecer de color de rosa y se tienden a ver en tonos de gris. Quizás sea que, además de la demencia, nos afecta una especie de daltonismo senil. O igual deberia intentar quitarme las gafas de sol de vez en cuando, ni que fuera para dormir.

lunes, mayo 28

 
Cuernos.
Hace tiempo que sé que mi mujer me engaña con otro. Concretamente, con mi mejor amigo, que resulta que soy yo mismo. Pero mantenemos una relación tan discreta que incluso a mí me cuesta darme cuenta de cuando quedamos. Y no me presento. Luego, cuando regresa a casa, a altas horas de la noche, aplisándose la falda y retocando el carmín de sus labios, me hago el dormido roncando en el sofá. La verdad es que me da tanto morbo saber que me está poniendo los cuernos conmigo mismo, que estoy deseando que se meta en la cama para proponerle una noche en vela, de las de mirarse a los ojos, hablar, beber, comer y no dejar de follar. Aunque ella diga siempre que le duele la cabeza, que ha tenido un mal dia, que además le acaba de venir la regla y que así, pues no es plan.

sábado, mayo 26

 
Perra
A veces pienso que esta especie de permanente sentimiento de pena que me invade, es sólo un pretexto para fabricar lágrimas que me hagan cosquillas y me recuerden que no he muerto. Esta noche, todavía. Que aún se hablan nuestros ojos. Que olvido mi perra vida si me envuelves, con el sabor agridulce de tus labios, con el latido de tus dedos, en tus versos negros.

viernes, mayo 25

 
Herencia genética.
Hay gente tan sensible que dice notar la rotación de la tierra, todo les da vueltas sin venir a cuento, y a veces se marean. Y hay quien confunde los mareos con la nostalgia. Como cuando tienes hambre, hambre de que te pasen cosas, y te muerde por dentro el ansia de que no te hayan sucedido. O te invade la sensación de que todo lo bueno de la vida se te ha escapado sin darte cuenta. Y te pones triste porque te imaginas perdiendo mil cosas bonitas. Y decides escribir tu testamento y piensas a quien vas a dejar cada una de tus pertenencias. A quien dejas tus nostalgias, tus recuerdos, tus dudas, tus penas, cada uno de tus mareos y el hambre de que te pasen cosas. Y así, de paso, aprovechas para agradecer a tus padres tan preciada herencia.

jueves, mayo 24

 
Carretera y manta.
A veces, la vida es como una carretera. De repente te encuentras con una caravana. Una interminable fila de coches, y te paras para seguir lentamente al que está delante de ti, a paso de tortuga, porque estás pensando en otra cosa, o escuchando la radio, o simplemente estás demasiado cansado y te dejas llevar. O bien decides tomar la primera salida que encuentras, aventurarte a lo desconocido. Y resulta que llegas antes. O igual no llegas a donde querias, pero disfrutas del camino y conoces nuevos sitios, nueva gente, nuevos cielos, nuevas nubes, nuevas lluvias. Nuevas caravanas. La vida es así, y lo importante es que en cada momento podemos decidir hacer cola, o tomar la primera salida. La verdad es que yo paso tanto tiempo en las colas que espero, de verdad, que cuando llegue al final de la carretera no exista otra. Otra vida. O que al menos no se parezca a esta. Creo que no lo podría soportar.

martes, mayo 22

 
Algo que recordar.
Cada año, paso tanto tiempo pensando en este momento. Siempre me pregunto dónde me encontrará. Quizás en la calle. En el curro. En el super. Follando. Quién sabe. En ocasiones, la espera se alarga hasta hacerse eterna, como el batir del péndulo gigantesco de E.A. Poe; dibujando una parábola en el aire que marca los segundos que restan. Hay cosas que cada año se reciben como si fuera la primera vez. Como si nunca antes hubieran pasado. Como el amor. Como el dolor. O la declaración de la renta. Hoy me ha picado el primer mosquito tigre de la temporada. Me ha hecho una ilusión. Y una roncha del tamaño de una pelota de ping pong.

lunes, mayo 21

 
Cada día.
Cada día salgo de entre las sombras y me miro en el espejo, tomo aliento, me acaricio las sienes, deslizo los dedos por el cuello hasta rozar los hombros, me peino las cejas mecánicamente, pliso las pestañas, doy voz a mi realidad, me muerdo las uñas, miro al infinito, me acaricio la cara con un pincel, canto en play-back cuando creo que nadie me mira. Sonrio. Me pinto los ojos con los dedos. Me adorno. Me disfrazo. Me cambio. Me embeleso cubriéndome de plumas color carmín. Y no sólo lo hago por fuera. También por dentro. Supongo que escribir un post sobre esta gran farsa de la vida, no tiene ningún mérito. Pero cada día, cuando me levanto, me miro a los ojos en el espejo y me pregunto ¿porqué? Y un susurro responde, que no sabes lo que siento.



sábado, mayo 19

 
La muerte tenía un precio.
Aunque él insistiera en creer que lo que le sucedía no era más que un puñado de casualidades, su médico de cabecera pensaba que la cosa no acababa de resultar normal. Desde bien pequeño, la idea de morir no le asustaba, aunque cualquier crujido a media noche hacía que saltara de la cama como la niña del exorcista, y se aferrara con los dientes al gotelé del techo del dormitorio; proeza que, a veces, solía culminar con una frase inintelegible ("tuhijaesunaguarraaaaa") y un ataque de tos, para mayor contrariedad de sus vecinos. Se preguntaba, ¿qué era morir, comparado con soportar un programa de televisión la madrugada de fin de año? Una nimiedad. Ninguna de las dos cosas podían recordarse al día siguiente. Aunque, en verdad, había deseado tantas veces morir; especialmente cuando abría la puerta y aparecian las amigas de su madre dispuestas a jugar al bridge. Realmente, siempre soñó con la posibilidad de iniciar una nueva vida, aunque fuera eterna, incluso a pesar de que su agorafobia le fastidiara el viaje al más allá; por las descomunales proporciones que suele alcanzar la eternidad, y por la poca puntualidad de los transportes públicos. Y ante ese terrible pensamiento, no podía evitar sentirse como un gusano en mitad del océano: mojado y ahogándose. Ahogándose en el infinito. En lo inabarcable. En lo incomprensible. Porque si una vida normal con poco sexo ya se le hacía un poco cuesta arriba, no quería ni pensar cómo debía ser pasar toda una eternidad sin follar. Aunque empezaba a hacerse una idea. En realidad, cualquiera podría haberle considerado un gran pensador de la muerte, y podría haberse convertido en un filósofo famoso si no fuera porque sus ideas, razonablemente profundas a cerca de La Parca, giraban invariablemente en torno a una azafata desnuda que portaba una guadaña, lucía unas tetas inmensas y jugaba con objetos de goma. Sin duda sabía a ciencia cierta que todos los hombres han de morir. Tarde o temprano. Y él empezaba ya a decantarse por la primera opción. Una vez leyó un artículo en una revista, según el cual la muerte no se hallaba en oposición a la vida, sino que formaba parte intrínseca de esta, lo que le procuró cierto consuelo y tremendas ganas de beber hasta perder el conocimiento. No era religioso, ni se las daba de héroe, ni profesaba el estoicismo; lo cual le dejaba pocas opciones. A lo largo de toda su existencia ignoró, metódicamente, funerales, plantas de hospitales para enfermos terminales y la delegación de Hacienda. Finalmente, una terapia intensiva de electro-shocks contribuyó a curarle, aunque los cables se cruzaron con los del departamento dedicado al estudio del comportampiento de los chimpancés y desarrolló, súbitamente, una inusitada apetencia hacia las bananas que acabó por hacerle dejarse un imponente bigote en forma de U invertida, enfundarse unos vaqueros ajustados y cantar a pecho descubierto "UIARDECHAMPIONS" en pleno centro, a las doce del medio día. Y tras la solana, murió de una inmolación.

viernes, mayo 18

 
Mi cocina.
A veces, cierro la puerta de la cocina y siento que me ahogo. Me aferro al mármol con las dos manos, flexionando las piernas; veo la sombra de mi reflejo en las baldosas de la pared y pienso que debe haber vida fuera de aquí. Me asfixio. Y salgo a la calle en busca de aire fresco. Y sí, compruebo que hay otras formas de vida, pero no son inteligentes. Para nada. Y, decepcionado, vuelvo a la cocina, me aferro de nuevo al mármol, me miro en las baldosas y me aliso las arrugas de la camisa. Enciendo el televisor y pongo las noticias, para acabar comprobando que las formas de vida no inteligentes, han invadido ya todo el puto planeta. Todo. Absolutamente todo, menos mi cocina.

jueves, mayo 17

 
Metamorfosis.
A veces me da por encerrarme en mí mismo, en tejer una especie de tela de araña a mi alrededor. A modo de armadura transparente que atrapa y destruye cualquier sentimiento antes de que pueda rozar mi piel. Como si lentamente fuera convirtiéndome en una crisálida. No. Crisálida no es la palabra: mejor capullo.

miércoles, mayo 16

 
Mi primera novia.
Hoy me he encontrado en la calle a mi primera novia. Y, es curioso, después de tantos años, me he dado cuenta de que tenemos tantísimas cosas en común. Tantas. Para empezar: la barba, un pésimo gusto vistiendo, y una especie de tic en el cuello que nos hace mirar hacia otro lado cuando nos vemos.

martes, mayo 15

 
Recuerdos.
A este concierto de Lluis Llach me llevó mi abuela cuando yo tenía 11 años. Él tenía pelo. Yo también. Me ha hecho mucha ilusión encontrarme el video en youtube, así que pego la url, para no dejarlo escapar.
http://www.youtube.com/watch?v=lxJkGhw6FHM

domingo, mayo 13

 
Peonza.
Me encantaría ser una peonza. Imaginar que tus manos me atan a un cordel. Que me elevas por encima del hombro y me lanzas contra el suelo, con fuerza. Que disfrutas viéndome hacer trompos, y chocar con el borde de las aceras; girar sobre mí mismo, derecho al principio, bamboleándome al final. Que contemplas cómo voy vistiendo de arañazos y golpes mi cuerpo de madera. Me encantaría ser una peonza. Vivir girando sin ver absolutamente nada, pero sabiendo que estás ahí. Cobijarme en tu bolsillo; despertar en el patio, a la hora del recreo y columpiarme en la hamaca de tu sonrisa. Vivir pegado a ti. A las caricias de tu piel, al roce de tus carcajadas, a los mimos de tus palabras y del vuelo de tu vestido, negro y blanco. Enamorado de la redondez de tus zapatos. De tus gafas, despatarradas sobre la mesa, a mi lado. De tus labios, de tu caida de ojos, de tu lengua. De tus caracoles bailando en mis hombros. De tu olor, a ti, a tanto, a nada. A todo. De las sombras color malva maquilladas. De tu montar en la silla de lado, a horcajadas. Llevo dias soñando que me atas a un cordel, me elevas por encima del hombro y me lanzas contra el suelo. Que me haces bailar al son de tu cuerda. Que soy tu peonza. Porque en tus manos, debe ser dificil distinguir una peonza de un planeta.

miércoles, mayo 9

 
Enamorarse.
Supongo que enamorarse es fácil. Es tan sencillo. Si te miran directamente a los ojos. Si te acarician, abrazan, miman, rozan, escuchan, cuentan, besan, estrechan, regalan, comparten. Si te abren en canal, sonrien, tocan, fotografian, achuchan, enlazan, rodean, guiñan, huelen, saborean. Enamorarse es tan fácil. Lo difícil será aprender a vivir con este hueco que me habeis dejado en el corazón.

 
Internet
He conocido a una chica guapísima en internet, se llama flordeloto89. No hace mucho que hablamos, pero nos llevamos tan bien. Sus palabras pasan de estar escritas en la pantalla a flotar en el aire, como por arte de magia. Me envuelven. Me hacen feliz. Es como sentir una ducha en el corazón, en trebuchet bold y color rosa. Ella vive en Japón y está casada con un señor con bigote, mafioso, muy celoso y machista (según cuenta) que ha jurado cortarle los cojones al primero que se le insinue o mire su sombra. Ya sé que a primera vista podría parecer que lo nuestro es casi imposible, pero creo que así empiezan las grandes historias de amor, con pequeñas dificultades que, una vez superadas, fortalecen la unión para siempre. Ella, en español, sólo sabe decir "Guilipollaz". Y yo, en japonés sé dar los buenos días: "konichiwa". Pero por algo hay que empezar. Y la verdad es que nos entran unas risas cuando conectamos las web cams. Creo que estamos a punto de caramelo y este fin de semana nos vamos a follar. Lo estoy deseando. Espero que no tenga la regla, que si no. En fín, me voy a depilar.
-"En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; hasta que el adsl los separe.
Lo que telefónica ha unido en el cielo, que el hombre no lo separe en la tierra."-

martes, mayo 8

 
Violeta.

Cuando tenga uso de razón quiero aprender a escuchar, a sonreir sin juzgar, a dar aliento con la mirada, y calor con los gestos. A dar un beso cuando nadie me lo pida. A seguir aprendiendo; siempre; a leer y leer, a empaparme como si fuera una esponja y a contar todo lo que sé a quien me mire a los ojos y no levante dos palmos del suelo. Quiero seguir excitándome, parar el tráfico sin ponerme rojo; romper nucas al doblar la esquina; quiero seguir teniendo muchas ganas de follar. Cuando tenga uso de razón, quiero preocuparme por los que quiero, mucho más de lo que me preocupo por mi, y encender velas que guarden su sueño. Y llorar sólo cuando deba hacerlo, cuando nadie mire. No quiero dejarme comprar por una llamada, ni ceder al chantaje emocional. Cuando tenga uso de razón quiero vivir aferrado a la vida, tumbarme al sol desnudo, soñar de pie, bailar salsa con los labios. Pintar lo que me rodea con mis fragancias y mis colores. En tonos de flor azul. Oler a violeta. Cuando tenga uso de razón, cuando crezca, quiero ser como tú.

domingo, mayo 6

 
Llanto. De pasión. Recuerdos, que al final, son un cruce de caminos.
Me he acordado muchas veces de ti y hoy he pensado en volverte a escribir. Quiero contarte que buscando entre mis libros ví tus dibujos y casi te oí decir: Hola, qué tal?



Casi te puedo imaginar al ver tu firma en un papel.

Recuerdos que al final son un cruce de caminos.

Y las gallinas pusieron 82 huevos. No es de extrañar.


sábado, mayo 5

 
Estatua
A veces siento tan arraigados dentro de mí el vacio y la ausencia, que creo haber perdido para siempre el mundo de vista. Y me encojo. Menguo, como una pompa de jabón en el extremo de una pajita cuando alguien deja libre el lado opuesto. Voy soltando aire hasta desaparecer. Hasta dejar de existir. Esperando a que alguien acerque sus labios y sople algo de vida dentro de mi. Que me hinche hasta hacerme reventar. Mirándome a los ojos. Observando imperceptibles cambios de color en mi piel. Pegando su cara a mi cuerpo. A los hombros, que es donde nacen los abrazos, donde más se siente el vacío de la ausencia. Y me estrecho a mí mismo sin rozarme, sin darme calor. Ni consuelo. Como una planta trepadora se aferra al aire, al vacío, a la oscuridad, a la podredumbre. A veces veo en ella mi propio reflejo. La imagen de una estatua que no me deja dormir, porque mantiene viva mi memoria.

jueves, mayo 3

 
En el tren.
Ayer, en el tren, una rubia bombón me echó los tejos. Y de qué manera. Bueno, de hecho, para ser precisos, lo que echó fué un estornudo impresionante. Tan fuerte, que su dentadura postiza salió disparada como si fuera un proyectil y aterrizó justo en mi entrepierna. Dijo: "chico, peddona", y se apresuró a cogerla. Me ofreció un pañuelo para que limpiara las marcas de saliva que habían quedado en el pantalón. Lo acepté. Más que nada por no tener que ir explicando a todo el mundo cómo había conseguido que una rubia bombón me mordiera la polla en el tren a las 5 de la tarde.

martes, mayo 1

 
Heridas.
A veces doy con heridas en mi cuerpo que no recuerdo haberme hecho. Las descubro al sentir que me escuecen con el contacto del jabón, en la ducha, por la mañana. O las localizo en pliegues escondidos, en lugares recónditos de la piel, al encontrarme la ropa perdida de sangre. Son como estigmas que aparecen sin causa aparente. Como cuando alguien te hace un comentario aparentemente inocente. En ese preciso instante no reparas, no haces caso, te parece intrascendente o sin sentido. Pero se queda dentro, aferrado a algo de ti. Y te da vueltas en el interior, sin que tú te des cuenta, hasta producirte una herida que sangra y te mancha de rojo vermellón. A tí y toda tu ropa. Y quizás todo el mundo menos tú, puede ver tu herida. Tú sólo la descubres cuando te escuece al ducharte, con el jabón de la mañana, cuando toda causa queda ya tan lejana.

 
Ver doble.
Desde hace unos días tengo dos links en el blog de Almu. Y me hace una ilusión. Bueno, concretamente, dos.

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