martes, septiembre 30

 
Dejo un post-it para mi.
Creo que soy una cazadora reversible, porque a veces llevo el forro por fuera, y otras por dentro. Pero nadie (salvo tú) parece darse cuenta. Y eso me ha hecho decidir escribirme un post-it y colgarlo en la nevera, para que no se me olvide que huir de mí no sirve de nada. Que pasar los días contando los años sólo vale para luego lamentar todo el tiempo que se te ha escapado. Sin duda hay muchas cosas que no me gustan de mi, pero algunas las he intentado cambiar, aunque otras las he cultivado sabiendo de antemano que las odiaba. Así que supongo que ha llegado el momento de pensar en volver a empezar. De abrirme, que es lo que más me cuesta. Porque abrirse puede doler tanto. Aunque también reconforta si de vez en cuando los rayos del sol acarician tu interior (momento flor en primavera). A veces siento que me he atado una cuerda alrededor del cuello que no me deja ir más allá del perímetro de seguridad, del de siempre, impidiéndome ver otras cosas. No sé si por miedo, por dejadez, o por miedo. La verdad es que no lo sé. Sólo sé que no puedo seguir así, atado a la misma cuerda. Si al menos se tratara de una goma elástica, daría un poco de sí. No sé, supongo que algún día tendré que aprender a decir que no. O a decir que sí. Mañana me pienso si es a decir que no, o que sí. El caso es que ahora no lo sé, pero no tengo prisa, sólo quiero salir de aquí.

lunes, septiembre 29

 
No deja de sorprenderme el hecho de que, contar lo que más te duele a alguien que te comprende, siente tan bien. Un hombro, un sisisi y unos kleenex. Con qué poquito nos conformamos. Si es que somos todos unos santos. Hombrepordioscoñoya.



sábado, septiembre 27

 
Autobiografia
Hoy he encontrado, perdido bajo un montón indecente de libros, un álbum con las fotos de mi vida. Están todas: mi bautizo, mi primer cumpleaños, mi primer patinete, mi primera ostia, mi primer beso en la boca, mi primera ostia, mi primera ambición, mi primera ostia, mi primera esperanza, mi primera ostia, mi primera ilusión, mi primera ostia... (por si no ha quedado suficientemente claro, la vida suele dar bastantes ostias, y todas duelen como si fueran la primera, qué se le va a hacer). Y así he ido acercándome al presente, y tras él, he visto que aún quedan hojas. Dos o tres. Pero no me atrevo a mirarlas, porque si resulta que la foto de mi muerte es en colores y hay sangre, yo me mareo y vomito.



miércoles, septiembre 24

 
Caos y orden.
Tanto tiempo evolucionando para intentar salir del barro, y de hecho, es que seguimos metidos hasta las orejas en él, igual que las amebas. Y por mucho que progresemos, el fango crece más deprisa que nosotros y nuestro propio ADN juntos. Menudo plan. Aunque siempre, siempre, cuando más hundido en la mierda te encuentras, aparece una sonrisa, un dedo con botón, un abrazo regalado, o una mirada cargada de palabras, que te devuelven a la vida y a la esperanza. Quizás algún día venzamos al barro. Pero unidos, claro. No como las amebas.
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De repente, sin saber muy bien cómo he llegado hasta aquí, me encuentro con una Barcelona de cielo gris, de aceras encharcadas y repleta de obras. El viento sopla impaciente, como queriendo hacer estallar la tormenta que no acaba de llegar. Me da de pleno en la cara, penetrando directamente en las venas y llenándome de este olor tan característico y peculiar, mezcla de salitre y deshechos, que resulta imposible describir, pero tan sencillo reconocer. Camino hasta el mercado repasando con la mirada las paredes y los escaparates de callejuelas estrechas y adoquinadas. Me encantan, porque es como pasear por un pueblecito perdido en plena gran ciudad. Un joven de color (concretamente de color negro), borracho, con una bolsa del Caprabo en la cabeza, se lleva las dos manos a la boca como si tuviera un micrófono y canta sobre un banco de la plaza. Desentona que da gusto, pero a nadie parece importarle, está clarísimo que en cualquier caso va a llover. Abrazos en la calle, besos en las aceras, tocarse y rozarse el alma con palabras. Botones en los dedos. Cremalleras en el corazón. Heridas que nunca cicatrizan por mucho que se cosan con caricias de seda. Escaparates de moda con menú, café y copa. Una grua sodomiza a un coche. (Des)esperanza tras cada esquina. Llueve, pero no demasiado. Lo justo para que todo el mundo decida empezar a correr. Un perro perdido en el metro es aprendido por un segurata, y colmado de caricias y besos por una niña. Vuelvo a casa, la encuentro extraña, sucia, la cama está deshecha, la ropa pide plancha a un lado de la mesita de noche, y los libros piden estanterias sobre ella. Recuerdos del pasado en sepia y nostalgia de un futuro en colores. Me sientan bien. Entre el desorden ordenado y el orden desordenado. Me siento muy lejos de todo, de la vida, de mi vida, de mí. Pero al mismo tiempo muy cerca de ti también.



lunes, septiembre 22

 
A veces
A veces supongo que nada encaja donde debiera. Como si fuera un puzzle barato donde siempre faltan o sobran piezas.
Como mi vida, donde nada ni nadie encaja con nada. Bueno, sí, todo encaja contigo, pero quedas tan lejos, que casi es mejor no pensar.
(A veces estoy tan cansado de todo, y te echo tanto de menos, que me resulta imposible dormir. Pienso en ti, y me encanta, pero también me duele. Es como permanecer serio cuando alguien te sonrie. Imagino que lo único que puede hacerse es sacudirse la pena y mirar hacia delante. Suponiendo que a estas alturas encuentre dónde queda mi delante y tu detrás.)



jueves, septiembre 18

 
Notas manuscritas para un tratado de filosofía metafísica. O un libro de cocina. Lo que necesite primero.
(Quiero legar el contenido de las siguientes notas sobre filosofía metafísica a la posteridad. Que es el apellido de la mujer de la limpieza).

"¿Puede diferenciarse la "hermosura" de la "HERMOSURA"? No, si ambas tienen bigote y les huelen los pies."
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Los cimientos de la metafísica se levantan sobre la piedra angular del concepto griego del átomo. Ya Demócrito denominaba "átomo" a cualquier partícula elemental indivisible. Un curioso parecido con los términos que utiliza mi prestamista al referirse a mi nómina.
En 1773 el químico francés Antoine-Laurent de Lavoisier postuló el famoso enunciado: "La materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma." Y en 1774 una famosa productora de sopicaldos comercializó el Avecrem. ¿Casualidad o destino?
Por otra parte, Leibnitz, a principios del siglo XVIII instauró la Monadología, según la cual se concluye que los elementos que componen la materia son, sin duda alguna, las mónadas. Por fortuna Demócrito y Leibnitz nunca coincidieron en la televisión, porque un programa de media hora podría haber resultado tediosamente eterno.

En cualquier caso, se supone que estas partículas elementales un día interaccionaron, se pusieron en movimiento, o fueron a comprar el pan. No queda muy claro qué fue lo que sucedió primero. Pero a partir de ese preciso instante, ya todo se convirtió en un ir y devenir. Y desde entonces, por mucho que alguien acuda con antelación a su cita en un buffette de abogados, nunca será recibido a la hora acordada.
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Por supuesto, todo lo anterior no explica la existencia de la vida eterna. O en caso de que exista, si será posible encontrar un taxi los días de lluvia. O si habrá restaurantes vegetarianos con un servicio decente. Pero Schopenhauer dictaminó que esto no era fruto de la "causalidad", si no más bien de la "voluntad", en clara referencia al término "dormir la siesta a la bartola" o "cocer la mona". Y aunque su doctor de cabecera finalmente determinó que todo fue fruto de una embolia, él insistió en esclarecer que vivir la muerte en sí misma, es una paradoja. Especialmente si acabas de endeudarte para amueblar tu pisito. Y que la prueba determinante de que "Dios" (en contraposición a "dios") no existe es que, aunque siempre la hagas de la misma forma, a veces se corta la mayonesa y a veces no.

domingo, septiembre 14

 
tic-tac.
Adoro estos momentos regalados en que siento (sueño) que la noche me pertenece. Ahora mismo me envuelve una brisa fresca, dulce y limpia que entra por la ventana. Como un chorro de agua que tuviera el poder de detener el tiempo, o de congelarlo. Será el preludio del otoño, supongo, aunque este año no tengo la sensación de costumbre, de que todo a mi alrededor está a punto de secarse, arrugarse y caer, como las hojas de los árboles. Imagino que tantas veces viviendo las mismas sensaciones terminan por convencerte de que a cada otoño sigue un invierno, y tras este, una primavera y un verano. Y acaban por demostrarte que la rutina mueve montañas. Te das cuenta de que no existe el apocalipsis, aunque algún lunes casi lo parodie. E interiorizas que al finalizar el verano no suenan trompetas, ni el cielo cae a pedacitos sobre nuestras cabezas. Ni nada parecido. Es la sensación de haber resistido a una tempestad donde algunos lo hayan perdido todo, otros simplemente se hayan entregado a la deriva y la gran mayoría haya sobrevivido como buenamente ha podido, convencidos de que la vida sigue. Y así nos sorprendemos a nosotros mismos jugando con los juguetes de siempre, leyendo de nuevo aquel libro preferido o reencontrándonos con series de televisión que nos distraigan y alejen del día a día, y de nosotros mismos. Tratando de memorizar alguna frase especial que nos ayude a encontrarle un sentido a esta vida, que en realidad no tiene. Salvo porque quizás mañana, después de tanto tiempo, se besen de nuevo nuestras miradas, se abracen las palabras en el aire y charlemos un rato, antes de que el reloj de este recién estrenado lunes nos devore sin compasión.



miércoles, septiembre 10

 
Así habló Sarachusma.
(Apuntes para una novela de 3,500 páginas).
- La acción se desarrolla en la España del año 1492, en un pequeño pueblo costero. NOTA: para documentar de forma precisa el ambiente y la trama, consultar en la wiki o añadir a Carmen Sevilla a los contactos del messenger -
Un hombre es detenido tras robar curruscos en una panaderia. Avergonzado explica: siento debilidad por los mendrugos, me recuerdan tanto a mi padre. Más tarde es identificado como un famoso bandolero, aunque nadie recuerda su nombre. Desolado, decide colarse de polizón en una de las tres caravelas para iniciar una nueva vida, esta vez como sandwich de sobrasada. Embargado por la emoción al desembarcar en la Baja California, le pisa un juanete sin querer, y ella no puede más que insultarlo indignada. Fascinado ante la elocuencia de quien considera un amor a primera vista, Curro (que así se llama el bandolero) decide pedir su mano en matrimonio, cualquiera de las tres. Tras contraer nupcias, y la sífilis, montan una pequeña tienda de ultracongelados. A pesar de que a finales del siglo XV ultracongelar era una fiesta, la tienda es un tremendo fracaso. Así que deciden dedicarse a comerciar con esperma de ballena. Pero todas las ballenas con las que comercian, o son hembras, o les duele la cabeza. Y pronto descubren que así no es plan. Deciden olvidar los ultracongelados y el esperma de ballena cuando conocen a Walt Disney y les propone doblar al ratón Mickey. Pero dios, si escurridizo es ya de por sí un roedor, ¿quien podría pretender plegar por la mitad a uno del tamaño de un hombre? Ya, en el ocaso de su vida, la esposa de curro da a luz a dos hijos mellizos: uno normal y el otro completamente imbécil. A Curro le resulta imposible distinguirlos si no les da un cubo de Rubik a cada uno. El imbecil lo resuelve en un pis-pas, en cambio el normal no puede reconstruirlo si no despega y vuelve a pegar los adhesivos de colores (con suficientes matices y siempre intentando no abusar de las frases descriptivas, esta idea puede dar para varios capítulos. Pongamos que los 516 del libro, exceptuando el índice y los agradecimientos, claro está. Que tampoco hay que abusar). Finalmente, el modesto negocio de Curro y su esposa, se convierte sin que nadie haga absolutamente nada, en una cadena de grandes almacenes de corte británico. Y Curro muere dichoso, arropado plácidamente por sábanas de terciopelo en su propio lecho, a los 99 años de edad, con un enorme puñal clavado en la espalda.
(NOTA importante: recordar imprimir a Curro un caracter apacible y afable, aunque activo y dicharachero. De forma que enganche al lector, sutil e indefectiblemente. Hasta el punto en que este se sienta totalmente identificado. Bien con él, o con su hijo el imbécil).

martes, septiembre 9

 
Dormir.
A veces estoy tan cansado de todo, y te echo tanto de menos, que me resulta imposible dormir. Pienso en ti, y me encanta, pero también me duele. Es como permanecer serio cuando alguien te sonrie. Imagino que lo único que puede hacerse es sacudirse la pena y mirar hacia delante. Suponiendo que a estas alturas encuentre dónde queda mi delante y dónde tu detrás.





jueves, septiembre 4

 
Mitología marina.
El Gumbertino Submarino.
Se comenta entre los más feroces, intrépidos y arrojados (normalmente por la borda, porque llegaba a resultar molesto para el resto de la tripulación verlos pasear su maldita arrogancia por cubierta) lobos de mar que El Gumbertino Submarino posee un inquietante y casi sobrenatural parecido con el Gran Gumbertino Submarino, aunque el ojo experto puede diferenciarlos a simple vista, gracias a la animadversión que sufre el primero a calzar botines de tacón de aguja.

El Gumbertino Submarino es un espeluznante monstruo marino con diez cabezas de gamba y cuerpo de deshollinador. Se trata de un ser hermafrodita e inasequible al desaliento, porque a pesar de que sus diez cabezas le duelen siempre, hasta el momento ha conseguido perpetuar la especie. Alguien debería preguntarle cómo y publicarlo en internet.
Según cuenta la leyenda, quien sostenga la mirada de un Gumbertino Submarino sin pestañear durante 69 segundos, perderá inmediatamente su dignidad y los 15 puntos del carnet de conducir. O en su defecto, le tocará el gordo de Navidad, y aunque nadie nunca ha concretado qué parte de su cuerpo será tocada por el gordo, yo tampoco lo pienso contar.
Se dice que los Gumbertinos Submarinos están dotados de melosas voces que son capaces de enloquecer a los más rudos y bravíos marineros, especialmente cuando entonan canciones de JL Perales.
Para finalizar, simplemente destacar que según la cultura ancestral de los pescadores de la isla Lulúuísémuá, es legendaria la existencia de un Cementerio para Gumbertinos Submarinos. Aunque es secreto y nadie conoce su ubicación. Ni siquiera los propios monstruos. Así que cuando fallecen, deben esperar completamente inmóviles en el lugar de su muerte, hasta que una comitiva funeraria los pase a recoger.





Discover Ayo!



PD1: Perdón por la gilipollez de la 1. Sí, debería follar más y desvariar menos. Gracias.
PD2: Dios, me encanta esta canción.
PD3: Per molts anys, Violeta del meu cor.

lunes, septiembre 1

 
Sé que estas no son horas de ponerse a escribir. Pero me temo que esta noche no voy a poder dormir. Ni leer, no hay forma de concentrarse. Escuchar música, sí. Y además llevo todo el día enganchado a esta canción:




Esta tarde he salido a correr y me han pasado dos cosas que no paran de rondarme y no me dejan dormir. La primera es que he leido esta frase en una pared: "el amor es como el papel higiénico, cuando más lo necesitas se te acaba". Y la segunda es que una chica me ha entrado justo cuando llegaba de correr. Era guapísima. Yo estaba en ese instante mágico en que no sabes si entrar voluntariamente en coma, echar los higadillos por la boca, o las dos cosas a la vez. La chica me ha mirado, me ha sonreido y me ha preguntado que cuánto había corrido, y yo, con la elocuencia que me caracteriza, le he contestado que "bfffbfffbffaghhhhhhhhhhhbfffaghhh". Espero que no haya pensado que me estaba corriendo en su cara. O que era retrasado mental, cosa que tampoco queda muy lejos de la realidad. Total, que llevo toda la noche pensando en la frase y en la chica. Y en que a veces, pierdes la oportunidad de empezar un rollo. Aunque sea de papel higiénico. En fín, que ahora mismo, lo único que deseo es que mañana sea otro día. Concretamente Lunes, si puede ser.


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