sábado, marzo 28

 
¿Porqué lo llaman amor cuando quieren decir cibersexo?
Sólo se me ha ocurrido el título. Otro día escribo el post.
Me he pasado un buen rato aqui, y he perdido la noción del tiempo.

viernes, marzo 27

 
l'amour.
Últimamente tengo unas conversaciones de lo más profundas conmigo mismo. Son tan enriquecedoras que a veces no me entiendo. Es como cuando acabas de leer un libro que te ha encantado, pero tienes la sensación de que te has perdido absolutamente todo lo importante que el autor quería decir. Pues eso mismo me pasa conmigo cuando mantengo diálogos sobre el amor. Es mi tema de conversación predilecto, quizás equiparable con el sexo. Adoro ambos. Y creo que son sagrados. Aunque a veces me contradigo. A ver si me explico: a veces tengo una visión intelectual y lógica del amor, pero otras soy un romántico empedernido, y todo depende del tiempo que lleve sin follar. Curioso, sí. Pero es así. Es como si en un instante pensara que el amor de mi vida lo iba a encontrar en http://www.sitiosespana.com/zanox/be2/, y otras estuviera convencido de que el amor verdadero sólo puede nacer de una pulsión deliciosa, de una vibración armónica extrahordinaria. De un milagro. En cualquier caso, siempre estoy de acuerdo conmigo en que amar no debe ser un medio, sino un fín. Claro que si en este último pensamiento sustituimos amor por sexo, la verdad es que queda fatal. Vamos, que no sé qué pensar. A parte de que me encanta esta canción. Y que mañana (horror) estrenamos fin de semana:




miércoles, marzo 25

 
En mi edificio hay dos perros: el setter rojizo de mi vecina de arriba, una morena con mucha mala leche pero con la que puedes contar si necesitas cualquier cosa (que no sea una felación) y el cocker negro de la de al lado, una rubia anoréxica que lleva anoraks de Burberrys y es simpatiquísima, pero no le pidas que te haga el boca a boca en caso de parada cardio-respiratoria si es su día de manicura, porque sólo tiene aliento para sus uñas. Los dos perros son monísimos, siempre me ladran como posesos. Y además son macho y hembra. Cuando se cruzan en el vestíbulo montan una coreografía (los cuatro) de lo más interesante. Sin entrar en detalles escabrosos sobre quien olisquea primero el trasero a quien, tras el júbilo de la nueva (y frenética) toma de contacto, la perra suele dar un tremendo salto hacia atrás en la primera aspiración, como si él llevara un cactus en el culo, en cambio el perro acostumbra a aparentar un cierto estado de éxtasis, como el que podría experimentar al oler un precioso ramo de rosas relleno de suculentas albóndigas de primera clase. Pero lo interesante de la coreografía no son los perros: son las dueñas. Las dos parecen obviar que sus perros adoran olfatearse el culo (hasta que la perra cambia de opinión, claro), y no dejan de tirar de las correas intentando separarlos como si les fuera la vida en ello.
¿A qué viene esto?
Pues, hace mucho tiempo que me había fijado en una chica del curro, nunca nos habíamos hablado, pero sí cruzado en numerosas ocasiones por los pasillos. Digamos que nos olisqueábamos en la distancia. Hoy alguien me ha dejado un mensaje en el contestador, pidiendome que quedáramos a una hora y en un lugar concreto, necesitaba hablar conmigo urgentemente. De cosas de trabajo, evidentemente. Cuando he llegado a la inesperada cita a ciegas, resulta que era ella. Y hemos improvisado una especie de coreografía. Siempre muy educada, sin llegar a agacharnos para olfatearnos el culo. Y menos mal, porque la pobre olía fatal. Y me he sentido como la perra de mi escalera: clavando el hocico en un cactus. Pero sin tener la fortuna de que me tiraran de la correa para intentar separarme y llevarme de paseo. En fin, al menos sé que no me gustan todas. Que aún tengo criterio. Concretamente, el mismo que la perra de mi vecina.

sábado, marzo 21

 
Como soy así de friki, a veces me da por emular a supermán. Hoy he salido a correr con unos chicos que tendrían unos 20 años menos que yo. Uno de ellos, el más cachondo, siempre que empezábamos a subir una cuesta, gritaba para animar al resto del grupo: "¡recordad Pearl Harbour!". Y teniendo en cuenta que en la segunda guerra mundial su padre probablemente aún no estaba ni en los testículos de su abuelo, me pregunto si lo hacía sólo para animar al grupo, o para ponerse a mi nivel. Quizás simplemente le guste la historia. No sé qué pensar.
Total, que ahora me encuentro ante un dilema, y es el siguiente: no sé si yo la próxima vez que salga a correr con ellos, para animarlos, debería remontarme en proporción directa hacia el pasado y gritar: "¡recordad las Termópilas!". O hacia el futuro: "¡recordad el holocausto nuclear!". Menudo lio, de verdad. Quien me mandará a mí salir con niños. Con la de problemas que dan.

jueves, marzo 19

 
Me he apuntado a esto. Y considerando que el primero que la corrió entera, sucumbió en el intento, al ser esta vez sólo media, espero tener la fortuna de morirme sólo la mitad. Y si se puede elegir, me pido perecer de ombligo para abajo, a ver si este sin vivir primaveral en el que me encuentro inmerso se convierte en algo más llevadero.
Siguiendo con el primer tema, cuando ayer, después de algo más de hora y media corriendo como un imbécil por el bosque sin llegar a ninguna parte, entré en aquel vestuario que olía a cualquier cosa menos a rosas, y me metí en la ducha, me sentí el hombre más feliz del mundo. Aunque paradójicamente, también el más desgraciado.
Me explico: feliz, porque despues del palizón, te da un subidón de euforia estúpida difícil de explicar, dicen que son las endorfinas, pero yo creo que es alguna especie de ramalazo sadomasoquista congénito que no quiere acabar de despuntar. Por otro lado: desgraciado. Porque disfrutar tu mejor momento del día en un vestuario pequeño y maloliente, abarrotado de tios peludos, sucios y sudorosos, no es que diga mucho a favor del resto de tu vida. No sé si me explico.

lunes, marzo 16

 
¿Crisis?
Ayer fui de compras a un centro comercial. Estaba tan lleno que, nada más entrar, se me quitaron por completo las ganas de comprar. Por suerte, llevaba conmigo una buena banda sonora. Con música, hasta mola que te empujen.
La banda sonora era esta. A veces, paradójicamente, para disfrutar del silencio, como de tantas otras cosas: hay que subir el volumen hasta ensordecer.




viernes, marzo 13

 
Honestidad

miércoles, marzo 11

 
Esta mañana, mientras me dirigía al curro, he descubierto que no soy quien creía ser. Claro que tampoco el día era lo que se esperaría que fuera un martes de primeros de Marzo: el sol, el cielo, las sombras, la brisa, la temperatura. Mostraban esa extraña mezcla de calor y frescura que todo lo cambia. Todo lo decora. Como cuando pones cortinas nuevas en un salón viejo. Todo estaba fuera de lugar, como disfrazado. O peor: camuflado. No sé, hace varios meses que mi vida no se contenta con ser la más espantosa del universo. Además me reta a que descubra quién creo ser. Y eso me saca de quicio. Porque si nunca seré capaz de ser yo mismo. No te digo intentar saber quien creo ser. De quién quisiera ser yo, mejor hablamos en otro post. Por no aburrir, más que nada.

viernes, marzo 6

 
Mónica Naranjo acaba de invitarme a su facebook oficial. Al principio me ha hecho ilusión, pero luego he pensado: coño, ¿y si me la encuentro? Qué susto ¿no?.

miércoles, marzo 4

 
Hoy volvía a casa cansado, con ganas de no encontrarme con nadie. Pero al doblar la esquina, me he tropezado literalmente con un amor que tuve hace mucho. Al poco de cumplir los 16. Estaba encantadora, pelirroja, divertida y preciosa. No dejaba de tocarme los brazos mientras hablaba. Me encanta que me toquen cuando me hablan. Pero sin saber porqué, me he puesto como rígido. Haciendo ver que no me importaba verla de nuevo, después de tanto tiempo. Finalmente se ha despedido con dos besos y un a ver si quedamos chaval. Y ahora me pregunto qué fuerza etérea, universal, todopoderosa y cósmica me obliga a comportarme como una rara variedad de completo imbécil, justo cuando debería mostrar mi lado más divino (si es que eso existe). Y luego me quejo de que follo poco. En fín.

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