viernes, noviembre 27

 
Hoy, no sé porqué, me ha venido a la cabeza que cuando hacia el servicio militar en Madrid, me encontraba siempre en el metro con una señora que se abrigaba con un sobretodo oscuro de cuello de terciopelo ancho y redondo. Llegaba hasta Argüelles ojeando el periódico, de pie y sin aferrarse a nada, ya entrada la noche. Allí siempre se abrian las puertas del vagón y la perdía. La encontraba de nuevo en Sol, al día siguiente, a la misma hora. Ella nunca se fijó en mí. Imberbe de uniforme azul. Me imaginé que vivía rodeada de familia parlanchina. De las que hablan mucho, pero de nada importante. Porque se la veia callada y mustia. Como encantada de verse inmersa en el bullicio silencioso del metro. Me la imagino aferrada a los pedales de una máquina de coser, una Singer negra con letras doradas, apoyada sobre una estructura de hierro colado y pedal inmenso de madera gastada. Hoy, no sé porqué, me ha venido a la cabeza, quizás porque siempre me pareció de risa fácil, aunque tras un disfraz triste. Y me encantan las personas que son así.

domingo, noviembre 22

 
Llueven hojas marrones y rojas. Las lágrimas de los árboles se me pegan en la cara, en el pelo, en la suela de los zapatos. Un niño me sonrie desde una silla de bebé. Le devuelvo la sonrisa. Contesto un sms, aunque nos busquemos, no nos encontramos. La cajera de la sirena me da los buenos dias. Me encanta coger gambas ultracongeladas con guantes de plástico, el frio en los dedos me recuerda que estoy vivo. Me envias esta canción, la escucho y cada nota me recuerda a ti. Tu sonrisa y tus lágrimas. Te echo de menos.


viernes, noviembre 20

 
Me pregunto qué estaria haciendo ahora mismo si supiera que mi tiempo tiene un limite. Que pronto voy a morir. Quizás lo mismo que estoy haciendo ahora (¿¿escuchar música y escribir??). Voy a buscar en la nevera un poco de serenidad. La enésima cerveza. Hoy, necesito dormir.

martes, noviembre 17

 
Todos buscamos la magia a nuestra manera. Evitando lo que duele. El mordisco. La inyección. La verdad sin sonrisa. Cerrando mucho las piernas. Abriendo mucho la boca. Pidiendo comida china para removerla con los palillos en la cama. Pagando facturas. Cuadrando los gastos. Todos buscamos la magia. Y mi madre no para de hacerme tartas. No sé si algún dia podré superarlo. Odio necesitar buscar magia para afrontar la vida. Lo odio y ya me empieza a consumir tanto por dentro que me estoy empezando a cansar.

jueves, noviembre 12

 
El dueño, no.
Como cada noche, recojo y clasifico mis desperdicios en bolsas de colores antes de salir a la calle. No me quito la ropa de estar por casa, salgo tal cual: hecho un adefesio, para qué nos vamos a engañar. Un setter irlandés precioso me hace fiestas. Dejo las bolsas en el suelo y le pregunto qué hace ahí tan solo. Lleva collar y chapa. Me muerde una chancla. Qué juguetón. Recojo los restos de la chancla del suelo, me quito la otra, para no andar descompensado, y las meto en la bolsa de color gris. Me intereso por el setter, me pongo a su altura, en cuclillas, descalzo, vestido de adefesio y rodeado por bolsas de basura. Oigo una voz, supervaronildelamuerte, a mi espalda: "COOOOOOOÑOOOOOOOOO, NOOOO juegues con pobreeesssss, ostiaaaaaaaaa!". Sin ánimo de querer abrir un debate on-line sobre el nombre del perro (¿coño?), me gustaría romper una lanza por esos días del año en que impera la ausencia de uno mismo. Aquellos en los que te pierdes sin saber cómo ha sido. Esos días en que te dejas llevar por cualquier cosa que te pase. Días en los que hasta que te muerdan las chanclas te parece bien. Aquellos días en que, cuando te das cuenta de que te encuentras rodeado por tu propia mierda, y descalzo en mitad de la calle, ya es demasiado tarde hasta para disimular. Una vez rota la lanza, que alguien me pase el loctite, que voy a pegarla de nuevo, porque eso sí: el perro era una preciosidad, pero el dueño, no.

martes, noviembre 10

 
Never let me down (again).
Llevo tu corazón conmigo.
Lo llevo en mi corazón.
Nunca salgo sin él.
A donde quiera que voy, él viene.
A donde quiera que vuele, tú vienes.
Como un beso de abuela se tatua para siempre en la piel.
O el vapor del aliento se adhiere a los cristales.
Tú vives en mi.
O yo vivo en ti, no sé.
Pero vivo.
Gracias a ti.



domingo, noviembre 8

 
El viento, las hojas, las sombras. Explotan. Se tatuan en mi piel. Como el liquen crece en las rocas. Con gestos concéntricos. Como imitando la redondez de la luna. Me tatuan por dentro. Siento el frio por fuera. Salgo del coche y ando por mil pasos cebra. En el carrefour compro bolsas biodegradables. La cajera me dice que no tengo premio y sonrie. Yo miro al infinito, devuelvo la sonrisa por cortesia, subo el volumen del ipod, y meto los bollicaos en la bolsa. Firmo el recibo. La gente se amontona en las cajas y suspira. La cajera sube al taburete y suspira. Me aproximo a la puerta corredera, se abre, y suspiro.



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