sábado, agosto 30

 
Amor eterno.
Estoy encantado. Hace tan poco que convivimos y ya somos inseparables. Es única. La he deseado tanto. Y ahora es mía. Sólo mía. Es adorable, nunca tiene una mala palabra, ni un mal gesto. Siempre atenta. Siempre dispuesta a satisfacer todos mis deseos. Se abre como un libro al menor roce de las yemas de mis dedos. Y por mucho que le pida que me repita las cosas, lo hace encantada. Más alto. Flojito. Me susurra canciones al oído. Y con esa apariencia impecable, tan elegante, tan actual y clásica al mismo tiempo. Estoy enamoradísimo. Hasta la médula. De mi nueva Ipod. A ver lo que me dura.



miércoles, agosto 27

 
A veces.
A veces odio esta especie de ataques de misantropia mística que parece que me condenen al insomnio y me obliguen a escribir a las quinientas de la noche. Cuando todo el mundo en su sano juicio ya duerme. Quizás sea por la sensación que tengo en ocasiones de que somos como gotas de agua deslizándose por una ventana en un día de lluvia. Gotas que casualmente, sin querer, a veces cruzan sus caminos. Y entonces se besan y se funden para formar una gota mayor, aunque sólo sea para después volver a separarse. A veces sin dolor. Y otras como lágrimas de angustia y desconsuelo que rompen contra un cristal. Y quiero creer que es por alguna razón. Loable. Estoy convencido. Aunque mejor mañana le doy un par de vueltas y me lo pienso dos veces. Porque ahora mismo, me resulta dificil explicar porqué se cruzan a veces nuestros caminos. Porqué se enredan. Ni porqué tenemos un gemelo, como una gota de agua, que nos toca, se funde, se cruza en nuestras vidas y desaparece. De hecho, quedándose tan pegada a ti, que te cubre como si fuera una lámina invisible. Que se funde hasta formar parte de tu piel. Y siempre está ahí. Siempre. Y a ratos te sientes tan bien que amas ese recuerdo con locura. O tan fatal que lo odias, porque en ocasiones hay gotas que rozan hasta producir ampollas que duelen terriblemente.
Suerte que cosas así sólo suceden a veces. Quizás una vez en la vida. O incluso dos. O docenas. O ninguna.


domingo, agosto 24

 
El retorno.
Hoy he hecho las cuentas, y desde que empecé las vacaciones, he corrido más de 200 kilómetros. Lo que hace el aburrimiento. Gracias a dios, mañana empiezo a currar. Tengo unas ganas que me muero. Y en esta nueva etapa laboral que estoy apunto de iniciar, he decidido dejar de pensar en tonterias. No daré más vueltas a proyectos sin sentido. Voy a concentrarme sólo en lo que realmente merezca la pena. Algo que sea productivo, enriquecedor. Algo que me ayude a realizarme como persona y que además contribuya a levantar la maltrecha economía de este país. Juro que a partir de mañana, sólo pensaré en el sexo.

jueves, agosto 21

 
Mi vecina.
Me encanta correr por la ciudad aferrado a una banda sonora. Se ve todo tan diferente. Las muecas, los gestos, las caras, el paisaje. Todo tiene otro color. Tan distinto, que da gusto correr y pasar de largo, antes de que el efecto mágico desaparezca y todo vuelva a verse más normal.
Ayer mi vecina se invitó a acompañarme. Qué rollo, pensé. Siempre me aburro como una ostra si prescindo de mi banda sonora. Pero resulta que me lo he pasado genial. Mi vecina es la ostia. Y lesbiana. Y hemos encontrado un tema de conversación que es un verdadero filón: las chicas. Como a los dos nos encantan, en un pis-pas le hemos dado un repaso (más bien repasazo) a toda la sección femenina del barrio. Dios, yo creo que estamos hechos el uno para el otro, si es que tenemos los mismos gustos, y cómo corre. Qué encanto de mujer.
Así que hoy he decidido dos cosas, la primera es que nunca saldré de marcha con ella porque probablemente acabariamos borrachos como cubas y peleandonos por las mismas chicas. Y con una vecina pues tampoco es plan. Y la segunda es que, como veo que tenemos inclinaciones sexuales y gustos tan parecidos, estaba pensando proponerle que nos montáramos un numerito lésbico. A ver qué le parece.



martes, agosto 19

 
Cierro los ojos y bailo.
A veces, por la noche, subo a la azotea. No vivo en un edificio muy alto. Pero el aire corre fresco y cargado de olores que saben a tantas cosas. A cosas que nunca viviré. Y me encanta cerrar los ojos y saborearlo. Dicen que en África hay vientos que fecundan la selva y luego entierran ciudades en áridas montañas de polvo y tierra. Dicen que hay vientos que abrasan y soplan hasta secar el pensamiento de quien tiene la desgracia de caer en sus brazos. No sé si esta noche el viento que me envuelve sopla desde África. Sólo sé que a veces me escondo en la azotea para soñar que tan solo la oscuridad y el viento existen. Cierro los ojos y bailo al borde del tejado. Miro al vacío y sé que podría volar. Quizás sólo unos segundos. Pero podría volar. En picado, pero podría volar. Si no fuera porque adoro a James Dean, y hacer un bonito cadaver desde aquí parece algo más que complicado, no me resultaría difícil echar a volar. Supongo que a veces los sueños superan y desbordan a la imaginación, a las esperanzas, a las desesperanzas. Al tiempo. A ese mismo tiempo que a veces burla y escapa, corriendo más deprisa que la propia vida, hasta que resulta imposible alcanzar. Y a veces, después de una de estas sesiones de aire, azotea y oscuridad, me doy cuenta de que no me importa morir. Y me siento mal, porque me siento bien.



lunes, agosto 18

 
la noche.
Me encanta la noche. Supongo que nací medio murciélago. Y no es sólo porque a la luz de la luna vaya de aquí para allá volando sin ton ni son, ciego perdido; y duerma cabeza abajo con los pies en la almohada, aferrado a mí mismo (aunque visto así, el parecido es enorme). Me encanta la noche, porque cada día me muestra una cara diferente de la soledad. A veces la amo con locura y a veces la odio. A la noche. A la soledad siempre la amo, porque no es un castigo. La inmensa mayoría de las veces, casi siempre, encuentro que es una verdadera bendición.

sábado, agosto 16

 
A días.
Hay días en que espero grandes cosas de la vida. Que todo y todo el mundo sea encantador, único, especial. Y me exijo mucho a mí mismo y a todo cuanto me rodea.
En cambio otros días, como hoy, me conformo con lo que hay. Y no me importa disimular deseos, o reprimir emociones, o hacer ver que toda conversación futil me interesa. Es como si decidiera invernar en pleno Agosto. Como si me gustara vivir en un sueño que no me importa. Un sueño en blanco y negro. Un sueño que queda lejos. Y sé que no es lo que quiero, pero en días como hoy, creo que es lo que merezco. Vivir como si viera mi vida desde otro cuerpo.

miércoles, agosto 13

 
Ampliando vocabulario.
He estado un par de dias en casa de mi madre, y la verdad es que he ampliado mi vocabulario que da gusto. Hoy, por ejemplo, he aprendido que si tu sobrino te da una patada en los huevos y te corta la respiración, te puedes quedar nenuco. Y ayer me dijo, sin pestañear, que los que se depilan las piernas (como tú) son unos merosexuales.
Qué ilusión, yo siempre quise ser un mero. A cuarenta eurazos el kilo. Es que de persona nunca valdré ni la mitad.

sábado, agosto 9

 
Ganas de llorar.
Últimamente casi todo me hace llorar. Me pasa desde que intenté saltar al vacío sin red. Me caigo cada dos por tres y me dejo los piños en el suelo. Es como cuando estás en la playa a medio día, decides saltar de tu toalla, y la arena abrasa tu piel. La quema hasta que parece que te van a arder las mismísimas plantas de los pies. Pues a mí me pasa lo mismo con las palabras. Y con mi alma. La verdad es que, a estas alturas, empiezo a pensar que en esta playa no hay mar. Ni un puto chiringuito. Yo creo que aquí no hay nada más que sol, arena y muchas ganas de llorar. Pero ya pasará. Con la llegada del otoño, espero.
___
A veces sientes que esa especie de cordón umbilical invisible que te une tanto a alguien se rompe. O lo rompes sin querer. Y duele, como si te estuvieran cortando una parte de ti. Tu mejor parte. Y te sientes tan imbecil, y tan desvalido, que te entran ganas de llorar, como si acabaras de nacer y de repente te enfrentaras tú, solo y desnudo, al mundo.




viernes, agosto 8

 
Piropos
Hoy he estado todo el día en la playa, y tengo la autoestima por los cielos. Si no me han piropeado diez veces, no lo han hecho ninguna. Qué ilusión. Estoy que me salgo.
Aunque hay un pequeño matiz, y es que todos los que me han piropeado eran hombres.
Total, que ahora me encuentro ante un gran dilema: y es que no sé si cambiar de playa, o de sexo.
Mañana lo decido. O mejor pasado, que en estos temas no conviene precipitarse.
__
Alguien se me ha adelantado, y el post que yo quería hoy escribir en realidad, es esta canción:



martes, agosto 5

 
Soñarte.
Ahora mismo, la terraza sabe a jazmín, a humo de vela, a brisa fresca, a tu conversación, a tus risas. Tus palabras se adhieren a mi piel, y si me huelo, puedo volver a leerlas. Como si fueran una crema protectora, me hacen sentir bien. Esta noche, todo a mi alrededor sabe tanto a ti, que he decidido dormir en la terraza. Porque de nuevo, necesito soñarte.




domingo, agosto 3

 
Qué dias más raros llevo.
Raros, pero bonitos. Inmensos. Ayer abracé la luna, qué ojazos, qué mofletes y qué dulzura, por dios. Como siempre, a su madre le conté mil cosas, y las dos me miraban como si me entendieran. Me acariciaron la cara, fuimos de compras, hablamos de otras cosas, y me sentí tan bien.
___
He pensado mucho en ti. Cada vez me duelen más el presente, el pasado, y las circunstancias. Ayer y hoy, he estado mil veces a punto de saltar al vacío sin red. Convencido de que es lo mejor que puedo hacer por mí mismo. Pero el miedo a hacer daño es todavía más fuerte que el ansia de libertad. Y como siempre dices, he preferido pensar que cada cosa tiene su momento, y que quizás hoy no tocaba.
___
Últimamente me pasan tantas cosas, y tan deprisa, que los planes para el resto de mi vida vienen a durarme, como mucho, una semana. Y a ver quien es el guapo que planifica así unas vacaciones.



This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]