viernes, abril 29

 
Hoy he dado un paseo hasta el super. Me he cruzado con mucha gente que caminaba sin chaqueta y en camiseta, algunas incluso de tirantes, otros iban con paraguas, algunos con abrigo y botas de agua. Me encantan las chicas que lucen medias transparentes y calzan zapatos con tacones imposibles, como haciendo equilibrios funambulasistas sobre un alambre invisible. Por otro lado, el murmullo de las voces, el estruendo de los claxons y de los gritos, el ruido del tráfico: formaban la banda sonora de la ciudad. Una brisa fresca que anunciaba una inminente tormenta limpiaba por dentro al tiempo que ponía la piel de gallina. Pero no de miedo. Más bien de renovación. Era como si los vórtices del propio viento arrastraran hasta la ciudad una maravillosa sensación de calma. Un precioso olor que la sumergiera en él y la volviera del revés, como a un calcetín. Era como si, mágicamente, tan solo con soplar pudiera dejarlo todo limpio e inmaculado. Incluso a mi.

domingo, abril 24

 
Hoy he salido a primera hora a comprarme el libro de turno: 1Q84 de Murakami. He leido los dos primeros capítulos y promete, pero no es de eso de lo que quería que fuera este post. A primera hora de la mañana, las calles, envueltas en gris y encharcadas por un cielo plagado de nubes negras que no dejaban de llorar, no inspiraban nada que no fuera melancolía. He entrado en un bar, me he sacudido la lluvia del pelo, he cogido el periódico de un rincón, me he subido a un taburete y me he quitado las chanclas. Mientras esperaba pacientemente mi café solo, la chica que tenia al lado, que discutía acaloradamente con otro chico que parecía recién levantado y sin duchar, ha pronunciado esta frase: "fidelidad no es sinónimo de servidumbre". Y no sé a qué venía, ni sinceramente qué quiere decir, pero me ha parecido una frase genial. La he anotado mentalmente, me he tomado el café, me he puesto las chanclas, he salido del bar, he abierto el paraguas y lo he vuelto a cerrar. Me encanta que me limpie la lluvia. Por dentro.

lunes, abril 18

 
Estoy pasando una época de esas en las que se te paralizan los dedos ante el teclado. De esas en que abres un libro y no puedes concentrarte. De esas que te caes escaleras abajo (aún me duelen el culo y los codos). De esas en que cuando te piden la hora te llaman de usted. Creo que este tren acaba de cerrar sus puertas en la estación "juventud", y los altavoces no dejan de anunciar: próxima parada "vejez".

viernes, abril 15

 
señores pasajeros, en nombre del comandante y de toda la tripulación les agradecemos que hayan elegido este vuelo con destino a ninguna parte. La duración estimada del vuelo será inversamente proporcional a sus ganas de vivir, pudiendo llegar a hacerse eterno para aquellos pasajeros que adopten la via del sufrimiento incondicional. Por motivos de seguridad y para evitar interferencias con los instrumentos de vuelo, les recordamos que sus cerebros deberán permanecer desconectados desde el cierre de puertas y hasta su apertura en destino. La comunicación honesta y sincera podrá utilizarse cuando se apague la señal luminosa de los cinturones de seguridad, previa consulta a los miembros de la tripulación. Les rogamos guarden toda su esperanza en los compartimentos superiores o debajo del asiento delantero, dejando despejados el pasillo y las salidas de emergencia. Ahora, por favor, abróchense los cinturones de seguridad, mantengan su corazón en posición vertical y la autoestima plegada. Les recordamos que no está permitido fumar en ningún punto del avión. Gracias por su atención y feliz vuelo.

martes, abril 12

 
Pues sí, creo que vuelvo a ser yo, o al menos eso es lo que quiero creer. Aquí estoy, escuchando música, leyendo y escribiendo de nuevo. A veces me pasa que escucho una canción, veo una peli o leo un libro y me dan ganas de escribir compulsivamente, aunque sea sobre lo mismo que hablan la canción, la peli o el libro, que al final no es más ni menos que de la vida. Envuelta en papel de celofán o aderezada con pizcas de amor eterno, pero al fin y al cabo: vida. La vida sin alguien, la vida con alguien, la vida, qué palabra, qué poco cuesta pronunciarla y qué poco cuesta perderla. Quedarse mudo para siempre es como morir un poco. Empieza a hacer calor. Ya no llevo abrigo y he vuelto a ponerme las chanclas. Hoy he estado leyendo emails antiguos y creo que eso es lo que me ha hecho volver a despertar y querer vivir. Porque a veces necesitas leer tus recuerdos para desear volverlos a tener. Hola, soy coco.

lunes, abril 11

 
Antes de dormir: plegar la ropa, disponer el calzado, dejar a mano la T-10 del tren.
Luego: levantarse un domingo tempranísimo. Lavarse la cara, mirar el móvil por si alguien se arrepiente en el último minuto.
Correr hasta la estación. Cerrar los ojos para hacer la inmersión de rigor, en un vagón de tren que huele a reflex y se viste de bostezos y de carcajadas. Beber agua, hacer pis. Esperar en un cajón con ACDC (thunder, creo que soy el único que la conoce, y eso no dice mucho a favor de mi edad). Una chica me empuja con las tetas desde atrás y me pide que haga palmas. Hace mucho que nadie me clava las tetas en la espalda (para ser sincero, en ninguna parte), así que hago palmas hasta con las orejas. Suena un disparo y llueve confeti. En fin, aunque hoy haya hecho peor tiempo que el año pasado, competir contra ti mismo mola. Pero no puedo dejar de pensar que para mí ha empezado el principio del fin, y eso que ha estado bien.

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