viernes, octubre 29

 
Y yo con estos pelos
Para que se entienda, hemos construido un amor a base de plumas de gaviota mojadas en nuestro corazón con tinta de calamar. Es un amor escrito en la soledad de la noche, bajo las estrellas, a la luz y el calor de hogueras que olían a nubes de azucar y caramelo. Un amor dibujado en hojas secas de palmera que cobraban vida ante nuestros ojos, con nuestros sueños. Es un amor transportado por frágiles botellas de cerveza que han sorteado innumerables escollos y se han mecido en la cresta de las más terribles olas, llevando trocitos de nuestra vida y susurros de canciones, de esos que se clavan para siempre en el alma.

Así que, ayer, cuando leí su último mensaje, sin pensarlo dos veces escribí mi respuesta y la eché al mar, utilizando la misma botella. Dice que quiere que nos veamos en una isla que se encuentra a medio camino. He aceptado.

¿Y ahora qué me pongo?, porque no me voy a presentar así, con un tanga de piel de leopardo y esta barba "a la Tom Hanks". !!!!Y además con el sobaco sin depilar!!!!!. Ufffff, me voy, que tengo muchas cosas que hacer.

miércoles, octubre 27

 
tengo un okupa.
Esta mañana me he levantado con la soledad del corredor de fondo oculta entre las pelusas del ombligo. Estaba ahí, agazapada y aferrada con uñas y dientes, como si fuera un piercing de todo a cien, de esos que pican, sangran y se infectan. De esos que no sabes si debes quitarte, por si resulta que es verdad que el ombligo sostiene al culo, no sea que se te vaya a caer al suelo, y sentarse sin trasero en la barra de un bar tiene que ser toda una fiesta.
Y así he pasado el día, mirándome el ombligo y diciéndole a la soledad que saliera, que estaba rodeada y que todo intento de resistencia sería inútil y tajantemente castigado, sin misericordia. He oído carcajadas y al final sólo han salido, rebotando contra las pelusas, gritos, insultos, huevos podridos y escupitajos varios.
Por el corredor de fondo aún no me he atrevido a preguntar.

martes, octubre 26

 
Soledad, mi mejor compañia.
De día, con los rayos del sol jugando a exprimir naranjas en mis pupilas, a veces pienso que te he soñado, que sólo existes en mi imaginación y que, cada noche, el deseo y la nostalgia se mezclan en un peligroso combinado de pasión que sabe a ti, a tu serena letra, a ese íntimo mundo de sueños que una noche creamos juntos, tomados de la mano.

Y uno se pregunta cómo ha podido vivir toda una vida sin ti. Y no existe respuesta, sólo tú, esa mirada de duende, esos labios de besar para siempre. Y me pregunto si despertar de ti dolerá al alma, desgarrará sueños y arañará la espalda. Creo que voy a comprar tiritas y un alcaselzer por si acaso.

sábado, octubre 23

 
soy una escobilla de inodoro.
Toda una vida deseando ser un hombre objeto, y ahora caigo en que deberia haber especificado cual.

jueves, octubre 21

 
mi cuerpo
he decidido engañar a mi cuerpo, pero no con cualquiera, lo voy a engañar conmigo mismo. Voy a convencerlo de que soy un adolescente. El plan es sencillo: sólo tengo que volver al estilo de vida que llevaba a los dieciseis años, así despistaré a mi cuerpo y, si consigo liarlo, todo él volverá a quedar gradualmente tal y como estaba entonces. Ya he preparado la lista de cosas que debo hacer. Para empezar, me afeitaré sólo una vez por semana y cuando lo haga me esmeraré en cortarme toda la cara con la pericia de un carnicero. Vestiré con vaqueros, llevaré camisetas sin cuello y zapatillas deportivas muy usadas. Nunca intentaré follar en la primera cita, total, tampoco lo he conseguido nunca. Ni en la primera, ni en ninguna. Comeré poco y a deshoras. Me encerraré en mi cuarto hasta la hora de cenar y no le contaré a nadie lo que hago, es más, enviaré a paseo a cualquiera que se interese. Dirigiré a todo el mundo miradas desafiantes, como si me molestaran y sobraran en este, mi mundo. Lo que creo que llevaré peor es lo de hacerme seis pajas al día. Lo digo porque ahora me hago doce. En cuanto a mis amigos, me voy a tener que buscar unos nuevos, porque los que tengo ahora no me sirven, tienen demasiada barriga, son demasiado calvos y rezuman demasiada mala leche. De todas formas no creo que pudiera convencerles de que cambiaran sus coches por bonobuses, ni el canal plus por una noche de farra.
Vaya, creo que esto empieza a funcionar, mientras hacía la lista ya he notado cómo me crecía un pelo en la coronilla y se me alisaba alguna arruga del ojo derecho.

miércoles, octubre 20

 
me he hecho un tatuaje en el alma.
me he hecho hacer un tatuaje en el alma. Es una figura de mil colores en forma de nube, el tatuador se ha esmerado tanto, que incluso ha conseguido que su perfil cambie según sople el viento. Hay quien ve en ella un delfín, otros ven trocitos de sueños encantados. Otros ven monstruos del averno, con nariz de payaso y zancos de madera. Hay quien ha llegado a decir que ha visto escritos poemas de poetas andaluces. Yo creo que exageran, de hecho hace tiempo que cambié mi alma por un bocadillo de mortadela. Y tampoco sopla el viento dentro de mí, que hace años que no me pongo vicsvaporups en el pancreas.

martes, octubre 19

 
Mi nueva vida será un sueño.
Quiero despertarme en un sueño y seguir viviendo dentro, envuelto en él, como se cobija un feto en el útero de su madre. Quiero que sea un sueño de esos en que no te importa que la gente que quieres muera, porque sabes que volverán a aparecer en cualquier momento, como si nada hubiera pasado. Un sueño en colores, que los que son en blanco y negro me recuerdan mi niñez y me agobian, me provocan sensación de claustrofobia, y me ha dicho el médico de cabecera que es imposible que yo tenga de eso, así que no va a poder ser. Un sueño donde todo el mundo pasee desnudo, con la cabeza bien alta, moviendo voluptuosamente todo lo que deba moverse, y donde nadie sienta vergüenza, ni tenga frio aunque sea invierno. Un sueño donde, de repente, pases de hablar a follar sin que sepas porqué, y sin que tengas que enviar luego flores a nadie. En cuanto lo tenga todo listo y acondicionado, llamaré a un psiquiatra, le enseñaré unas cuantas fotos tomadas de mi sueño, y le pediré que me lo psicoanalice, a ver si tiene huevos.

miércoles, octubre 13

 
tic, tac
Tic, tac. Una, dos, tres ovejitas. ¿Qué estarás leyendo?
Tic, tac. Cuatro, cinco, seis. ¿A dónde te habrá llevado esta noche de paseo el destino?
Tic, tac. Siete, ocho, nueve. ¿Quien estará clavando una canción en tu corazón?
Tac, tic. Diez, once, doce. ¿Quien estará pintando una sonrisa en tus labios?
Tac, tic. Trece, catorce, quince. ¿Con quien jugarán a saltar a la comba tus pupilas de gato pendejo?
Tic, tac. dieciseis, diecisiete, dieciocho. Me como un bizcocho.
Tic, tac. Diecinueve, veinte, veintiuna. No haré la rima con aceituna.
Tac, tic, ventidos, veintitres, venticuatro. Te echo de menos.
Envío a pastar a las ovejas, descuelgo el teléfono. Te llamo. Responde un desconocido.
Tic, tac. mil una, mil dos, mil tres...Que horror, sólo me viene a la cabeza esa patética canción del Perales.
Tic, tac. dos mil una, dos mil dos, dos mil tres...¿Sabes que el pelo rubio te quedaba fatal?
Tic, tac. tres mil una, tres mil dos, tres mil tres...¿Podrá uno suicidarse tirándose de la cama? Tendrá que ser sin hacer ruido, no querría molestar a los vecinos.

 
tu recuerdo
Puedo recordar el movimiento elíptico que describia tu mano al recoger los cabellos que se mecían a la altura de tu boca y empujarlos, con la pericia del pescador, hacia la nuca. Dibujaría a la perfección el ángulo de inclinación de tus cejas cuando alguien te contaba una historia de esas que te transportaban a mundos lejanos. Podría moldear en arcilla la sonrisa que iluminaba tus dias, y la mirada que alumbraba y daba calor a mis noches. Puedo aún oir el eco de tu risa, surgiendo del rincón de aquel café, donde tantas madrugadas robamos al olvido. El ligero perfume a melocotón que invadía el aire que te rodeaba, está tatuado indeleblemente en un trocito de mi presente.

Si algo me duele sobre todas las cosas, es que la memoria haya decidido, sin preguntar, borrar la imagen que todo eso unía.

domingo, octubre 10

 
Tengo sueño
estoy cansado, ya no puedo más, se acabó el día por hoy. Me rasco la nuca y obligo a mis codos a mirar al techo, me desnudo y me voy a la cama. Me quito: la sonrisa de mimo, la mano de pluma que acaricia tu espalda, los ojos hambrientos devorando lo que cuentas, la espalda encorvada de llevarte a cuestas, las piernas de voy a buscarte un paquete de compresas, los dientes de arañar en tus labios, el pecho de frotarme contra tu aliento, el olor a jabón fresco y la nostalgia de tu recuerdo. Y lo que siempre intento y nunca consigo dejar en la mesilla de noche: el olor de tu pelo, el sabor de tu boca, el roce de tu cuerpo, el sentirte a mi lado, el cogerte entre mis brazos, escuchar el embrujo de tus historias, acariciarte hasta verte caer rendida, sonreirte cuando pasas, ausente y sin verme, rozando mi costado.

viernes, octubre 8

 
Sólo lo diré una vez, así que abre las orejas:

jueves, octubre 7

 
La crisis de los 40
La crisis de los cuarenta no aparece al cumplir el cuarto decenio de tu vida, comienza mucho antes. Más o menos a los tres meses de empezar tu primer trabajo, justo el día en que despiertas y te das cuenta de que hay millones de personas que son más inteligentes y más guapas que tú, y que seguramente llegarán a ser mucho más importantes, y otros tantos millones que son menos inteligentes y más feos, pero que llegarán a ser más ricos.
La crisis de los 40 realmente desaparece en el momento en que pierdes la esperanza de haberte confundido, de estar equivocado y aceptas la cruda realidad.
Y, después de todo, siempre nos quedará París...

lunes, octubre 4

 
Soy un náufrago
He conocido a una náufraga.
Creo que vive cerca de mi isla porque a veces, cuando el viento sopla de cara, me parece oir su voz en la lejanía. Pero desde este ridículo montón de tierra no puedo verla, así que no pondría la mano en el fuego (últimamente me imagino cosas y empiezo a no saber distinguir entre realidad y sueños).
Sé que ella está cerca de aquí porque escribe mágicos mensajes con tinta invisible y los encierra en botellas de vidrio que lanza a la inmensidad azul del mar. Ya he conseguido pescar unos cuantos y, con la ayuda de esta plancha de carbón que un día rescaté de un naufragio, he aprendido a alisarlos y a desvelar sus secretos. En los primeros envíos sólo describía la isla donde un día había despertado, semidesnuda y exhausta, tras una terrible tragédia que se negaba a recordar. Luego, hablaba del sol abrasador que acentuaba la angustia de la rutina en que se habían convertido sus dias. Contaba sobre la oscuridad, sobre la pena y la nostalgia que la invadían al caer la noche.
Casi sin pensarlo, también me animé a escribir, a embotellar y a lanzar al mar mis pensamientos, mis penas y mis sueños, reconozco que con poca esperanza de que llegara jamás a leerlos. Contra todo pronóstico, no fue así y, poco a poco, mensaje a mensaje, nos hemos ido conociendo. Ahora, incluso sabemos cuál es nuestra música preferida. A veces nos enviamos trocitos de canciones encerrados en botellas. Las descorchamos y podemos oir, durante un breve instante, la voz del otro canturreando. El sonido se desvanece rápidamente en el aire, pero permanece la sonrisa idiota en nuestros rostros. Cuando, más tarde, nos sorprendemos tarareando, nos acordamos el uno del otro y no nos sentimos tan solos, ni tan pequeños.
Le he pedido que me envíe un dibujo suyo, pero dice que tiene muy mala mano, que sólo sabe dibujar aquello de: "con un seis y un cuatro...". Quizás nunca nos conoceremos, aventurarse a nadar en estas aguas infestadas de tiburones no es muy recomendable para la salud, pero aún así, en la distancia, se ha convertido en alguien muy importante en mi vida. Cada día espero con anhelo que el viento y la marea me traigan noticias suyas. Me pregunto cómo he podido vivir sin recibir a diario su botella, sin el mensaje que cada noche amasan sus dedos. Pan de sueños, de vida, de lluvia salada, de risas, de melancolía y de aliento.
Y así, en su ausencia, me siento felizmente atrapado. Más cautivo de sus letras que de esta isla en donde, de vez en cuando, embarranca un maravilloso trocito de su vida, envuelta en vidrio y protegida por un corcho y un papel de celofán.

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