domingo, diciembre 31

 
Hoy he descubierto que soy de los que piensa que cada día, a las 7, se empieza un nuevo año. Que no hay que esperar al 31 para hacer promesas, ni para besar a alguien con locura. Ni hay que contar cuartos para comer uvas. Hoy he descubierto que no es idiota quien se sienta a escribir un post, con cara de imbécil, a estas horas. Raro sí, pero idiota, no. Y hoy he descubierto que mañana, cuando rebote contra el techo el tapón del cava, os tendré aquí: entre el ombligo y mi corazón. A todos y cada uno. A todas y cada una. Besos, abrazos, y mis mejores deseos para el 2007. Que folleis un montón. Al menos 100 veces más que yo. Que si sigo con la media del 2006, van a ser unas tres. Eso sí: inolvidables. Vaya tres.

jueves, diciembre 28

 
Hoy me he despertado convertido en ama de casa, con rulos y bata de guatiné. Me ducho, me depilo, voy a la peluquería, me pinto y me pongo mi mejor lencería para ir al ginecólogo. Como cada año. Cuando salgo, me paso por el mercado; los dependientes me sonrien y las tenderas me llaman reina. Hay que ver, lo que hace una capa de pintura. Luego vuelvo a casa y preparo la comida. Nadie aprecia mi arte culinario, engullen como cerdos; invariablemente, encuentren lo que encuentren en el plato. Después, mi marido me envía un sms, dice que le compre cervezas. Le respondo que vale, pero que me acompañe, y quedamos a las 7 en la puerta del carrefour. Un planazo. Me encanta conducir el carro y arrollar cuarentones con corbata sin que me quiten puntos del carné. La cajera sonrie a mi marido y me ignora. Coloca las botellas de cerveza a un lado, para que no se golpeen, en cambio mete el pan bimbo en la misma bolsa que la crema depilatoria. Será puta. Me tiene manía. Ahora recuerdo que esta mañana, mientras esperaba en la peluquería, leí en una revista que los ricos organizan viajes al desierto para encontrarse a sí mismos. Me pregunto si algún sábado me encontraré a mí misma en el tinte. Tengo unas ganas. Por otra parte, estoy preocupada porque hace tiempo que no se me insinua el vecino del quinto. Creo que necesito ordenar los armarios, lavar las cortinas y acostarme con la tele. O con Brad Pitt. O con los dos, y me monto una orgía.

miércoles, diciembre 27

 
Hola. Ya he llegado. Ya era hora, lo sé. Pero al fín estoy aquí. Un poco descompuesto y con la sensación de que me duele algo situado por encima del ombligo. El estómago, supongo, porque yo no tengo alma, ni corazón.
Este es el día: el día de después. Que curiosamente tiene el mismo sabor que todos los demás, pero más salado. Como amargando.
Este año, el 25, después de comer, mi abuela no se hizo sopas de café con leche con las magdalenas caducadas que encontraba en la cocina. Ni se despidió de nadie diciendo: "que como te despistes no nos veremos hasta el año que viene". Ni se guardó la dentadura postiza en el tirante del sostén. Ni me pidió que me subiera a la silla a recitar una poesía. Ni me dió dos besos clavándome los labios en la mejilla. Ni me agarró del brazo y me dijo que le contara lo que me preocupaba.
En fín, que sí, que ya está, que ya pasó. Que ahora sí: feliz navidad.

sábado, diciembre 23

 
Hoy he pasado el día con una de las peores resacas de mi vida. Todo me olía a cerveza y a tabaco. Y algo por dentro, que podría ser mi estómago vacío, no paraba de quejarse como si estuviera roto. Me han despertado unos golpes en la puerta y cuando he conseguido abrir, me ha visto la cartera en pelotas. Yo y mi manía de abrir sin preguntar. Cuando he conseguido firmar el resguardo con medio cuerpo tras la puerta, he cerrado de un golpe y me he mirado en el espejo del baño para hacerme una idea de la impresión que le habré causado. En dos palabras: un asco. Ya no tengo edad para levantar pasiones. Lo único que levanto ya, son suspicacias. Me he duchado y he salido corriendo porque llegaba tarde al trabajo. La vecina me ha recordado amablemente que esta tarde vendrá el presidente de la comunidad a interesarse por todo lo que debo. He parado en la farmacia para comprar una caja de paracetamol y me lo he administrado vía oral, sin receta. Eso sí, tragando mucha saliva, alguien podría inventar una píldora que no necesitara agua para engullirse. Un perro me observaba curioso, rascándose la oreja, en la acera de enfrente; sacaba la lengua y parecía que sonreía. La única sonrisa del día. En el curro se suponía que hoy era día de ordenar, archivar, olvidar y tirar. Pero no sé cómo, me he encontrado la mesa llena de cosas que deberían haberse hecho hace mil años. Total, que a estas horas, no me apetece ni un orgasmo global, ni escribir, ni pensar, ni nada. Ojalá hoy no me hubiera levantado.

miércoles, diciembre 20

 
NOTICIÓN:
Dios es mujer. Y tiene la regla, porque me ha dejado las sábanas hechas un asco.

martes, diciembre 19

 
Hoy debo haber comido algo caducado, porque me ha sentado fatal. Resulta que me he cargado de electricidad estática. Y es un poco rollo, porque he ido a por un café y las faldas de las chicas se levantaban todas a mi paso. Como haciendo la ola. Algunas venían hacia mí, y otras se iban en sentido contrario. Una francesa me ha llamado "cabgón"; supongo que ha pensado que lo hacía soplando. Que vaya pulmones deben tener los franceses para levantar esas faldas que me llevan, que parecen telones de anfiteatro; pero por no discutir, le he pedido perdón y he salido corriendo. Lo mismo me sucedía con las corbatas, pero como ya estoy acostumbrado a que me señalen todos en la oficina, no le he dado demasiada importancia. A última hora de la tarde, la señora de la limpieza ha vaciado la taladradora de documentos justo a mi lado, y se me han pegado todos esos papelitos que parecen confeti. Ahora no sé si soy un abeto nevado o un albino con sarampión. Espero descargarme pronto, porque mañana tengo que ir al banco a hacer unas gestiones, y como al pasar se me vayan pegando billetes de 500€, voy a disfrutar de unas hermosísimas vacaciones, pagadas por el estado, en una habitación con vistas a la ciudad de Barcelona, desde el último piso de la cárcel Modelo. Eso, si no viene alguien y me pega un tiro, que hay que ver cómo está el patio. En fín, ya decía mi madre que esta manía que tengo de comer cualquier cosa sin fijarme en la fecha de caducidad, no me traería nada bueno.

lunes, diciembre 18

 
Esta noche he soñado que me encontraba con un genio calvo en el metro. Me decía que me concedía un deseo, fuera el que fuese; justo en ese momento, con los nervios, me quedaba en blanco y no sabía qué pedir. Es curioso, porque acabo de ver una película de Angelina Jolie y me la he pasado toda entera evocando deseos. Para que luego digan que esto de pensar sólo en follar reduce la creatividad.

viernes, diciembre 15

 
En mi cole había un niño muy delgado que había venido de Alemania. Su padre trabajaba de ejecutivo en la BAYER y su madre era vegetariana hasta la médula. Para desayunar, le untaba una especie de materia viscosa de color verde entre dos lonchas de pan negro. Ella aseguraba que era compota de ciruela, pero la verdad es que olía fatal. Algunos habían llegado a decir que eran mocos de cigüeña; otros, los esputos de su abuelo que tenía pulmonía. Cada día, durante el recreo, el niño alemán se sentaba en una esquina a contemplar su sandwitch de pan negro hasta que decidía envolverlo de nuevo en el papel de estraza y tirarlo a la basura. Luego se sentaba junto a alguien que llevara un suculento bocadillo. Daba igual que fuera de jamón, nocilla, chistorra o morcilla; se quedaba mirando fíjamente cómo el otro lo saboreaba, sin decir ni mu, con los ojos muy abiertos. Poco a poco, todos empezamos a llevar bocadillos más grandes, pensando en él, para darle un trozo. Acabó el curso con bastantes kilos de más. Su madre iba toda orgullosa mostrando al resto de mamás lo bien que le sentaba a su hijo la sanísima dieta vegetariana alemana. Lo que nunca supo es que él iba hasta las cejas de sabrosísimo colesterol ibérico.

jueves, diciembre 14

 
Me he levantado convertido en un volumen edición especial de la revista Play Boy. Estoy aprendiendo a pasar las páginas sin hacer ruido, para no molestar a las modelos. Hay que ver, con el frio que hace en Diciembre, yo no entiendo cómo pueden estar así. De vez en cuando alguna estornuda y me hace cosquillitas. Abro el desplegable de la página central y pienso que en realidad me parezco mucho a la enciclopedia de Carl Sagan, porque todo esto tiene que ser de otra galaxia. Intento despegar los ojos de ella y me encuentro con los de un adolescente que me sujeta con una mano y mueve la otra con fruición. Espero que tenga kleenex, o me va a poner perdido. Claro que peor sería que le diera por fotocopiarme y me dejara para vender cupones.

martes, diciembre 12

 
Hoy he entrado en un bar de la calle provenza, esquina rambla, y me he sentado a comer con una desconocida. Los dos sonreíamos buscando los cubiertos, mirando las paredes, midiendo el plato y a la camarera que parecía haberse pintado la cara con carmín. Nos hemos contado media vida en una hora y poco. Después del postre y de decidir dar un paseo sin encoger los hombros por el frio, otro café. Qué delicia de sitio, estaba todo el mundo tan apretadito, supongo que es lo más parecido a una orgía que estaré nunca en mi vida. Nos hemos despedido con un beso en la mejilla. Espero que me escriba.

lunes, diciembre 11

 
Hoy he amanecido con una especie de gremlin aferrado a la nariz. No puede decirse que, por ahora, sea un inconveniente, pero tampoco es para tirar cohetes de alegría. La verdad es que el pobre no tiene una conversación demasiado animada, incluso podría decirse que es más bien parco en palabras. Además, parece ser que anoche le dí de comer después de las doce, porque crece y crece sin cesar; tengo que ir apartándalo para que no me cubra los ojos y ver dónde pongo los pies. He intentado desayunar antes de salir de casa, pero no he sido capaz de moverme más rápidamente que él. Y joder cómo traga, se ha cepillado mi bocata de anchoas y un tigretón, sin ni siquiera parpadear. Crece por momentos, a lo largo, y sobre todo a lo ancho. Noto como la gente se detiene a mirarme sin saber qué decir; sólo miran al gremlin, no se fijan en mí. La parte buena es que me he puesto en la cola del café y en cuanto el bicho ha carraspeado todos han huido despavoridos sin decir ahítequedas. Que tampoco es para tanto, digo yo, ¿es que no han visto nunca a un gremlin pegado a la nariz de un salido?. Me preocupa un poco acostarme, porque como siga creciendo a este ritmo, mañana no podré levantar la cabeza cuando suene el despertador. Eso si no me dá por lavarme la cara, que se multiplicará como si fuera una seta. Total, que estoy hecho un lio y no sé muy bien si debo acudir a un cirujano plástico, si he de pedirle en matrimonio, o vendérselo a Steven Spielberg. Sinceramente, todavía no tengo creada una opinión, así que, mejor mañana me lo pienso, pero por si acaso, voy a ir buscando los números de teléfono.

sábado, diciembre 9

 
Señoras y señores, en nombre del comandante, nos complace informarles que en breves momentos aterrizaremos en la puta navidad. Abróchense los cinturones, suban las bandejas, situen sus asientos en posición vertical, y comprueben que todo su equipaje de mano se encuentra en el compartimento situado encima de sus cabezas o debajo de su asiento delantero. La temperatura exterior es de un frio de cojones, el cielo está nublado, llueve y son las quinientas, hora local. Esperamos que hayan disfrutado de su vuelo. La tripulación les aconseja que no se pongan como focas dándole al turrón, a la paletilla o al langostino pescanova. Recuerden que al finalizar el trayecto deberán ustedes pasar por la puerta. También se recomienda no beber hasta decir lo que realmente piensan del resto de la familia. Si son pasajeros en tránsito hacia otros destinos, no olviden contactar con nuestro personal de tierra que, si no está de muy mala ostia por trabajar mientras ustedes están de cachondeo, les ayudará complacido. Gracias por elegirnos y esperamos verles el próximo año. Si han sobrevivido.

miércoles, diciembre 6

 
Esta mañana he encontrado una especie de sello fosforescente en la mesilla de noche. Si te lo estampas en la muñeca puedes arrepentirte de haber salido de cualquier sitio, o situación, y te permite volver a entrar sin poner pegas.
Como no sé si usarlo en la discoteca, en la vida, en el trabajo, en el amor, o en lo que sea; yo, de momento, voy a ponerme marcas hasta en el codo. Por todo lo que sé que me voy a salir, arrepentir, y que moriré por volver a entrar.

martes, diciembre 5

 
Supongo que será cosa de la edad, pero a pesar del tobillo que aún jode un montón, me acabo de apuntar. A mí es que, lo silvestre me pone. Fijo. Todo sea por correr(me).

lunes, diciembre 4

 
Hará cosa de dos años que estoy viviendo una historia de lo más pasional con la farola de la esquina. Cada noche digo en casa que voy a tirar la basura y salgo de puntillas con esa alegría que sólo da el amor; vistiendo elegantemente para estar junto a ella. Miro a derecha e izquierda, para asegurarme que nadie nos ve, y me abrazo disimuladamente haciendo ver que he tropezado. Le miro directamente a los ojos y me veo reflejado en su piel. Me ama. La acaricio, noto esa frialdad cercana que tanto necesito, y esa impasibilidad suya que me dice que está coladita por mis huesos. Me muestro sumiso, tierno, y siempre atento. Me provoca un placer irresistible que me permita pasear los dedos por esas curvas que encierran misterios propios de un alma llena de luz. Pero confieso que estoy un poco preocupado, porque ya estamos en diciembre, y el enero pasado nos dió por darnos un morrero con lengua, y tuvieron que venir a despegarnos la brigada municipal y todo el cuerpo de bomberos.

viernes, diciembre 1

 
La insólita, incierta y jamás contada historia de Albino Fernández, criador de canarios. Juventud, divino tesoro.


Si existe en esta vida una etapa diversa y compleja por antonomasia, esa es la adolescencia. Por algo es también conocida como "la edad del pavo", aunque nadie sepa con certeza a qué se debe semejante calificativo, ya que parece poco probable que un pavo sobreviva a la pubertad, especialmente en tiempo de guerra; y si lo hiciera, qué más daría, tampoco le crecerían tetas ni pelusilla en el bigote. En fín, que podría habérsela llamado, más acertadamente, "la edad de la golondrina", por la de forúnculos o golondrinos que asoman a traición por doquier (concretamente en la cara, si es en vísperas de la primera cita). O "la edad del bonobo zambomba", que a buen seguro no hará falta explicar con mayor nivel de detalle, ustedes ya comprenderán; y si no, es que han llevado una existencia incluso más triste que la del que suscribe este blog. Pero no estamos aquí para hablar de la juventud de un bloguero (*), sino de la de nuestro canaricultor, el señor Fernández.


Albino sintió en su propia piel las penurias y dificultades que entrañaba la proeza de cruzar el umbral de la pubertad cuando el portero lo detuvo y, con mucho tacto, le dijo: "¡con chancletas y esa pinta de paleto, por esta puerta no pasas!". "La Pubertad" era la única discoteca del pueblo. Un local austero, pero de ambiente exclusivo y con un variado repertorio de canciones de Georgie Dann. Se encontraba iluminada únicamente por una bombilla pintada de negro que hacía que, nada más entrar, todo bicho viviente perdiera inmediatamente la vista, y la calma. Por fortuna, los dos efectos eran transitorios y tan solo duraban entre algunos segundos y 99 años, según se apresuraba a afirmar el propio dueño del local cuando algún padre encolerizado se acercaba pidiendo explicaciones con la azada en ristre. De manera que la mayor diversión del público asistente consistía en darse porrazos contra cualquier cosa que se cruzara en su camino, a ritmo de "la barbacoa". Más de un jovenzuelo había conseguido, de esta manera, manosear su primer sostén de cazoleta, descubriendo que había vida en su entrepierna. Y más de una jovenzuela había logrado estampar su primer gancho de derecha, al descubrir que había entrepiernas en su vida. En palabras del mismo Albino, cuando rememoraba tales vicisitudes en su lecho de muerte, entre melancólicos sollozos y nostálgicos suspiros: "ostiaputa, ¡quérisas!".


Durante ese decisivo periodo, comprendido entre el final de la infancia y el inicio de la edad adulta (**), rebrotó en él un cierto resentimiento y resquemor contra sus progenitores, que ponía de manifiesto el primer lunes de cada mes, mediante acciones tales como aliviar flatulencias en la sobremesa a ritmo de la marsellesa; hablar imitando a King África hasta bien entrada la noche; o dibujar penes descomunales y vaginas armónica en motivos navideños; fechorías que, para mayor desesperación de sus padres, acostumbraba a excusar encogiendo mucho los hombros y señalando con el índice a la zarigüeya del vecino, como si ella fuera realmente la autora de los hechos. Sin duda fueron estos unos días terriblemente duros para la família Fernández, cuyos miembros aprendieron a llamar tres veces a la puerta del cuarto de Albino antes de abrirla, si no querían correr el riesgo de contemplar un espectáculo lamentable, no apto para cardíacos, políticos o, en general, gente de mal corazón.


En otro orden de cosas, podría decirse que por aquel entonces nuestro protagonista comenzó a amar apasionadamente la zoología; ya que la llamaba por teléfono tres veces al día y llevaba su fotografía, tamaño carné, guardada en la cartera. Así que decidió iniciarse en ese fascinante mundo a través de la cría de lombrices en boñigas de buitre leonado (***). Sin duda disponía de un talento especial para ello, ya que no tardó en criar ejemplares de más de un metro de longitud que vestían pantalones mil rayas, se peinaban con tupé y discutían de futbol bebiendo cerveza con fruición. Fue, precisamente, exhibiendo al mejor de sus ejemplares ante la puerta del servicio de señoras, cuando nuestro protagonista pronunció por primera vez la célebre frase: "soy Albino Fernández, criador de gusanos, y este es mi campeón". Por desgracia, su gesto no fue del todo bien interpretado por las féminas del lugar, al confundir a la espectacular lombriz con su miembro viril. Tras recuperarse de los puntapiés de diversa índole que le fueron propinados en sus partes nobles, y de rogar encarecidamente por su no-castración ante el mismísimo bedel del instituto, fue conducido por este último a su hogar. Portaba una receta de Don Emeterio, el boticario del pueblo, manuscrita en la frente con un bolígrafo bic naranja que escribía fino, cosa que nadie encontraba normal ya que no tenía tinta. El remedio parecía simple: "Bromuro intravenoso 6 veces al día y átenle las manos a la espalda, pordiosbendito, que en los últimos diez minutos ha sodomizado al loro, mi fonendoscopio y a un señor de negro que se inclinó a por una cajetilla de pastillas juanola, y ahora no quiere abandonar la farmacia si no le regalamos un puro habano, una minifalda fucsia y un DVD de Locomía".


Y hasta aquí, digamos que todo podría antojarse como una historia de lo más normal.

(CONTINUARÁ)

Notas:
(*) bloguero rima con florero ¿será una señal divina?
(**) justo cuando se completa el desarrollo de todo organismo al morir la última de sus células madre, perdiendo así el indivíduo, definitivamente, la capacidad para encontrar pequeños objetos extraviados en los cajones de la cómoda y debajo del sofá.
(***) se preguntarán: ¿porqué, concretamente, de buitre leonado?, y encontrarán la respuesta si comprueban lo extremadamente complicado que es encontrar leones buitrados en el carrefour.
(****) La autoestima se caracteriza por ser completamente invisible hasta que nos abandona; curiosamente, a partir de entonces, todo el mundo ve de forma evidente que no la tenemos (*****)
(*****) No venía a cuento, pero si no lo escribo, reviento.
(******) Si en lugar de asteriscos, fueran "X", sin duda esta sería la mejor película de la historia del cine.
(*******) Feliz fin de semana.

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