viernes, abril 29

 
El principio del fin...
Y pasó lo que tenía que pasar, lo inevitable. Ya dicen que los años no pasan en balde (debe ser una suerte vivir en balde). Y yo, que sé que es ley de vida, pensaba que me había mentalizado para la ocasión, pero nada, me ha pillado desprevenido y me he venido abajo. Aquí estoy, arrastrándome como un gusano en el barrizal del destino. Ni viernes, ni primavera, ni solecito ni pollas. Todo se ha ido a la mierda. Y ahora, no puedo dejar de ver la imagen de Pelé en ese anuncio donde dice que vayas a consultar con tu médico, y la de Concha Velasco con el paquetito de compresas contra la incontinencia. Y pienso que vaya faena, que ¿porqué a mí?, si aún soy joven; vamos, un chaval; si estoy en la flor de la vida (aunque creo que debí ser un pelín más exigente y especificar qué flor, que la mía debe ser un cardo borriquero, porque pincha). Yo que pensaba que me libraría, que a mí nunca me sucedería. Pues nada, toma, a joderse; yo también, como todo el mundo.

Esta mañana, mientras miraba el espejo al afeitarme, he visto que me han salido pelos en las orejas. ¿¿¿Alguien sabe cómo coño se quitan??? ...Estoy acabao...

jueves, abril 28

 
esta noche.
esta noche he follado con dios. Tengo que confesar que no ha sido nada del otro mundo, un polvo rápido y aséptico, de los de toda la vida. De los de correrse por compromiso, casi por correspondencia, como dice que hacía santa teresa, por no molestar. Y es que cuando se te ponen a mirar al techo, el reloj y a preguntar si va el canal plus, uno, o se corre recitando poesias, o lo envía todo a tomar por culo. Y lo segundo me han dicho que hace subir la tensión.

miércoles, abril 27

 
Hoy,
Hoy, dios me ha dejado un post-it en la nevera. Dice que le disculpe, que no vendrá a cenar, que le duele la cabeza y no tiene ganas de hablar con nadie; que resulta que, de un tiempo a esta parte, le pueden más las formas que los fondos y que lleva fatal lo de levantarse de madrugada para ir a trabajar; que no soporta lo de hacer colas en el supermercado y que, para cuatro días que le quedan, que mejor se los va a pasar follando, si puede.
Vaya, y yo que nunca me había creido eso de que nos había hecho a su imagen y semejanza...

martes, abril 26

 
la ninfa
la ninfa del asfalto, la bailarina con botas y tejanos, la de piernas de ballet triste, la que canta a los pájaros de barro y los echa a volar al ritmo de pulseras de latón, la que atrapa los rayos de sol del atardecer entre los caracoles de su melena, la que dibuja corazones de fresa con muñeca diestra sobre escaparates con ruedas, la que enjuaga a la vida ventanas sin visillo ni cortinas; con su cuerpo, alargando el brazo más allá de lo imaginable, ondeando la mano como meciendo olas en un mar de sueños; la que, con la blusa aún húmeda, los labios secos y la sonrisa abierta se asoma a la ventanilla, alarga la mano y dice:
- Venga, corasón, dame la voluntá. Que la luna te dé salú, que tus niños luscan más que er sol y que tu parienta no te farte nunca.
- Mi parienta ya me ha faltao; creo, que si no, no estaría tan contenta...
- Jajajaja, con esa carita de ánge', qué me va a desí tú...
- Toma, que el semáforo ya está en verde.
- ¡Resalao! ... ¡Y tú! -girando la cabeza hacia atrás y transformando la sonrisa de camelo calé en mueca de bruja burlona- para ya de tocá er clason... y lo güevo, coño, que no vé que e'toy trabajando!

domingo, abril 24

 
salgo
Salgo de casa cada mañana y siempre tropiezo con el mismo jodido agujero en la acera. De lunes a domingo. Invariablemente. Sólo que cada día el socavón parece más grande, y a mí me cuesta cada vez más salir de él. Últimamente oigo las risas de la gente que me observa desde arriba mientras yo intento escalar. Y me digo que no, que nunca más, que mañana me acordaré del agujero y lo esquivaré. Pero luego, con la luz del día todo se olvida. Y no veo el bache, que ya es brecha, casi precipicio, y vuelvo a tropezar, y caigo dentro de él, me hundo de nuevo. Y creo que me está empezando a gustar. Será el síndrome de estocolmo.

viernes, abril 22

 
Angelitos...
Las innovaciones científicas no se cuecen en los laboratorios de las multinacionales, no, lo hacen en las casas que tienen niños. Así, después de 9 años conviviendo con dos "angelitos", he descubierto que:
1. Un hombre adulto con estudios universitarios, es incapaz de abrir la puertecilla de la lavadora sin leer las instrucciones. En cambio, un niño de 7 años lo hace con los ojos cerrados.
2. Un gato, después de un centrifugado intensivo, es capaz de vomitar girando la cabeza 360º, como si fuera la niña del exorcista. Si no, no se explica que uno tenga que pasarse todo un fin de semana limpiando el lavadero.
3. El mismo gato, después de vomitar, es capaz de dar saltos de más de dos metros de altura si ve acercarse al autor de los hechos. Para bajarlo de las cortinas, es aconsejable utilizar unas pinzas de barbacoa y unos guantes de goma.
4. La probabilidad de que un niño sufra un súbito e incontrolable ataque de gastroenteritis es directamente proporcional a la prisa que usted tenga. Consejo: si faltan cinco minutos para que el colegio cierre sus puertas, no ahorrará tiempo atándole los cordones de los zapatos mientras él se va por las patas abajo. Relájese: hoy también llegará tarde.
5. Si acaba usted de estrenar un coche nuevo, no sea imbécil, dese usted mismo el gustazo de rayarlo con la hebilla del cinturón mientras se cuelga del techo como si fuera un mono. No olvide ser también el primero en abrir una bolsa de ganchitos y esparcir su contenido por el suelo; es muy reconfortante ser el primero en hacer algo. Nota: los batidos de cacao no saben leer y no entienden que algunas tapicerías son anti-manchas.
6. Recuerde que un ventilador de techo no es capaz de aguantar el peso de dos "angelitos", ni aunque vayan vestidos de superman. Y mucho menos conseguir que vuelen.
7. En cambio, el mismo ventilador sí es capaz de esparcir una mierda de gato que se lance contra él cuando está funcionando a la máxima velocidad. El excremento se expandirá con la energía del impacto (ríase usted de las supernovas) y pringará todo el salón, incluidos el televisor, el sofá y las cortinas.
8. Los bomberos NO piensan en llevar una escalera cuando se les llama diciendo que dos niños se han quedado encerrados en el balcón (coño, entonces ¿¿¿para qué cree usted que he llamado a los bomberos y no a un cerrajero???).
9. Un bote de colacao instant, sumergido en una bañera llena de agua caliente y aceite de coco, es capaz de generar una espesa costra marrón que no desaparece ni con mister proper, ni con ajax pino, ni con la madre que los parió a todos juntos
10. Los DVD's de Disney, atados con dos alambres que posteriormente se introducen en un enchufe, no se convierten en electroimanes (gracias desde aquí a quien inventó los interruptores diferenciales).
11. Un gato lanzado desde la ventanilla trasera de un vehículo que se desplaza a 40 km/h por ciudad, nunca cae con las cuatro patas sobre el suelo.
12. El mismo gato, en cambio, será capaz de clavarse con uñas y dientes en la pierna de un ejecutivo calvo que aún se caga en la madre que lo parió (bueno, él no dijo exactamente "madre").
13. Los trajes de Armani, se rompen igual que los del zara si los araña un gato aterrado.
14. Al contrario de lo que opina mi suegra, la del bigote, los gatos no huyen de casa porque estén en celo, lo hacen para sobrevivir (en eso, y en algunas cosas más, los gatos son mucho más listos que yo).
15. Nunca. Repito: NUNCA invite a casa a su jefe para estrenar la barbacoa; especialmente si se dan las siguientes circunstancias:
a) la mujer de su jefe lleva peluca.
b) sus hijos juegan a futbol-diana apuntando a la cabeza de los invitados.
c) la peluca de la mujer de su jefe no es ignífuga.
d) no tiene un extintor a mano.
Continuará (mucho me temo).

jueves, abril 21

 
se debatía.
se debatía entre la incertidumbre y el desamparo. Hacía tanto tiempo que no la besaba, que no bebía de ella; que no acariciaba con dedos firmes la comisura de sus labios; que no la alzaba, como sopesándola, admirando los vivos tatuajes que adornaban su cuerpo; que no jugaba a hacerle cosquillas con la lengua. Seguramente sólo habían pasado unos minutos, pero para ella se habían convertido en siglos, en una eternidad. Si algo deseaba sobre todas las cosas, era sentir el calor de la palma de su mano envolverla de nuevo por completo, y el beso cálido que llenaba su boca, la absorvía y vaciaba; en un instante, sin preguntar ni pedir permiso. Unos labios acoplándose a la perfección sobre los suyos; el éxtasis extremo. Ella había nacido para eso, para ser acariciada, sorbida, besada, bebida, vaciada y extasiada.
Y en lugar de eso, el muy cabrón se limitó a arrojar en su interior los restos del último cigarrillo. Y es que ser una lata de coca-cola es lo que tiene.

martes, abril 19

 
Estoy preocupado.
Estoy preocupado. No sé muy bien qué ha pasado, pero creo que he sufrido una suplantación de identidad. Y eso que siempre la llevo cosida en el forro de los pantalones, pero me temo que alguien me ha dado el cambiazo en el metro, sin pedir permiso. Me he dado cuenta porque hace días que me miro en el espejo del baño y no me reconozco, juraría que tenía más pelo y menos arrugas. Me escucho cuando hablo y no entiendo lo que digo, yo nunca había pensado así, había cosas que para mí eran sagradas, como la teoría de la relatividad o que nunca sería infiel, ni promiscuo. Me huelen los brazos a colonias que yo nunca había usado, y llevo ropa que nunca me hubiera puesto. Me toco, y este culo no puede ser mio, el mío estaba como... ¿más arriba?. Para no hablar de ese extraño aliento amargo que me invade al despertar y no me deja ni de día ni de noche, esa especie de resaca eterna que nunca me abandona. ¿Qué hace uno cuando le cambian la identidad? ¿Llama a la policía? ¿a objetos perdidos? ¿a expediente x?
Lo que llevo peor de todo este asunto, es esa incertidumbre de no saber si el nuevo dueño de mi identidad se cambiará de calzoncillos cada día...

lunes, abril 18

 
Domingo
Hoy tampoco hemos coincidido. La ví ayer, desafiante, midiendo las baldosas de la acera con los pies, luciendo hombros, luchando con el viento, viajando a contrapelo. Yo iba camino del super, que ya tocaba. El día anterior, el viernes, me costó recomponerme antes de irme a dormir y creo que algún trocito de alma aprovechó para buscarse la vida. Suerte que han caido en buenas manos, estarán mejor que conmigo. Yo siempre estoy mejor con ellos que conmigo.
Al correr en montañas desconocidas, he aprendido a codiciar los buenos momentos. A disfrutar de las bajadas, del calor del sol y de las caricias del viento, y así reunir las fuerzas necesarias para luego poder subir sin desfallecer. También he comprobado que bajar o subir son dos cosas que no duran para siempre. Tras cualquier pendiente, tarde o temprano llega una cuesta, y viceversa. Cuando las piernas empiezan a doler, el corazón parece estallar, y no entra aire en los pulmones, simplemente hay que clavar la mirada en el horizonte y recordar que no será así para siempre; que detrás de la siguiente curva, quizás venga un llano, o una pendiente. Correr por montañas desconocidas es como afrontar la vida, o el amor. Lo que pasa es que, en estos casos, nunca me acuerdo de guardar fuerzas en las bajadas, porque no quiero reconocer que algún día se acabarán; y luego, cuando me encuentro con la cuesta, siempre me doy de narices contra ella.

sábado, abril 16

 
otro
otro fin de semana tras los cristales de un mundo al fin del mundo. Y el cielo que, por joder, se cierra en banda y amenaza con tormenta. Dentro y fuera; fuera y dentro de mi. He decidido esparcir trocitos de mi alma por toda la casa, a ver si el lunes consigo volver a encontrarla. Mañana, si puedo, iré a comprar al super, que en la nevera resuena el eco. Y el domingo a correr, a ver si tengo suerte y me convierto en forrest gump; y me da por no parar y no vuelvo nunca jamás, intentando no pisar mierdas, escalando sueños. Quizás sea una buena terapia lo de dejarse barba y greñas. A ver si coincido con la de la melena rubia y me cuenta lo de Darwin y el amor, pero seguro que ya no se acuerda. Hoy he visto a la sirenita de mi cuento, la de tez morena, la de ojos violeta, la que me eriza los pechos y me devuelve a la vida. Hemos coincidido en la misma mesa a la hora de comer. Sus cuentos me han transportado lejos. Siguen deslumbrándome su alma, sus ojos y su presencia. Hace tanto que nuestras miradas no se besan. Voy a ver si encuentro mis migas por el suelo, por si me puedo recomponer antes de irme a dormir.

viernes, abril 15

 
Los aeropuertos.
Los aeropuertos son enciclopedias vivas con lomos de cuero rosa y letras grises. Teatros sin telón ni luz de fondo, con actores amateur. Son mapas de geografía que cambian con el día. Son finales, o puntos y aparte, de novelas con personajes que nadie imaginó y que nunca se escribirán. Son un "te como a besos" antes del control de pasaportes. Son rutina y tedio para la del mono azul que parece atada a una enorme mopa gris y se pasea como si llevara un perrito de aguas. Son escarceo de "por fín, Maripili... y cuando volvamos, ni mi vida ni una polla, te vas a quedar más única y sola que la nariz de Rosi de Palma", para el ejecutivo vestido de armani y tatuado con un rolex de oro, con su nueva secretaria colgando del brazo; y la foto carné, de su mujer con los niños, gritando desde el bolsillo de la americana: "cabrón". Son sonrisas de "me voy a forrar recogiendo carros y llevándolos a la máquina que escupe monedas, que estos guiris: o son gilipollas, o les sobra el dinero", para el calé que me pide un cigarrillo y le digo que no fumo, que no tengo. Son "que no me entere yo que ese culito pasa hambre", para el currante del andamio que saborea un cigarro admirando al personal. Son lo que toca, "compre, compre: que mi niña tiene que ir a la universidad", para la señora de los cupones, la de sonrisa diáfana y expresión sincera. Son un "no me toques mucho los ovarios que tengo la regla, capullo", para la cajera del duty-free, que tuerce el morro al dar los buenos dias a las 7 de la mañana. Son los cocodrilos disecados de dos metros, que alguien expuso en urnas de cristal para desalentar a los contrabandistas de animalitos secuestrados y torturados. Hay que ser un lince para llevar un cocodrilo de dos metros en la maleta y esperar que no te pillen (quiero pensar que no se le ocurriría llevarlo en el recto, para despistar...¿?). Y por último, pero no por ello menos abundante, la señora que se puede encontrar en cualquier aeropuerto del mundo mundial: la de las gafas de sol con cadena de oro al estilo Rappel, la de la camisa estampada de piel de leopardo y el sombrero safari. La que nunca ha estado, ni estará, en África; que allí el ambiente es muy seco y salen arrugas en el codo. Hay que reconocer que si hay complementos básicos en un aeropuerto a las 7 de la mañana, son unas gafas de sol y un sombrero safari; yo nunca saldría de casa sin ellos. Que nunca sabes cuándo se destruirá la capa de ozono y los rayos X fundirán el hormigón del techo; y tras él, el colodrillo del ignorante populacho. Eso sí, el sombrero y las gafas que no falten, pero en los pies siempre chancletas; el coco bien protegido, pero los pinreles ventiladitos, que corra el aire, no sea que pillemos unos hongos...que aquí en los aeropuertos hay una gente muy rara y se puede coger cualquier cosa...

miércoles, abril 13

 
El hombre
El hombre de la armadura invisible estaba convencido de que era capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera. "Este mundo no es de los valientes, ni de los ricos. Este mundo es de los que tienen fuerza de voluntad" le había dicho siempre su abuelo, el marinero, el que siempre vestía de azul; y él, se lo acabó creyendo.
Para demostrar que podía valerse por sí mismo y sin ayuda de nada ni de nadie, en cuanto cumplió los 18 se largó de casa sin más equipaje que una libreta de tapas negras, una pluma y un raído jersey de lana roja, por si refrescaba. Nunca volvió a saber nada más de sus padres, ni de sus hermanos que tanto le querían; y no sentía pena por ello; "soy fuerte, no necesito una família que cuide de mí".
Luego, se deslizó por el sinuoso, seductor y lacerante mundo del alcohol; hasta que, cuando más enganchado se sentía, decidió que sólo bebería agua, fresquita, pero pura y cristalina; él no necesitaba drogas que le ayudaran a soportar la realidad. Lo mismo hizo con su trabajo para demostrarse que sin dinero era capaz de subsistir. Incluso con el alimento: estuvo días sin probar bocado hasta convencerse de que podía prescindir de comer, de que tampoco lo necesitaba para vivir. El mundo era para los más fuertes, para los que no se enganchaban a nada ni a nadie, para los recubiertos de teflón, como él decía; para esos a los que todo resbala sin dejar huella.
Un día gris, de los de cortinas mecidas al son de la lluvia y el viento, coincidió en una cama extraña con la mujer de la sonrisa de luna, la de la melena de ébano; la de las caderas tenaza, la que bailaba desnuda la danza de los siete velos utilizando como único punto de apoyo su palpitante sexo. Los cuerpos sudorosos, las bocas de espuma de olas y el tántrico clímax, casi eterno, se mezclaron en una especie de coctel que desgastaba todo a su roce; y él se frotó tanto, que perdió hasta la última capa de su flamante recubrimiento.
Desde entonces, como a las sartenes viejas, todo se le pega: el dolor y la angustia de la soledad, la quemazón de la nostalgia del pasado, el nudo en el estómago de la incertidumbre, la ansiedad y el desespero del amor no correspondido. Aquel día comprendió que había perdido la batalla, la guerra, el mundo; aunque habia ganado la vida.
La mujer de la melena azabache, cada año, por esas mismas fechas, sigue enviándole un sms que reza: "feliz cumpleaños".
Coco, que esta noche dormirá en el país de los cuentos, soñando con la sirenita y envuelto en un edredón de plumas que debió pertenecer a Ágata Ruiz de la Prada. Por lo que adorna pero molesta, quiero decir.

martes, abril 12

 
Mi cuerpo amedio y yo.
Hay días en que partes de mi cuerpo se dedican a vivir su vida sin preguntar ni pedir permiso. Tengo miembros insolidarios que van a su bola y no puedo hacer nada para convencerles del valor del trabajo en equipo. Y la verdad es que empieza a no hacerme ninguna gracia. ¿O alguien encuentra gracioso que en mitad de una reunión seria, con la gente enfrascada y cejibunda (me acabo de inventar la palabrita, sí ¿qué pasa?), hablando de planes, gráficos, del pasado y del futuro; tenga yo que sufrir una erección?. A mí que me lo expliquen. ¿Cuál es el lado erótico de un gráfico de quesitos? Si no era ni de líneas, que tienen su punto, y algunas hasta son de color fucsia; ni de barras, que uno podría rallarse pensando que son yoquesé. Ni siquiera era en 3-d. Era un ridículo gráfico de quesitos a tres colores. Que si por lo menos se pareciera a un pastel de cumpleaños, podría haberme imaginado que salía Angeline Jolie en tanga, pero ni eso. Pues venga, toma, ale, ¡qué alegría! Y claro, te quedas allí sentado, intentando disimular. Y es peor, reconozcámoslo. Te deslizas, en vano, por el asiento intentando desaparecer debajo de la mesa de reuniones. Te esfuerzas en pensar en vacas y hojas secas (que es en lo que yo pienso en los momentos críticos, para intentar durar más de dos minutos), concentrándote para conseguir que la sangre se vaya, de una vez, a otra parte del cuerpo (como al cerebro, por ejemplo, que no me vendría nada mal... que no me extraña que esté tan mal del riego, si es que todo es culpa de los hematíes que siempre se van de excursión a donde no toca). Te sientes como el del anuncio del coche, "¿qué quieres conseguir?" Pues que todo vuelva a donde tiene que estar, oiga. ¡Sólo eso! Y justo entonces, tu jefe, que te ha visto un poco, como apalancado, va y siente que debe hacerte participar más en la discusión:
- Oiga, ¿podría salir a la pizarra a anotar las ideas que van saliendo?
- Pues mire, no puedo, es que tengo una rampa.
Es lo único que se me ha ocurrido. Ya sé que es patético, pero la primavera es lo que tiene.

domingo, abril 10

 
En primavera también hay montañas con nubes
Y montañas de nubes que aparecen y desaparecen, sin importarles lo que nadie piense de ellas: ahora soy un conejito, ahora mazinguer z, ahora el enterprise, ahora nada, ahora tu sombra, ahora el azul y el sol. Tumbado sobre la hierba se ve la vida de otro color.
Si llego a ser algún día algo diferente a lo que soñé entre pañales y barrotes de madera, contemplando las nubes desde la prisión de la cuna, moriré, por no llegar a ser el más intrépido de los viajeros ni el más dulce de los amantes.
Ni tus arrullos, ni mis besos de mariposa, ni mis abrazos de manta en invierno, ni tu sonrisa de reflejos de concha en el cielo, podrán consolarme.
Sólo quiero que me cuentes todo lo que has visto y yo nunca podré ver: la profundidad de los rios donde mis pies nunca dormirán, las curvas de los cuerpos que nunca podré amar, la inmensidad azul de los cielos que nunca podré surcar, el rojo ardiente de los fuegos donde crepitan historias que nunca me quemarán, el color gris de las barcas destartaladas por ese mar que nunca me mecerá. Y así, celoso y contento de haberte conocido, me creeré el más intrépido de los viajeros y el más dulce de los amantes. Así, seguiré soñando que algún día podré volar. Y si vuelo, querré ser artista y esculpiré en las nubes, rosas, estrellas, besos y sonrisas para que iluminen tus sueños en invierno.

sábado, abril 9

 
Hay
Hay veces en que todo duele, el alma, las pestañas, el corazón. Cuando dices que me quieres y no me miras. Cuando me dejas ir. Hay veces en que todo el mundo duele. Hay veces en que todo el mundo va a contrapelo. Hay veces en que toca cantar solo. Cuando el día gris y yo quiero colgarme de tí porque ya he tenido suficientes noches vacías, sin lunas ni soles. Cuando todo, cuando todos duelen, necesitas colgarte del hombro de un amigo y llorar. Hay veces en que todo duele, pero si colgado de tí, un poco menos.

viernes, abril 8

 
Hoy
Hoy he oido en la radio que murió hace unos días, y he tenido un pequeño "déjà vu". Serán cosas de la edad, esa que se divierte riéndose de la memoria. La verdad es que he sentido simpatía: por fín podrá ver la cara de su jefe... que debía pensar que era uno de los Ángeles de Charlie, siempre hablando de tú a tú con él, pero sin saber qué pinta tenía... al menos ahora podrá aprovechar para pedirle un aumento de sueldo y ver la cara de tonto que se le queda. Aunque... mira que si descubre que nunca ha tenido Jefe... tantos años haciéndole la pelota para nada... tantas noches sin follar... Cambiemos de tema. Y así, he vuelto sobre la idea de que estaba convencido de haber vivido antes esta misma situación ... "¿hará cosa de un año y medio no dijeron ya que habia muerto?"... No, ahora que caigo, ese fué Copito de Nieve. Qué malo es hacerse mayor...

jueves, abril 7

 
Expediente X
El alienígena no daba crédito a lo que veía. La dilatada pupila de su único ojo se abría hasta casi salirse de su órbita. Con el susto, también había pasado del color fucsia al naranja, y estiraba mucho el morro, como si fuera un caballito de mar. No entendía absolutamente nada de lo que aquel gigante, que sólo vestía unos calcetines blancos y unos calzoncillos descoloridos, le estaba diciendo. El terrícola se había presentado de esa guisa a las 5 de la madrugada, y se encontraba clavado de rodillas en el suelo, frente a la zona de camping donde estaban pasando unas tranquilas vacaciones. Parecía estar suplicando que hiciera algo, pero no sabía qué podía ser. Todo era un poco extraño, porque aquel grandullón se había portado muy bien con ellos desde que aterrizaron, no era como el resto de los habitantes de ese estirado planeta, que siempre fingían no verles cuando llamaban a sus puertas pidiendo un poco de amor en conserva. Este, en concreto, no parecía tener nada que ofrecerles más que sal y aceite; pero se veía hecho de buena pasta. Si hasta les mostraba la espalda en señal de buena educación, tal y como dictaban los cánones de su cultura, invitándoles a entrar en su casa. Ellos, correspondiendo a las buenas maneras, y un poco por compromiso, siempre habían hecho lo que sus padres les habían enseñado: sentarse a ver la tele, beberse todas las cervezas frías de la nevera y comerse todas las galletas que hubiera en la casa. Que eso era lo que hacía la gente educada, aunque no les apeteciera nada; de echo, odiaban hacer las tres cosas, pero era lo que mandaba el complicado protocolo de buenas maneras de su planeta. Así que no entendía muy bien el porqué de aquel ataque de tontería.
Se empezaba a temer que el humano quisiera lo que era habitual en otros mundos: el intercambio de parejas. La verdad es que a él nunca le había seducido mucho esa costumbre. En su planeta, las mujeres tenían la boca acabada en un morro con forma de trompetilla y los hombres penes de 40 centímetros. Él, por desgracia, había salido a su madre.

-Tengan piedad, mátenme como han hecho siempre con los humanos en las películas. Elimínenme de la faz de la tierra con un disparo laser, pero dejen de torturarme !!! - la cara del gigante estaba adquiriendo un inquietante tono rojo por momentos. Esperaba que no estallara como un globo, o que no le vomitara encima, hoy llevaba el traje de los domingos.

- Estoy desesperado- siguió hablando el terrícola -yo siempre he intentado ser tolerante: no dije ni "mu" cuando hicieron la barbacoa de arenques, y eso que las camisas del Zara que tenía tendidas me quedaron más tiesas que la nariz de Rosi de Palma. Ni protesté cuando la otra noche estuvieron hasta las tantas jugando a las cartas con el casette de Julio Iglesias a toda pastilla. Incluso hice de tripas corazón cuando el cartero trajo ese paquete certificado de "vaya usted a saber dónde" y se negaron a abrir la puerta, así que, para ahorrarles un viaje, pagué yo el depósito y aún espero a que me den las gracias (que no los 30 euros, que a esos ya los dí por perdidos). Ahora bien, lo que no estoy dispuesto a aguantar es que empiecen a follar a las 12 de la noche y a las tres de la madrugada aun se oigan alaridos de placer... ¡¡¡a ver cuánto les va a durar a ustedes un orgasmo!!! ¡¡¡Eso es ir por ahí provocando al personal, oiga!!! Y dígale a su mujer que grite "así Paco, así", como todas, que cuando se pone a aullar como una loca ese nombre estrambótico que tiene usted, su graznar entra en resonancia con la longitud de onda de los tímpanos del perro del vecino, y se arma la marimorena... y ¡¡¡así no hay quien duerma!!!!

miércoles, abril 6

 
O
"O todo o nada" ... y eligió nadar.



PD: Sí, necesito follar más y dejarme de gilipolleces, ya lo sé...

martes, abril 5

 
Estoy un poco preocupado.
Estoy un poco preocupado, el mes pasado aterrizó en el patio de luces una especie de platillo volante. Lo hizo sigilosamente, como de incógnito, pero dió la casualidad de que yo estaba tendiendo la ropa y lo pillé "in fraganti". Me quedé un poco atontado (un poco más de lo habitual, quiero decir), aguantando la respiración, sosteniendo unos calzoncillos descoloridos entre las manos y apretando fuertemente una pinza de madera con los dientes. Mi asombro creció aún más cuando ví que una portezuela se abría debajo de la nave y descendían cuatro seres de color fucsia. Dos de ellos, los más altos, medirían algo más de treinta centímetros. Los otros eran como la mitad de pequeños. El menor de todos no paraba de caerse, estaba como mareado y cada tres pasos perdía el equilibrio y se daba de bruces contra el suelo.
En cuanto inspeccionaron el lugar y vieron que era seguro, empezaron a rebuscar entre las cosas que siempre caen a los patios de luces: pinzas de la ropa, prendas de ropa interior, hojas de revistas pornográficas, colillas, tampax y preservativos usados. El ser que parecía mareado empezó a entretenerse hinchando un condón; mientras, los otros tres construyeron una chabola con el resto de las cosas.
Hasta aquí todo podría resultar bastante normal; lo sé, cosas más raras se han visto en Gran Hermano vip. Lo extraño del asunto es que parece que sólo puedo verlos yo, mis vecinos no manifiestan percibir su existencia, y empiezo a estar un poco cansado. Como soy el único que los ve, los alienígenas no paran de llamar a mi puerta para pedirme sal y aceite. La primera vez me hizo gracia, son tan monos, pero es que últimamente, mientras voy a buscar la tacita de turno, entran, se sientan en el sofá y se apoderan del mando a distancia. Uno de los más grandes se pone a ver a Ana Rosa Quintana y el otro se bebe todas las cervezas frías de la nevera. Los dos más pequeños se cuelan dentro de la alacena, se me comen todas las galletas y además me lo dejan todo perdido de migas. Y por ahí no paso, no señor, que uno ya está harto de barrer. Ya lo decía mi abuela: ¡que sin educación no deberían dejar a nadie salir de su planeta! (esto en la tierra no nos pasa nunca, ¿verdad?). ¡Por favor!

domingo, abril 3

 
Pepita.
Tiene nombre de tesoro relleno de oro. Cuando le digo que muchos hombres hubieran dado su vida por encontrarla en un rio se rie a carcajadas. Nunca he conocido a nadie con una risa tan contagiosa, tan grande, tan sincera, tan elegante. Pepita trabaja en un restaurante de comida rápida, recoge bandejas y limpia las mesas. Con esmero y diligencia. No hay montón de servilletas sucias que se le resista, ni mesa con lamparones, ni sobres desparramando ketchup; siempre lleva un spray de color rosa que derrite cualquier cosa que se interponga en su camino. Pepita sólo sonrie a quien le sonrie, solo quiere a quien la quiere, y sólo respeta a quien la mira con respeto. Pepita quiere a los niños, los mima, les acaricia el pelo, les regala dulces de propaganda; siempre lleva los bolsillos de la bata llenos de caramelos envueltos en papeles de mil colores, de sabores indefinidos, y los niños los adoran y la adoran a ella. Yo codicio sus caramelos, la adoro y la miro; le imploro, le sonrío y hasta limpio mesas porque me dé uno. Un caramelo, una sonrisa y un "¿cómo estás?", son los regalos de Pepita. Y yo la miro, sonrio y por un instante soy feliz.
Pepita tiene el síndrome de Down. Si algún día consigo crecer, yo quiero ser como ella.

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