jueves, abril 7

 
Expediente X
El alienígena no daba crédito a lo que veía. La dilatada pupila de su único ojo se abría hasta casi salirse de su órbita. Con el susto, también había pasado del color fucsia al naranja, y estiraba mucho el morro, como si fuera un caballito de mar. No entendía absolutamente nada de lo que aquel gigante, que sólo vestía unos calcetines blancos y unos calzoncillos descoloridos, le estaba diciendo. El terrícola se había presentado de esa guisa a las 5 de la madrugada, y se encontraba clavado de rodillas en el suelo, frente a la zona de camping donde estaban pasando unas tranquilas vacaciones. Parecía estar suplicando que hiciera algo, pero no sabía qué podía ser. Todo era un poco extraño, porque aquel grandullón se había portado muy bien con ellos desde que aterrizaron, no era como el resto de los habitantes de ese estirado planeta, que siempre fingían no verles cuando llamaban a sus puertas pidiendo un poco de amor en conserva. Este, en concreto, no parecía tener nada que ofrecerles más que sal y aceite; pero se veía hecho de buena pasta. Si hasta les mostraba la espalda en señal de buena educación, tal y como dictaban los cánones de su cultura, invitándoles a entrar en su casa. Ellos, correspondiendo a las buenas maneras, y un poco por compromiso, siempre habían hecho lo que sus padres les habían enseñado: sentarse a ver la tele, beberse todas las cervezas frías de la nevera y comerse todas las galletas que hubiera en la casa. Que eso era lo que hacía la gente educada, aunque no les apeteciera nada; de echo, odiaban hacer las tres cosas, pero era lo que mandaba el complicado protocolo de buenas maneras de su planeta. Así que no entendía muy bien el porqué de aquel ataque de tontería.
Se empezaba a temer que el humano quisiera lo que era habitual en otros mundos: el intercambio de parejas. La verdad es que a él nunca le había seducido mucho esa costumbre. En su planeta, las mujeres tenían la boca acabada en un morro con forma de trompetilla y los hombres penes de 40 centímetros. Él, por desgracia, había salido a su madre.

-Tengan piedad, mátenme como han hecho siempre con los humanos en las películas. Elimínenme de la faz de la tierra con un disparo laser, pero dejen de torturarme !!! - la cara del gigante estaba adquiriendo un inquietante tono rojo por momentos. Esperaba que no estallara como un globo, o que no le vomitara encima, hoy llevaba el traje de los domingos.

- Estoy desesperado- siguió hablando el terrícola -yo siempre he intentado ser tolerante: no dije ni "mu" cuando hicieron la barbacoa de arenques, y eso que las camisas del Zara que tenía tendidas me quedaron más tiesas que la nariz de Rosi de Palma. Ni protesté cuando la otra noche estuvieron hasta las tantas jugando a las cartas con el casette de Julio Iglesias a toda pastilla. Incluso hice de tripas corazón cuando el cartero trajo ese paquete certificado de "vaya usted a saber dónde" y se negaron a abrir la puerta, así que, para ahorrarles un viaje, pagué yo el depósito y aún espero a que me den las gracias (que no los 30 euros, que a esos ya los dí por perdidos). Ahora bien, lo que no estoy dispuesto a aguantar es que empiecen a follar a las 12 de la noche y a las tres de la madrugada aun se oigan alaridos de placer... ¡¡¡a ver cuánto les va a durar a ustedes un orgasmo!!! ¡¡¡Eso es ir por ahí provocando al personal, oiga!!! Y dígale a su mujer que grite "así Paco, así", como todas, que cuando se pone a aullar como una loca ese nombre estrambótico que tiene usted, su graznar entra en resonancia con la longitud de onda de los tímpanos del perro del vecino, y se arma la marimorena... y ¡¡¡así no hay quien duerma!!!!

Comentarios:
Me encanta la versión alienígena de la situación. Ya se sabe que todo depende de como se mire. Al final, no eran tan malos sus extraterrestres, sólo eso, extraterrestres.

Me han caído bien, inevitable. Hasta han sabido reconocerle un humano diferente al resto.

Gracias por la bienvenida, con sus palabras, resulta mejor.
 
Gracias a usted por volver, Poulain. Es siempre un placer leerla.
 
Sólo a mi se me ocurre entrar en tu blog a las 7.38 de la mañana y leer lo de hoy.
¡¡ que fuerte empezar el día leyendo semejante tamaño de ...¡¡
Y por cierto que si no no me concentro en todo el día,¿ el de los calcetines BLANCOS no serás tu no? y si lo fueras serían calcetines de deporte con zapatillas de deportes ¿verdad?
¡¡¡ Por favor di que si , di que si ¡¡¡
 
Buenos días Rosi.

Sí y no.

:)
 
pues me parece que vas necesitando asesor/a de imagen.Me da a mi que sí.
Buenos días a ti también.
 
¿De cuánto has dicho? No, seguro que no he leido bien. ¿Por qué puñetas me he quedado con esa frasecita? Uf!! tendré que psicoanalizame. Me encanta esta historia, Coco.
Beso para el sufrido terrícola.
 
jajajjajajajjajajjajajajajajajjajajjajajjaa mira que eres burro que he tenido que soltar la pizza que me estaba comiendo porque o me reia o me atragantaba, muy bueno el post en serio! na que me sigo comiendo la pizza ( muerete de envidia por esta soltera que ademas es doble de queso) besos besos y mas besos de esos que no deberian darse con la boca llena.
 
Guapa! Buen provecho, espero que en el curro bien. Feliz siesta. Besazo, que me encanta la pizza.
 
yo no estaba comiendo pizza, ni he leído tu post a las 7.38 de la mañana, ni sé si me han caído bien. Me encanta tu post. Pero a partir de lo de los cuarenta centímetros. ¿40?!!! se ha vuelto todo borroso. ,´+``p2@ o*
hoy me he levantado un poco vulgar, sí,que vamos a hacer. jum un besito. ( por cierto me apunto a su protocolo)
 
¿Vulgar tú? ... Wuapa!

Ya me contarás porqué se te ha vuelto todo borroso... dicen que el tamaño no importa, no?

:) Besazo!
 
Con lo que has contado me dan ganas de robarle la nave a Aliana y buscar su planeta. Me podrias dar las cordenadas?
Un beso y por favor esos calcetines...
 
Lola, lo de los calcetines... es que cada uno es como es ;)
El planeta: al fondo a la derecha.
Que lo disfrutes :)
Besazo.
 
jajajajajjajaja Mox...
 
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