martes, noviembre 20
Burning down the house.
Mi puta vida a veces se me antoja como dividida en grandes trozos y confinada en algo que podría ser una casa. Una casa cerrada, sin ventanas, y que la empareda. La recluye absolutamente. Bajo llave. Y sólo me queda la esperanza de que algún día las puertas se pudran, los goznes cedan y las cerraduras se oxiden y rompan. O algo habrá que quemar.
Comentarios:
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Recuerda, "...aunque no puedas mirar hacia el sol sabes que sigue brillando..."
(Si eso no surge efecto... he visto unos lanza-llamas muy monos en el Corte Inglés...)
(Perdón por interrumpir esta conversación, era sólo un inciso)
L.
(Si eso no surge efecto... he visto unos lanza-llamas muy monos en el Corte Inglés...)
(Perdón por interrumpir esta conversación, era sólo un inciso)
L.
Si las puertas son de madera, ahora que me dedico a la restauración puedo abrirlas sin dañar nada de nada :).
No hay final sin destrucción ni mejor destrucción que el fuego. Se quema y luego se comienza.
Suerte!
Suerte!
Good night darling.
Sólo espero que en uno de esos ciclos no se me queme alguien muy querido. ¿Vale?
Sólo espero que en uno de esos ciclos no se me queme alguien muy querido. ¿Vale?
Leches, el coco quejandose de casas y a mi el euribor me tiene agarrada del cuello. Para lo de las puertas, el mejor especialista que conozco es el lobo de los tres cerditos.
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