viernes, noviembre 24

 
La insólita, incierta y jamás contada historia de Albino Fernández, criador de canarios.
Albino Fernández, antes de dedicar su vida al apasionante mundo de la canaricultura, descubrió, entre las expresiones de asombro de sus parientes cercanos y los orondos ojos de sus boquiabiertos peces de colores -a menudo le costaba distinguir a los unos de los otros-, que podía adivinar el futuro a través de la ancestral ciencia de la carteromancia; esto es: del requisado a hurtadillas de bolsos y carteras ajenas. Si bien es cierto que nunca conseguió predecir ni un solo porvenir, sí que descubrió, a base de práctica, que podía servirse de semejantes artes para tejer uno bien brillante para sí mismo. Bueno, para él, y para su banquero.

En otro orden de cosas, Don Eulogio, vecino del quinto, psiquiatra de vocación y psicólogo de profesión (la cual empezó a ejercer tan pronto descubrió que los títulos de psicología podían adquirirse en el Carrefour), se empeñaba en calificar a lo de Albino como "episodios de cleptomanía compulsiva". Pero sus progenitores nunca le hicieron mucho caso. ¿Qué iba a saber un tiralevitas como él?. Si no era capaz de distinguir a un paquidermo bailando la conga de la tía Blasa orinando (aunque para ser sinceros, ellos tampoco), cómo iba entonces a ser capaz de diferenciar una manía, por muy clepta que fuese, de un don divino. Alma de cántaro. Ni hablar del peluquín; los padres de Albino siempre defendieron estoicamente el honor de su hijo hasta la tumba, que era el nombre de la cantina donde a menudo bebían hasta perder el sentido y caer redondos al suelo, completamente ébrios.

Y fue en este ambiente relajado y distendido, tan propicio a la práctica del onanismo, donde se desarrolló buena parte de la precoz infancia de Albino. Ora enfrascado en el arte y perfeccionamiento de sus dotes adivinatorias; ora recaudando fondos para nobles causas, como la del extraperlo de láudano para consumo propio, la degustación de manitas de credo (La credo era la regenta del único burdel del pueblo), hacer el pino-puente en la plaza mayor o chuparle las tetas a la nodriza Aurora. Cosas, todas ellas, que practicó hasta bien entrada la pubertad.

Quizás fuera por ese motivo que corrían rumores en el pueblo sobre la veracidad de su edad: igual no era tan niño como se decía, sino que simplemente era un señor bajito. Bulos que pronto se convirtieron en auténticas leyendas urbanas y que se referían, tanto al tamaño de su pene, como a su condición de presunto invertido sexual. Cosa que, a todas luces, intentó siempre disimular saliendo a la calle, el primer domingo de cada mes, ataviado con una peluca Luis XVI, un par de antiparras ahumadas y un ficus del Peloponeso por sombrero.

Hasta aquí, digamos que todo podría antojarse como una historia de lo más normal.

(CONTINUARÁ)

(Sí: esta noche no podía dormir y no me funcionaba el messenger, ¿qué pasa?)

Comentarios:
UYSS, PERDÓN,ME EQUIVOQUÉ...
COCO, ERES TU ???
 
Sí, querida, soy yo, es que me ha dado la vena Groucho Marx.
 
Que continúe que continúe!!
 
Coco, ahora sí que me has cautivado del todo. Me rindo a tus pies.
 
coco ¿has probado a contar ovejitas?
 
Y esta biografía por capítulos ¿ya está autorizada?
Que mira que a veces autorizadas y todo hay quien se enfada, y si no que le pregunten a Gallardón.... jajajajajaja
 
Pues acabo de llegar, pero creo que me quedare por aqui, por lo menos para saber como termina la historia. Besos.
 
Vaya gran chistera de mago que tienes...adivino que será una buena historia
...öö...
 
Ni que decir tiene, que a partir de este momento, Albino Fernández es mi héroe.
Queda pues en el recuerdo Super López.
 
Ficus del Peleponeso por sombrero! Vaya, que eso del mundo mágico, se te da muy bien. Me encanta (bis), continua, por favor.....
 
que divertido

besos de fin de semana
 
¿Te han cambiado el tratamiento?,duerme mas coco.un beso
 
Sí, he vuelto, pero no, aún no te he leído. Sí, lo haré, esta noche. Sí, yo también escribo largo y tú aún así me lees. Sí, yo también te quiero leer pero ahora mismo me reclama mi otra vida. Sí, tengo vida social, qué pasa. Sí, me he dado cuenta de que no has hecho los deberes. Pero no, no pienso reñirte. Sí, somos todos muy mayores. Ya, sí, unos más que otros.
Sí coco, yo también te he echado de menos.
Ah! sí, y... besos.
 
Pues ya te he leído, y me has gustado eh? te noto... cómo diría... más maduro, digooo más adulto, digooo... seguro que sólo he estado fuera tres días??
Besos en los sesos.
 
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