martes, julio 11

 
Al levantarme esta mañana me he dado cuenta de que, durante la noche, me han crecido dos sandías a la altura del pecho. Son enormes y pesan tanto que, para evitar perder el equilibrio y caerme de narices, me he tenido que comprar un sujetador de talla gigante con aros y me veo obligado a andar por la calle tirando mucho de los hombros hacia atrás, levantando la cabeza como si me preocuparan las nubes o si va a llover. Todo el mundo me mira con la boca abierta cuando corro al cruzar los pasos de peatones. Pero eso es lo de menos, lo que sí me tiene preocupado es que no vaya a salirme un moratón en cada ojo, porque a veces se me mueven tanto, que me dan unas ostias en la cara que pa qué. Además, me he dado cuenta de que al pasar por delante de las fruterías, todos los plátanos se empinan; poniéndose tiesos, como duros; y se amontonan en el aparador silbando y lanzándome toda clase de comentarios soeces que no acabo de comprender: que si me metían de todo menos prisa; que si me agache que me enseñarán dónde está Pamplona; que si quiero jugar al teto; que si se me metían hasta en el bolsillo; que no sé qué de comerse la regla con cuchara o hacerse una infusión con mi tampax; en fín, de todo un poco. Al princípio me daba corte y me ponía rojo como un tomate, pero ahora me está empezando a gustar el rollito este de que se alegren de verme, hasta el punto que he dedicado la tarde a pasearme por las fruterías del barrio. Entro moviéndome voluptuosamente y luego paso revista con disimulo. Bueno, o igual sin tanto disimulo, porque si veo a algún plátano flácido y despistado, le grito "¡impotente!" y sonrio a los demás para que me rian la gracia, que siempre lo hacen. Hay que ver qué simples son estos plátanos, todos son iguales; los pelas, te los comes, y ya no te los quitas de encima hasta que ven pasar otro buen par de sandías. Y eso que hablamos de plátanos, porque los hombres son mucho peor; que estaba yo, tan tranquilo, haciendo gala de mis encantos, cuando un señor ha intentado tocarme las sandías con la excusa de saber si estaban maduritas. ¡Será posible, el tío guarro!

Comentarios:
Jajaja... si es que... donde se pongan unas buenas sandias... con el calorcito que hace... (es que apetece, mira!)
 
Si es que los melones ya están pasados de moda.
Que crack que estas hecho ;D Como me divierte leyendo tus historias originales y subrealistas (q pelota ha quedao :D)
WEno molts besets
 
¡jajaja!
 
Y luego la gente se gasta la pasta en corporacion dermoestetica.... hay con lo econcomicas que salen las sandias!
Me encanto el post muy divertido !
nabraso
 
Felicidades, por tu pluma y por tus sandias !!!!!
:-)
 
Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]





<< Inicio

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]