lunes, octubre 17

 
Una vez...
Una vez una gaviota volaba feliz, distraida, ausente; inundando de palmadas el aire con sus alas y cantando al viento con sal en las pestañas. El mar, enamorado, a su paso levantaba montañas rusas de índigo azul, senderos de espuma que hacía desaparecer justo tras la cola de su sombra; tan celoso de su libertad como de su hermosura, sonreía embobado, dejándose llenar por su calor junto al rojo del atardecer, coleccionando cada una de sus plumas y sus nanas con voznes de sirena.
Y así pasaban los días, ella tropezando a su paso con el viento; él salpicando su vida de espuma de besos y de susurros traviesos. Ella, surcando un universo de peces y sal; él abriéndose en canal, dejándose follar en cada uno de sus encuentros, atado de manos y pies, entre sus envestidas y sus vuelos, inmóvil pero inquieto, soñando ser atravesado de nuevo por un fornido pico y un graznido en verso; por un roce de esperanza, por una cometa sin sedal, mano ni dueño.
Una tarde, una ola se prendió del reflejo del sol en su estampa, de sus destellos naranjas, de sus canciones de cuna lanzadas al viento; y cansada no ser nada para nadie, le guiñó un ojo y de un salto la abrazó para robarle el corazón. El pájaro, sorprendido, descorazonado, malherido, se posó sobre la ola y vió horrorizado cómo desaparecía bajo sus patas igual que la lluvia es engullida por la arena del desierto. Y con ella, su corazón.
Desde entonces, cuentan que, alguna noche, se pueden oir las nanas de cebolla que una gaviota ciega, sorda y sin nombre, canta al mar sólo para que le devuelva su corazón, su ingenuidad, su tiempo; su pasado y su presente.
La gaviota es R., el mar es la vida y la ola, la mala fortuna que se adueñó de su pasado y su presente. El suyo y el de todos los que la quieren.
Hoy me he encontrado con J., hacía mucho que no sabía nada de él. Nos hemos tomado un café juntos, y entre recuerdos, nostalgias y canciones, como quien dice que mañana parece que lloverá, me ha contado que R, con la que compartí muchos días de instituto, algunos granos de adolescente y bastantes noches de insomnio; la que contagiaba sonrisas, serenidad y cuentos sin prisas; lleva más de dos años en coma.
Y uno, al instante, se siente como un poco egoista y bastante estúpido preocupándose por si llegará a final de mes, por su mierda de trabajo o por lo terrible que es cumplir los cuarenta. De repente todo es muy relativo.
Mañana iré a verla al hospital, y aunque sé que no se enterará de nada, le leeré este post de gaviotas, mares y olas.
Supongo que, aunque no crea en ellos, a lo único que se puede aferrar uno en estas circunstancias, es a los milagros.
Ojalá todas las gaviotas a las que han robado el presente y el corazón, algún día vuelvan a volar.

Comentarios:
Una vez más me conmueve leerte, hoy me voy a dormir con el corazón encogido y al borde de la lágrima...
 
Pues pásame los kleenex, ¿vale?
 
Esta vez no queda hueco para hacerte ningún comentario "gracioso" que rompa la tensión dramática (eso que tanto me gusta hacer). Esta vez me ha llegado al alma y la ha inundado por completo.

coco, qué bien escribes. Como Deyector, también me voy a la cama con una lágrima temblando.
 
Un beso cielo, y gracias por estar aqui. Yo también me voy a la cama, aunque de lo de dormir ya hablaremos mañana ;)
 
coco.. duele, duele adentro... y solo sale con lagrimas..
Yo si creo en los milagros, y voy a tener presente a R. en mis oraciones..
y estoy segura de que ella notara tu presencia en la habitacion de ese hospital..
creo que si lo hara..

un millon de besos verdes mezclados con lagrimas amargas..
 
Leí esta semana en las noticias que milagrosamente un chico que había estado un montón de años en coma salía del él y lo más extraordinario era que durante sus años en coma había tenido conciencia de todo lo que ocurría a su alrededor.
Antes de que te vayas,toma este abrazo para que te dé fuerzas.
 
Tienes razón en que todo es relativo y nos preocupamos por cosas de ‘dudosa’ importancia.
Hoy, sin más palabras, sólo un gran abrazo y un beso muy fuerte
 
Vaya, Coco, qué historia tan bonita y tan triste...
Ahí va un besito de cariño. Y otro para R., que seguro que se alegra de verte...
 
Hola...no se q decir.
Un beso.
 
Me quedé sin palabras, yo no quiero que me roben el corazón!
 
Un beso...
 
Un beso desde este corazón... a ver si sirve para algo.

Besitoss
 
coco, llévale besos tiernos de mi parte.
 
Yo siempre he creido que sí pueden escucharnos, y que es precisamente a fuerza de hacerles saber lo importantes que son despiertos cuando al final pueden abrir los ojos. Léeselo, sé que le encantará.

Confío en que algún día puedas contarnos como recuperó sus alas y pudo volar de nuevo...

Un abrazo lleno de sincero cariño
 
hoy te dejo solo un silencio que es lo que me has dejado.
Muy bien narrado. Abrazos mil
 
A este paso, nos vamos a quedar sin kleenex, coco.
Un beso.
 
Un beso, corazón... te quiero mucho.
Des.
 
Gracias.
 
Un abrazo, Coco. De los de verdad.
 
Eres un sol mox, y gracias por decir.
 
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