jueves, octubre 20

 
Raro.
Abro la puerta de casa y me encuentro con una familia que no es la mia. Me recibe una señora teñida de rubio, con una rebeca roja, que me pregunta por mi dura jornada laboral y, sin darme tiempo a abrir la boca, suelta sin respirar lo estresante y desagradecida que es su vida, siempre metida en casa como una esclava. Cuando parece que ha terminado, le contesto que yo sólo vengo de correr un rato y le pregunto quién es, porque no la conozco de nada. Estoy sudando como un cerdo y necesito una ducha. Me pone la mano en la frente, me dice que tengo fiebre y los ojos vidriosos, que no digo más que tonterías y que debo haber pillado la gripe del pollo, o algo peor, que vaya usted a saber qué clase de antros frecuento a sus espaldas. Yo le digo que no sabía que los pollos tuvieran gripe y luego intento de nuevo pedirle respuestas, pero se da media vuelta haciendo aspavientos, como si espantara moscas o no tuviera tiempo para pamplinas.
La cocina huele a aceite requemado y de ella sale un adolescente con tres imperdibles en la cara, la nariz repleta de granos con pus y un gorro de lana con borla; se rasca la entrepierna, como haciendose una paja, me llama viejo y me pide un trago; le digo que estamos en Octubre, que aún no es temporada de esquí, que criará ladillas con ese gorro y se le caerán las orejas al suelo; él hace una mueca de disgusto y chasquea la lengua, yo encojo los hombros y le paso una botella de coñac. Se pone a beber a morro; la señora aparece entre grandes zancadas gesticulando muy cabreada, me da una colleja con una cuchara de palo y me pregunta si creo que esa es forma de educar al niño, que así se nos va a convertir en un delincuente, que vaya mierda de ejemplo soy yo para la pobre criatura. Antes de que pueda argumentar nada, se vuelve a la cocina. El chaval se lleva otra vez la botella a los labios y esta vez soy yo quien reparte collejas. Se larga maldiciendo mi estampa y se encierra en su habitación.
Llaman al timbre, abro la puerta, ¡ostia! ¡el clon de Lara Croft pero con las tetas más grandes!; viste sólo un tanga con filigranas rosas y una bata de seda mal anudada. Me pide una tacita de azucar y antes de que pueda ir a por ella, me rodea con sus brazos y me dice que no puede más, que hace meses que somos vecinos y que aunque ya sabe que los dos estamos casados, admite que me desea; que su marido, el Paco, la ignora sexualmente y que cada noche llega al orgasmo tocándose, imaginando que hacemos el amor sobre la cónsola del recibidor. Le pido que espere un momento, quenosevayapordios, me dirijo rápidamente a la cocina y le digo a mi mujer que hemos terminado, que el piso es mio pero se puede quedar con el coche, la cuenta, el niño y el apartamento en Torrevieja, Alicante; y que le pasaré una buena pensión. Charlamos civilizadamente, como buenos amigos, recordando con nostalgia el amor que nos unió hace años y que, lamentablemente, se esfumó como las nubes en verano, y reconocemos aliviados que ya no tiene sentido seguir engañandonos a nosotros mismos. Ella admite que últimamente fingía sentir placer cuando follábamos y yo le confieso que tenía que cambiar mentalmente su cara por la de Angelina Jolie para correrme. Ella rompe a llorar, grita que todos los hombres somos unos cerdos, unos cabrones, unos falsos y unos hijos de la gran puta; que ya tenía razón su amiga, la divorciada; que la mirara a la cara si tenía cojones, que me había dado lo mejor de su vida y así se lo agradecía, pensando en el putón de la Yoli mientras me la tiraba, que para eso me masturbara en el retrete. Luego ha estrellado toda la vajilla de porcelana contra el suelo, ha hecho mil añicos nuestra foto de bodas y ha bailado sobre el piano de cola del abuelo; con el estropicio, se ha roto una uña y una pestaña postiza se le ha quedado a la altura del bigote; al verse reflejada en el espejo del baño ha exclamado, entre carcajadas, que eramos pocos y parió la abuela. Después de llamar a su madre, ha metido algo de ropa en dos maletas, ha cogido al del gorro por la oreja, le ha quitado la botella de coñac sólo para darle un trago y lanzármela a la cabeza; ha atravesado la puerta sin mirarme, me ha envíado a la puta mierda y se ha ido para siempre.
Llevo ya más de tres horas aquí, llamando a la puerta de mi vecina, pero no abre nadie, sólo se oye a lo lejos algo así como "asípacoasíasíaaahhh"... desde luego, qué raro todo, especialmente que nunca he tenido cónsola en el recibidor, ni piano de cola. Y eso me preocupa porque no sé yo, si a mi edad, seré capaz de encontrar la salida del Ikea.

Comentarios:
A saber a qué te dedicarías ayer para tener hoy esas alucinaciones... Y aunque la vecina te ponga los cuernos con su marido, hiciste bien en echar a esa bruja (y a ese hijo tan desagradable que tenías). Ve buscando una cónsola por si acaso, ya que estás en IKEA...
 
Vale, pero siempre me lio con los pasillos y las estanterias...
 
bueno, coco.. creo que tienes que visitar mas IKEA..

y buscarte una mujer que no te de hijos que usen gorros con borlas..

besos
 
coco, estoy en el siguiente pasillo, en la casa de la cocina roja.
No tengo ni consola en recibidor ni piano de cola, pero tampoco es que lo necesites, no?

Vente a jugar al scrabble, que de eso si tengo.

Ah! y traete contigo los donetes...

Besitoss
 
Y digo yo ¿por qué a las rubias reteñidas les chifla vestirse de rojo? (uno de los grandes enigmas del universo)
 
Deja de tomar esas drogas...
 
jajajajajajaja...
La verdad es que fui a Ikea el sábado y entré a curiosear en uno de esos espacios semi-cerrados donde te demuestran cómo meter todo lo que usted necesita para vivir cómodamente en un apartamento de 30 metros cuadrados. Estando ahí metido, tuve la sensación de que ese podría ser mi propio hogar, y que en ese momento lo estaba compartiendo con unos desconocidos: la señora de la rebeca roja, su respectivo, el adolescente de la gorra-borla y la clon de Lara Croft. La señora opinaba sobre los acabados de los muebles mientras el adolescente pasaba olímpicamente de ella y su marido no perdía de vista la gomilla del tanga de la Croft, que hacía contorsionismo debajo de una mesa de cocina vayaustedasaber porqué. Pensé que, al fin y al cabo, aunque las personas cambien, los entornos, los comportamientos, las necesidades, motivaciones y sueños acaban siendo los mismos para todos. Si mezclas todo eso con que ayer tuve un día raro, pues me salió esta mierda de post. Y ahí se queda.
Besito.
 
La entrada está en la planta baja, según sales de la sección de hogar a la izquierda.
De nada.
pd/ Y la próxima vez, aunque seas hombre, pregunta.
 
Estoooo...La salida,quería decir.
 
jajaja...
antes muerto que preguntar, hombrepordioscoñoya...
 
siesquelmundoesunpañuelo...
;)
 
jajajajajjajaa...
 
Hay que ver como eres que inventas historias de cualquier cosa. Y yo, cuando paso algún día sin venir a leerte, necesito mi ración de Coco.
Un beso.
 
Y yo mi ración desordenada.
 
http://www.youtube.com/user/KeaneVEVO#p/u/14/lKrFfp67NDQ
 
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