domingo, abril 3

 
Pepita.
Tiene nombre de tesoro relleno de oro. Cuando le digo que muchos hombres hubieran dado su vida por encontrarla en un rio se rie a carcajadas. Nunca he conocido a nadie con una risa tan contagiosa, tan grande, tan sincera, tan elegante. Pepita trabaja en un restaurante de comida rápida, recoge bandejas y limpia las mesas. Con esmero y diligencia. No hay montón de servilletas sucias que se le resista, ni mesa con lamparones, ni sobres desparramando ketchup; siempre lleva un spray de color rosa que derrite cualquier cosa que se interponga en su camino. Pepita sólo sonrie a quien le sonrie, solo quiere a quien la quiere, y sólo respeta a quien la mira con respeto. Pepita quiere a los niños, los mima, les acaricia el pelo, les regala dulces de propaganda; siempre lleva los bolsillos de la bata llenos de caramelos envueltos en papeles de mil colores, de sabores indefinidos, y los niños los adoran y la adoran a ella. Yo codicio sus caramelos, la adoro y la miro; le imploro, le sonrío y hasta limpio mesas porque me dé uno. Un caramelo, una sonrisa y un "¿cómo estás?", son los regalos de Pepita. Y yo la miro, sonrio y por un instante soy feliz.
Pepita tiene el síndrome de Down. Si algún día consigo crecer, yo quiero ser como ella.

Comentarios:
Fíjate si me gustó tu post, que sólo con la primera frase y la última, me hubiese dado por satisfecha. Encima lo rellenaste con la mejor crema.
Un beso.
 
Síndrome de saber vivir feliz.
Esa ternura que contaste sólo podía venir de un niño o de gente especial como ellos.
Buenas noches y hasta mañana.
 
Me has hecho desear uno de sus caramelos y sobre todo una de sus sonrisas, de las mejores, de las de verdad.
un beso
 
Yo para no perder ese punto de niña sigo llevando como pepita caramelos en el bolsillo o en el coche... golosa nata. Me ha encantado la forma en la que lo has contado... muy tierno. besitos!
 
Coco... si te digo que he leído y releído y releído (casi sin respirar -en peligro de caer cianótica-) este post tuyo... ¿me creerías?

¡Cómo escribes!
¡Cómo describes!
Y cuántísima alegría tiene este relato. Con qué lirismo llano y real lo has tocado.
Un lujazo leerte.
Y un placer, siempre.

Saf ;-))
 
sois unos soles. Todo el mérito es de Pepita, ella es quien sabe pintar poesias con sus gestos, con su sonrisa, con sus caramelos, sus roces y su spray color rosa. Yo, sólo llevaba en el bolsillo una libreta a cuadros y un boli bic.
Besos.
 
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