miércoles, abril 13

 
El hombre
El hombre de la armadura invisible estaba convencido de que era capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera. "Este mundo no es de los valientes, ni de los ricos. Este mundo es de los que tienen fuerza de voluntad" le había dicho siempre su abuelo, el marinero, el que siempre vestía de azul; y él, se lo acabó creyendo.
Para demostrar que podía valerse por sí mismo y sin ayuda de nada ni de nadie, en cuanto cumplió los 18 se largó de casa sin más equipaje que una libreta de tapas negras, una pluma y un raído jersey de lana roja, por si refrescaba. Nunca volvió a saber nada más de sus padres, ni de sus hermanos que tanto le querían; y no sentía pena por ello; "soy fuerte, no necesito una família que cuide de mí".
Luego, se deslizó por el sinuoso, seductor y lacerante mundo del alcohol; hasta que, cuando más enganchado se sentía, decidió que sólo bebería agua, fresquita, pero pura y cristalina; él no necesitaba drogas que le ayudaran a soportar la realidad. Lo mismo hizo con su trabajo para demostrarse que sin dinero era capaz de subsistir. Incluso con el alimento: estuvo días sin probar bocado hasta convencerse de que podía prescindir de comer, de que tampoco lo necesitaba para vivir. El mundo era para los más fuertes, para los que no se enganchaban a nada ni a nadie, para los recubiertos de teflón, como él decía; para esos a los que todo resbala sin dejar huella.
Un día gris, de los de cortinas mecidas al son de la lluvia y el viento, coincidió en una cama extraña con la mujer de la sonrisa de luna, la de la melena de ébano; la de las caderas tenaza, la que bailaba desnuda la danza de los siete velos utilizando como único punto de apoyo su palpitante sexo. Los cuerpos sudorosos, las bocas de espuma de olas y el tántrico clímax, casi eterno, se mezclaron en una especie de coctel que desgastaba todo a su roce; y él se frotó tanto, que perdió hasta la última capa de su flamante recubrimiento.
Desde entonces, como a las sartenes viejas, todo se le pega: el dolor y la angustia de la soledad, la quemazón de la nostalgia del pasado, el nudo en el estómago de la incertidumbre, la ansiedad y el desespero del amor no correspondido. Aquel día comprendió que había perdido la batalla, la guerra, el mundo; aunque habia ganado la vida.
La mujer de la melena azabache, cada año, por esas mismas fechas, sigue enviándole un sms que reza: "feliz cumpleaños".
Coco, que esta noche dormirá en el país de los cuentos, soñando con la sirenita y envuelto en un edredón de plumas que debió pertenecer a Ágata Ruiz de la Prada. Por lo que adorna pero molesta, quiero decir.

Comentarios:
Es culpa de esos días grises, que de pronto te arrebatan la armadura cuanto más fuerte te sentías para volverte sartén vieja. Vuelta a colocarse el yelmo y a sacarle brillo a la coraza y a pensar que una vez superado el escalón, ya no habrá más días que desnuden. Pero no es verdad, se cuela el frío entre las piezas de la armadura, llegan los olores a través de sus rendijas y las cosas duelen, aunque el golpe suene hueco. Pero nos sentimos fuertes tras ese brillo de metal, porque los otros no lo saben, no saben que se cuelan la nostalgia, la soledad, el miedo y la tristeza y se instalan allí dentro. Sólo los extraños de sonrisa de luna capaz de desarmarnos lo saben.

Dulces sueños con cuentos, sirenas y edredones.
 
Dulces sueños y dulces días grises, Poulain. Y cuando creia que ya casi dormido, siempre consigue usted despertarme para el resto de mi efímera eternidad.
Beso, beso y beso.
 
Amelie me ha quitado todas las palabras... no habria sabido decirlo mejor, habla tambien por mi boca, y por la de todos supongo, que muchas veces somos ese hombre, y esa armadura y esa sonrisa de luna en alguna ocasión para otro hombre... supongo que hay veces en las que vale la pena, morir de amor.
Besos insomnicos perdidos de los que alcanzan los sueños!
 
A veces, sólo a veces, sí vale la pena. Un besazo, wuapísima.
 
Si me explicas el porqué cuando se pierde la batalla y la guerra le ganas la partida a la vida te regalo una cosa que empieza por G
 
Así es la vida, Coco, y el amor. Y el dolor y la angustia también tienen un final, cuando vuelve la calma, para cualquier otro día, compartir cama con otro ser de sonrisa de luna y... vuelta a empezar. Ese es el premio y la condena por estar vivos.
Un beso, corazón.
 
me encanta lo de la sartén vieja que se le pega todo. Bueno uno no suele estar en el mismo lado todo el tiempo.A veces donde estás hace frío. A veces cruzas la raya y como tienes coraza vuelve el calorcito en los hombros.
He estado en los dos sitios, pero de todas todas, prefiero la cara lavada, que luego todo es rimel y carmín en la almohada. ji. un besín wapo sueña rico ñam, ñam
 
Joo que historia más bonita!! ;) un saludo
 
No le ganas la partida a la vida. Sólo te conviertes en un ser vivo, ganas vida, y como tal, sufridor/ra, como el resto de los mortales.
Quiero mi regaloooooooooooooooooo!
:)

PD: en el país de los cuentos hace un frío quetecagas...
 
Vuelo leyendo vuestros comentarios, siempre me ganais... y también me consuela saber que quien más quien menos, ha sido alguna vez sartén vieja.
Besos.
 
Venta ambulante, sartenes nuevas antiaderentes ( se escribe asi antiaderentes, pasopalabra!!!) pos eso , sartenes nuevas, gratis, para corazones doloridos, pasen a recogerlas por mi lokura... tenemos para todos. besos besos de los que se pegan!
 
Yo debo ser rara, porque las cosas se me pegan hasta en la armadura. Que suerte encontrar con quien frotarte hasta desgastar el metal.
Dulces sueños,
Un beso
 
¿Puedo ir contigo al pais de los sueños?
Bonito post.
 
Por poco no me cierras la puerta.Ahí te lo dejo bien envuelto.La caja la más pequeña que encontré pero con un GRACIAS enorme dentro.
Un beso de sarten antiadherente de las que se pegan.
 
Nunca le cerraría la puerta a una amiga ;)
Gracias a tí, un beso.

Claro que puedes venir, pero traete un abrigo que hace frío.

Sí eres rara, eres encantadoramente rara. Yo quiero ser como tú. Un beso.

COMPROOOOOOO. Yo quiero un beso de esos de los de lengua en farola helada, de los que se queda uno pegado durante todo el invierno.
 
Hoy he ido al cine y he visto una película de sartenes antiadherentes que se transformaban en sartenes viejas. También salía un hombre con armadura. Y al final alguien reclamaba derecho a sentir algo, aunque fuese dolor.

Personajes extraños que te hacían sentirte como en casa.

Beso.
 
Pues yo debo ser otra sartén vieja, aunque nadie hasta ahora me lo había llamado, porque se me pega todo todito. Siempre dispuesta para una fritura, un baño maría, un fuego lento o una ebullición. De vez en cuando tengo que frotar y restregar bien con el scotch brite para quitarme otra capa y echarla en el olvido. Entonces me quedo pulida y limpia para la siguiente cocción.
Muchos besos y gracias por tu visita.
PD: Me ha gustado lo que he leído de tu blog ¿puedo seguir visitándote?
 
Preciosa historia, coco.
Me ha puesto los pelos de punta :)
 
Beso Poulain. Me encanta que comparta sensaciones. Ya sabe que está usted en su casa.

Claro que puedes seguir visitándonos Paloma, es un honor. Y recuerda que lo mejor de este blog son vuestros comentarios. Me encanta tu blog. Un beso.

Ali, aquí todos vamos más o menos igual, con los pelos de punta, si no por las historias, por lo poco que dormimos :)

Coco, que se aburre en el aeropuerto de Barajas. Gran invento esto de internet!
 
yo es que en el aeropuerto leo a Garfield... encantadora historia
 
Una historia preciosa.
Espero que tengas dulces sueños.
Un beso
 
Garfield... tú sí que sabes. Me lo apunto, lo echo de menos. Yo me leo el investigación y ciencia... sí, ya sé: necesito follar más...

Dulces sueños Anuski. Yo, por fín en casa (jiji). Beso.
 
lo de follar lo has dicho tú. Oye, a lo mejor, con poco ya estás satisfecho...
 
Pues no sé... ¿qué entiendes por poco?
 
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