jueves, diciembre 16

 
umsteigen.
Hace algunos años, cuando yo era feliz sin barba diaria, generoso con el tiempo que escapaba y asceta con el dinero que no tenia, descubrí que con un ticket de inter-rail podías ver tantas montañas como fueras capaz de aguantar sin dormirte. La cantidad de rocas, árboles, llanos, prados y ciudades que retuviera la retina dependía de tu habilidad combinando trayectos y cambiando trenes. Eso con mochila a la espalda, bufanda al cuello y mapa en la mano. En algún tren descubrias un universo de gente encantadora que, a veces, te costaba un alma dejar. También había viajes vacios, llenos de gente gris con ojeras y sombrero que miraba siempre al techo. Había trenes llenos de sueños compartidos y de tardes al sol. De vez en cuando, muy de vez en cuando, descubrias almas gemelas y gustos paralelos, intercambiabas direcciones y números de teléfono que sabías que nunca te atreverías a utilizar. Vamos, como internet, pero con traqueteo y derecho a roce en los pasillos.

Comentarios:
Es en lo único que pienso mientras trabajo, para cuando ese dulce traqueteo, ese cine en las ventanas,ese atarse a la mochila para que no te roben, alma de viajero ya sabes, ay madre! que ganitas de primavera. ;)
 
Cuando yo lo hice era como un buffet libre: todos los kilómetros que usted pueda recorrer en un mes de treinta días. Lo echo de menos.
 
Qué ganitas de primavera, de flores, de escotes, de sol y de luz. Qué ganitas de ser sin estar. Qué ganitas de pasar hambre de palomitas descubriendo actores entre la mugre de las ventanillas medio abiertas.
 
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