sábado, noviembre 20

 
De día, los ojos renacen para buscar el recuerdo desaparecido de la noche, y el tremendo puzle se va recomponiendo a medida que el cuerpo empieza a despertar. La primera pieza que encaja a la perfección es la de la oscuridad, rota por luces de neón azules y rojas. El olor a frenesí, alcohol y tabaco es la siguiente. El calor de otros cuerpos rozando mi cuerpo, caricias en la mejilla de cabelleras estrañas ondeando al viento, algún que otro golpe bien intencionado, alguna discreta metida de mano. Las siluetas de las camareras subidas a la barra del bar, moviendo las caderas y flexionando las rodillas al tiempo que zarandeaban la cabeza de izquierda a derecha. El golpear con abridores de botellas de cerveza las barras de acero que adornaban el techo. Las miradas experimentadas de las que saben lo que quieren. Las miradas sonrientes de las que saben lo que no quieren. El cuerpo abandonandose al embrujo de rumbas de reyes gitanos. Tu mano midiendo mi culo. Un beso con sabor a barra de labios. Un deseo irrefrenable. Vaya, ya sé que es ese bulto calentito que se movia en la cama.

Comentarios:
;) a mi también Mox, a mi también.
 
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