sábado, noviembre 6

 
Y tú, ¿qué quieres?
Ando descalzo por las calles, me arrastro buscando un bar cutre y maloliente que esté lleno de sillas, lleno de culos y vacío de ideas. Lleno de mesas con tres patas, de sifones con cerveza y de clientes ausentes que sólo tengan ojos para las tetas de las que cruzan distraidas, flotando de punta a punta de la ventana. Acuario de sexo gratis. Un pez globo, un neón, un pez ángel. Hoy busco un taburete en la barra que esté rodeado de soledad, de colillas y de chicles pegados. Me siento, arrojando contra el suelo toda la vida que se esconde en mi mochila. Miro a los ojos a la camarera y le pido que me dé algo que me transporte lejos, algo que me recuerde a nada, algo que me mate dándome un poco de vida. Y, antes de que pueda coger el vaso, siento como todas las miradas, todas las cabezas, todas las almas giran hacia el mismo punto, como un rebaño de peces plateados. Y oigo tacones repicar, seguros, sobre las mugrientas baldosas. Suenan a música de medias con costura y a falda corta de piel negra y tersa. Unas tetas inmensas se clavan y flotan por mi espalda, de hombro a hombro, me empujan contra la barra. Unos ojos negros asoman entre rizos plateados. Unos labios disfrazados de rojo carmesí, carnosos y húmedos, encienden un cigarro, me apuntan, disparan y me envuelven en un humo espeso, denso, perfumado y embaucador. Intentando apartar los ojos de su escote, mi mirada escala por su cuello buscando dos pupilas que crezcan, y mientras, me pregunto si querrá seducirme o fumigarme.

Comentarios:
ufffff, me alegro de haber podido huir a tiempo mox. Yo, cuando busco soledad, es que la busco. Te salvé de la barra y te llevo en mi bolsillo ;)
 
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