lunes, noviembre 1

 
De noche
De noche, donando altruistamente el calor de mis brazos a la barandilla del balcón, me encanta ver cómo los edificios transforman sus ventanas en televisores, igual que en un escaparate. Algunos están apagados, otros se nieblan detrás de los visillos, parecen el canal plus del que no se quiere abonar. Algunos cuentan historias de soledad, de cafés removidos sin ganas, con la mirada ausente saltando entre las manchas caleidoscópicas del ule y el gastado album de un pasado en sepia. Otros de esperanza, de teléfonos que suenan y accionan resortes en los sillones que disparan culos y sonrisas. El primer televisor de la quinta fila es sólo apto para mayores de 18 años, así que procuro mirar lo justo y necesario, no sea que vaya a aprender algo nuevo. El televisor que más me encandila es el de Irene, una anciana que ha decidido acoger a todos los "sin papeles" del barrio. Les da un techo, comida y una sonrisa a cambio de compañía. Creo que no he visto caras tan felices, ni una familia más unida en toda mi vida. De mayor, quiero ser como ella.

Comentarios:
Si está siempre la luz encendida, puede que trabajen en la Enher... o igual se han ido todos de vacaciones. Cualquier día seguro que te sorprenden, sigue mirando ;)
 
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